«Lo mejor del tiempo mediocre
de la España actual es la sed oculta en muchos españoles, la existencia de un
hambre silenciada pero perfectamente localizable en miles, en decenas de miles
de compatriotas de encontrar hombres que sean ejemplos verdaderos, que porten
un mensaje grande y una oportunidad para luchar por ello. En definitiva, hay
lugar a la esperanza.»
FUEYO
El resultado de las elecciones de Andalucía, con la irrupción de Vox en el Parlamento andaluz con 12 diputados, es un terremoto político sin precedentes en las últimas cuatro décadas, que nos permite mirar el futuro con esperanza. Que nos ayuda a cambiar resignación por ilusión.
Sin dinero apenas, acosado por las apelaciones al voto inútil a un partido (PP) que ha consolidado el modelo socio cultural de la izquierda y ha renunciado a cualesquiera principios y valores que eran propios de sus votantes con tal de situarse donde las encuestas situaban al elector medio, haciendo caso a los Arriolas de turno; acosado por la izquierda, la que ha pactado con etarras y golpistas,que agita el fantasma del fascismo, y con todos los medios de comunicación en contra ha conseguido 400.000 votos en el feudo de la izquierda.
Hay una España que no se resigna a perecer ni a quedarse sin patria. Hay una España que prefiere apostar libremente por la ilusión y mandar a la mierda a la resignación. Esa España es la que ha visto en Vox, por fín, una luz para la esperanza. Que se atrevan a establecer cordones sanitarios y verán lo que les pasa. Se está perdiendo el miedo y ahora nos van a tener que escuchar.
¡Viva España!
LFU
"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
3 de diciembre de 2018
21 de noviembre de 2018
Cuando Utrera Molina avisó a Fraga en 2005 acerca de una posible exhumación de Franco
Fue hace 13 años. Gobernaba
Rodríguez Zapatero y ya se atisbaba el torrente de odio que originaría su
mezquina ley de memoria histórica. Algunos, en nuestra ingenuidad, no creímos
que la iniquidad de algunos pudiera llegar tan lejos. Hoy compruebo, rescatando
esta carta de su archivo, que mi padre lo vio venir hace mucho tiempo, y sus
pronósticos se están cumpliendo con dolorosa exactitud. Recuerdo que me avisaba
continuamente: el odio pasa de generación en generación y hay que estar alerta.
Él lo estaba y prueba de ello es esta sentida y profética carta que se ha
cumplido en todas sus previsiones, incluida la de que su autor no haya
sobrevivido para contemplar en carne mortal esta infamia que a toda España llena
de oprobio. Ahí está el aviso al Partido Popular que bien poco caso hizo de la
opinión de Fraga, si es que alguna vez la transmitió a los suyos, pues incumplió
su promesa de derogar esa maldita ley que hoy enfrenta a los españoles con un
odio revivido de hace 80 años.
Aquí dejo la carta para la historia:
«Excmo. Sr. D. Manuel Fraga
Iribarne
Presidente de la Xunta de
Galicia
Querido amigo:
Creo que me conocerás. Tuve contigo diversos
contactos. Los primeros, cuando fui gobernador de Sevilla. Los últimos, en mi
penosa singladura como Ministro Secretario General del Movimiento. Soy pues,
una sombra, un recuerdo, un superviviente de una etapa que por estimar que fue
fecunda me ha obligado a mantener una lealtad que no ha conocido ni la
claudicación ni el desvío.
Posiblemente te extrañará esta carta mía. La
escribo, no para hacerte ninguna recomendación interesada, ni para solicitar de
ti favor alguno. Lo hago consciente de mi deber de español en esta hora que
considero peligrosa y difícil.
Tú has conocido la obra del régimen
anterior, a la que prestaste tu más brillante colaboración. No voy a pedirte
que la defiendas, ni que te manifiestes a su favor, Sé que verdaderamente y no
es un tópico, la política es el arte de lo posible y hay cuestiones que están
más allá de la barrera de cualquier posibilidad.
Creo y no soy nada catastrofista que se
acercan horas difíciles, crueles, de importancia histórica desmedida. Puede ser
un tiempo crucial y en él peligra nada más y nada menos que el ser de España,
su identidad, su futuro orden de convivencia. No voy a pedirte que hagas
declaración alguna en relación con la fechoría del Ministerio de Fomento
retirando la estatua de Franco, pero hay algo que me preocupa mucho más y es el
porvenir que pueda aguardar al Valle de los Caídos. De fuentes bastante solventes conozco el propósito de liquidar esa
magna obra, arrancar el cadáver de Franco y el de José Antonio. Puedo
asegurarte sin caer en ningún género de dramatismo que a mí personalmente, no
me gustaría sobrevivir a una situación de ese tipo. Preferiría acompañar a
tantos que en un sitio y en otro dieron su vida por una España mejor. Pero creo
que tú tienes el deber insoslayable de influir en el Partido Popular para que
esta infamia no se realice. Sería una vergüenza para todos. Una colosal
indignidady una maldición que nos afectaría degradando nuestra conducta.
Tú bien
sabes que la Basílica del Valle de los Caídos es un lugar de reconciliación,
aunque en algunas circunstancias la presencia de hombres adictos al ideal del 18
de julio ha podido hacer pensar a algunos que queríamos monopolizar ese
monumento. Nunca fue así. Pero
ahora existe el propósito claro de realizar lo que te he indicado. Tú tienes un
enorme prestigio en el Partido Popular, labrado a costa de sacrificios,
esfuerzos y de trabajo. Yo, que ya no
soy nadie, me atrevo a pedirte que influyas para que el Partido Popular no
permita tamaña felonía.
Es
triste que la transición, que a mi juicio había logrado un entendimiento
fecundo –que siempre creí duradero- peligre hasta el punto de dar cabida a
venganzas, a ríos de odio, a inconfesables acusaciones y a entronizar el reino
de la mentira y de la injustificada revisión.
Creo
que España merece una convivencia en paz, con olvidos y con perdones, pero
nunca con revanchas y ajustes de cuentas. De producirse estos ajustes, creo que la balanza se inclinaría
siempre a nuestro favor. El propio Carrillo manifestó hace unos días que hacer
la revisión del franquismo era un disparate.
No quiero cansarte más porque, como te he
escrito anteriormente, soy ya un ciudadano insignificante, una persona sin voz,
una sombra perdida en el pasado, pero yo
me atrevo finalmente, recordándote que hicimos guardia tú y yo ante el cadáver
de Franco que hagas todo lo posible por impedir este escandaloso despropósito.
Creo en tu sentido del honor y confío en que esta carta hallará cumplido eco en
el corazón de alguien que, como tú, no ha dejado de ser patriota.
Un fuerte abrazo
José Utrera Molina»
La contestación de Fraga,
recibida días después fue escueta y manuscrita:
«ESTOY MUY DE ACUERDO CONTIGO. UN ABRAZO Y FELICIDADES»
Ahí quedan retratadas dos biografías, dos formas de entender la lealtad y la dignidad. No dudo de la sinceridad de Fraga, pero sí de que hiciera algo más que contestar como lo hizo, a la vista de lo que ha sido la deriva del partido que fundó al que sólo le falta para completar el ciclo de su indignidad, abominar públicamente de su fundador.
LFU
16 de noviembre de 2018
Nuevos escolios hispanos (III)
1 Todos
queremos palabras de vida eterna. Da igual que no las entendamos. Como la
lluvia que activa las semillas, se pone en marcha un mecanismo irreversible y
automático que cada corazón tiene inserto de serie. Hay que atender a las
condiciones de luz, de humedad y de agua, pero en la certeza de que sucederá la
flor.
FUEYO
10 de noviembre de 2018
En el 50 cumpleaños de mi hermano, Luis Felipe Utrera-Molina
He oído decir muchas veces que cada uno somos dueños de nuestros silencios y también que su persistencia puede convertirnos en esclavo del mismo ,es por eso que con más frecuencia de la debida solemos vivir atenazados por la vergüenza de exteriorizar nuestros sentimientos perdiendo ocasiones de mostrar el verdadero latido de nuestra alma y dejándola oculta a los seres más queridos.
Hoy diez de noviembre cumple 50 años el séptimo de mis hermanos, Luis Felipe. Esto me permite romper mi timidez y ejerciendo la primogenitura que me impuso la naturaleza en nuestra familia , dejar constancia del amor y de la admiración que todos sentimos por él.
Si, hoy tengo que hablar de Amor sin ningún rubor;es el mayor legado que nuestros padres nos dieron y no hay nadie que haya conocido a Ipe que no quede atrapado por su ternura, por su entrega y disponibilidad de dar lo mejor de sí en cualquier circunstancia.
Hablar de amor es hablar de su paciencia y generosidad asumiendo cualquier incidencia que acontezca en la familia .
Hablar de amor es hablar de lealtad ,recogiendo y manteniendo erguidas todas las banderas que nuestro padre defendió en vida ,llevando su compromiso personal en este triste momento de la historia de España, más allá de lo que la sangre nos exige .
Hablar de amor es hablar de entrega a todos los que nos acercamos a el en cualquier circunstancia
Me faltan palabras, hermano, para decirte por todo esto y mucho más, lo que yo y toda la familia te admira, Ipe. No te estás haciendo mayor, te estás convirtiendo en un grande, con tu ejemplo y compromiso te estás ganando ser un grande de España sin título, como lo fue nuestro padre, muy pocos son capaces de hablar cuando los demás se esconden.
Por último, mi capitán del Azorín, enarbolaste con un estandarte con historia tu pequeño barco. Con tu decisión y valentía estás emprendiendo una peligrosa travesía y nosotros, tu legión de tripulantes, juramos seguirte y jamás arriaremos la bandera .
Feliz cumpleaños y que Dios te bendiga hermano.
José Antonio Utrera-Molina Gómez
21 de octubre de 2018
La Iglesia ante La exhumación de Franco. Por Luis Felipe Utrera Molina
Artículo publicado en "La Razón el día 20 de octubre de 2018.
Admito que no es nada fácil en estos tiempos, marcados por el signo de la posverdad, tratar de hacer justicia a una figura histórica como la de Francisco Franco, que ha sufrido, como pocas, el zarpazo de la manipulación más grosera, auspiciada desde las propias instituciones del Estado y que ha terminado por desdibujar por completo su verdadera significación, como persona y como gobernante, consiguiendo que hasta quienes moralmente están obligados a defender -o al menos respetar su memoria y su obra- no se atrevan a hacerlo en público por temor a ser señalados y condenados al oprobio.
A nadie se escapa que el objetivo que persigue el gobierno socialista con el proceso iniciado para exhumar sus restos mortales, no es otro que la teatral culminación de un proceso de revancha histórica comenzada décadas atrás por la izquierda más montaraz con el objeto de deslegitimar por completo a quienes ganaron la guerra civil española, exaltando el papel victimario, buenista y menesteroso del bando perdedor, ocultando el genocidio católico desatado por el Frente Popular y presentando al bando nacional como despiadados verdugos fascistas. En esta línea cabe recordar el reciente tuit de Pablo Iglesias condenando un loable vídeo gubernamental en el que dos viejos soldados combatientes en la guerra se abrazaban sin rencor: "Equipara un pijama de rayas con el uniforme de las SS", dijo el dirigente comunista.
Con la profanación del cadáver de Francisco Franco el gobierno pretende sellar simbólicamente la condena de toda una generación de españoles que, bajo su mandato, rescataron a España de las garras del comunismo e hicieron posible con enorme esfuerzo, sacrificio e ilusión y, cómo no, también con errores, la España en paz de la que hoy disfrutamos. Por eso no es moralmente admisible permanecer callado ante la sectaria criminalización de la generación de nuestros padres y abuelos. Una generación que sufrió el terrible drama de una guerra entre hermanos y nos enseñó con su ejemplo y abnegación el camino de la verdadera reconciliación que no era otro que la búsqueda de la verdadera justicia social eliminando las terribles desigualdades que sirvieron como caldo de cultivo de una guerra en la que todos los españoles perdieron tanto.
Es tan inicuo y tan injusto el objetivo político del gobierno, que cuesta trabajo creer que parte de la jerarquía de la Iglesia pueda convertirse en cómplice de un hecho de tanta gravedad en el orden moral. Conviene recordar que quien hoy es tratado injustamente como tirano y otros calificativos del mismo jaez, fue distinguido por el Papa Pío XII con la Suprema Orden de Cristo con las siguientes palabras: “Hemos visto a Cristo triunfar en la escuela, resurgir la Iglesia de las ruinas abrasadas y penetrar el Espíritu Cristiano en las Leyes, en las instituciones y en todas las manifestaciones, otra vez en nuestra Historia”.
Cualquier jurista medianamente formado sabe que el Real Decreto Ley aprobado por el Gobierno para exhumar a Franco resulta de imposible ejecución sin la autorización de la autoridad eclesial, toda vez que la Basílica en la que se encuentra enterrado está consagrada como lugar de culto y, como tal, resulta inviolable de acuerdo con lo dispuesto en los Tratados Iglesia Estado de 1979. Pese a ello, la firme oposición de la Comunidad benedictina a cualquier exhumación en contra de la voluntad de la familia de los allí enterrados, apenas ha merecido el respaldo, cuando no una disimulada incomodidad, por parte de la jerarquía episcopal, temerosa de ser encuadrada políticamente por el mero hecho de limitarse a defender su jurisdicción sobre los lugares de culto, sin percatarse de que la renuncia a dicha defensa sentaría un peligrosísimo precedente de consecuencias impredecibles para otros lugares sagrados en España.
Somos muchos los católicos que no entenderíamos que la jerarquía de la Iglesia colaborase de forma activa o pasiva en un acto de profanación tan execrable como el pretendido por el gobierno por contravenir de forma grave la moral cristiana. Soy consciente de que los tiempos han cambiado, pero como decía Chesterton, «No quiero una Iglesia que se mueva con el mundo, sino una Iglesia que sea capaz de mover el mundo». Y es que la sangre de los millares de mártires de la Iglesia en los años 30, víctimas del terror desatado por el Frente Popular, clama por el perdón y la reconciliación pero no merece que la jerarquía de la Iglesia acabe por dar la razón a sus verdugos.
Defender la verdad hoy, cuando arrecia la fuerza de la mentira, es un deber moral de todo cristiano. Defender la memoria y el nombre de nuestros padres y de nuestros abuelos y afirmar en su recuerdo que en ambos bandos hubo víctimas y verdugos, héroes y villanos, no es un ejercicio de nostalgia infecunda sino que representa el ímpetu de la fidelidad, el brío de la esperanza, y, sobre todo, la decidida voluntad de no traicionar jamás a quienes con su sacrificio, sin pedir nada a cambio, levantaron los cimientos de una España libre, distinta y reconciliada como la que teníamos antes de que la maldita ley de memoria histórica irrumpiese en nuestras vidas para sembrar de nuevo la semilla del odio en el corazón de los españoles.
Luis Felipe Utrera-Molina, abogado
Admito que no es nada fácil en estos tiempos, marcados por el signo de la posverdad, tratar de hacer justicia a una figura histórica como la de Francisco Franco, que ha sufrido, como pocas, el zarpazo de la manipulación más grosera, auspiciada desde las propias instituciones del Estado y que ha terminado por desdibujar por completo su verdadera significación, como persona y como gobernante, consiguiendo que hasta quienes moralmente están obligados a defender -o al menos respetar su memoria y su obra- no se atrevan a hacerlo en público por temor a ser señalados y condenados al oprobio.
A nadie se escapa que el objetivo que persigue el gobierno socialista con el proceso iniciado para exhumar sus restos mortales, no es otro que la teatral culminación de un proceso de revancha histórica comenzada décadas atrás por la izquierda más montaraz con el objeto de deslegitimar por completo a quienes ganaron la guerra civil española, exaltando el papel victimario, buenista y menesteroso del bando perdedor, ocultando el genocidio católico desatado por el Frente Popular y presentando al bando nacional como despiadados verdugos fascistas. En esta línea cabe recordar el reciente tuit de Pablo Iglesias condenando un loable vídeo gubernamental en el que dos viejos soldados combatientes en la guerra se abrazaban sin rencor: "Equipara un pijama de rayas con el uniforme de las SS", dijo el dirigente comunista.
Con la profanación del cadáver de Francisco Franco el gobierno pretende sellar simbólicamente la condena de toda una generación de españoles que, bajo su mandato, rescataron a España de las garras del comunismo e hicieron posible con enorme esfuerzo, sacrificio e ilusión y, cómo no, también con errores, la España en paz de la que hoy disfrutamos. Por eso no es moralmente admisible permanecer callado ante la sectaria criminalización de la generación de nuestros padres y abuelos. Una generación que sufrió el terrible drama de una guerra entre hermanos y nos enseñó con su ejemplo y abnegación el camino de la verdadera reconciliación que no era otro que la búsqueda de la verdadera justicia social eliminando las terribles desigualdades que sirvieron como caldo de cultivo de una guerra en la que todos los españoles perdieron tanto.
Es tan inicuo y tan injusto el objetivo político del gobierno, que cuesta trabajo creer que parte de la jerarquía de la Iglesia pueda convertirse en cómplice de un hecho de tanta gravedad en el orden moral. Conviene recordar que quien hoy es tratado injustamente como tirano y otros calificativos del mismo jaez, fue distinguido por el Papa Pío XII con la Suprema Orden de Cristo con las siguientes palabras: “Hemos visto a Cristo triunfar en la escuela, resurgir la Iglesia de las ruinas abrasadas y penetrar el Espíritu Cristiano en las Leyes, en las instituciones y en todas las manifestaciones, otra vez en nuestra Historia”.
Cualquier jurista medianamente formado sabe que el Real Decreto Ley aprobado por el Gobierno para exhumar a Franco resulta de imposible ejecución sin la autorización de la autoridad eclesial, toda vez que la Basílica en la que se encuentra enterrado está consagrada como lugar de culto y, como tal, resulta inviolable de acuerdo con lo dispuesto en los Tratados Iglesia Estado de 1979. Pese a ello, la firme oposición de la Comunidad benedictina a cualquier exhumación en contra de la voluntad de la familia de los allí enterrados, apenas ha merecido el respaldo, cuando no una disimulada incomodidad, por parte de la jerarquía episcopal, temerosa de ser encuadrada políticamente por el mero hecho de limitarse a defender su jurisdicción sobre los lugares de culto, sin percatarse de que la renuncia a dicha defensa sentaría un peligrosísimo precedente de consecuencias impredecibles para otros lugares sagrados en España.
Somos muchos los católicos que no entenderíamos que la jerarquía de la Iglesia colaborase de forma activa o pasiva en un acto de profanación tan execrable como el pretendido por el gobierno por contravenir de forma grave la moral cristiana. Soy consciente de que los tiempos han cambiado, pero como decía Chesterton, «No quiero una Iglesia que se mueva con el mundo, sino una Iglesia que sea capaz de mover el mundo». Y es que la sangre de los millares de mártires de la Iglesia en los años 30, víctimas del terror desatado por el Frente Popular, clama por el perdón y la reconciliación pero no merece que la jerarquía de la Iglesia acabe por dar la razón a sus verdugos.
Defender la verdad hoy, cuando arrecia la fuerza de la mentira, es un deber moral de todo cristiano. Defender la memoria y el nombre de nuestros padres y de nuestros abuelos y afirmar en su recuerdo que en ambos bandos hubo víctimas y verdugos, héroes y villanos, no es un ejercicio de nostalgia infecunda sino que representa el ímpetu de la fidelidad, el brío de la esperanza, y, sobre todo, la decidida voluntad de no traicionar jamás a quienes con su sacrificio, sin pedir nada a cambio, levantaron los cimientos de una España libre, distinta y reconciliada como la que teníamos antes de que la maldita ley de memoria histórica irrumpiese en nuestras vidas para sembrar de nuevo la semilla del odio en el corazón de los españoles.
Luis Felipe Utrera-Molina, abogado
15 de octubre de 2018
Nuevos escolios hispanos (II)
Una familia numerosa es una ciudad, una calzada romana, una constelación. Un
lugar al que uno quiere ir a vivir, caminar por él hacía un destino y una guía
segura en las noches oscuras pero estrelladas. Desde el alba de los tiempos
siempre fue así. Introducir la insidia de que no es responsable crear familias
así es una victoria de la cultura de la muerte que teme con razón que estas familias devuelvan
el rumbo y la esperanza a una sociedad sin norte.
FUEYO
FUEYO
8 de octubre de 2018
Nuevos escolios hispanos (I)
Arriba cuenta desde hoy con un nuevo colaborador, FUEYO, dispuesto a afrontar el reto de emular a Gómez Dávila en su genial producción de escolios o aforismos
Mi intención no es otra que seguir una tradición. La de las máximas o aforismos en nuestro idioma. Muy lejano de la estatura del colombiano Gómez Dávila, trataré de seguir la estela de sus magníficos escolios, en la confianza de que el Espíritu compense mis evidentes carencias, pues no es otra mi intención que mi pluma sirva Ad Maiorem Dei Gloriam.
NUEVOS ESCOLIOS HISPANOS
Mi intención no es otra que seguir una tradición. La de las máximas o aforismos en nuestro idioma. Muy lejano de la estatura del colombiano Gómez Dávila, trataré de seguir la estela de sus magníficos escolios, en la confianza de que el Espíritu compense mis evidentes carencias, pues no es otra mi intención que mi pluma sirva Ad Maiorem Dei Gloriam.
Matrimonio
1.
Es bueno apreciar la belleza que nos circunda, pero aún mejor es celebrar la
que nos abraza.
2.
Lo peor de la soberbia miope y condescendiente de la modernidad es que quiere
arrebatarnos los tesoros celosamente guardados por la Iglesia Católica desde
siglos para vulgarizarlos en tristes sucedáneos. Somos conscientes que el
matrimonio es un Montblanc, un monte Elbrús o un K2. No todos pueden subirlo,
puede costarte la vida pero sabemos con certeza y admiración de alguien que
pudo. Sabemos positivamente de la plenitud de esa ascensión, de sus frutos
incontables y que ponerse en camino es un comienzo que merece la pena, que
eleva nuestra condición. Nos quieren privar, por nuestro bien, de la belleza,
altura y grandeza de esa realidad, de ese motivo de perpetua conversión.
3.
El motivo de la continua lucha contra el matrimonio custodiado por la Iglesia
Católica es originario. Se ha olvidado lo que hay en juego. Nuestra condición
herida por el pecado original comienza a restaurarse en ese camino de santidad
. No lo puede permitir aquél que tentó.
FUEYO
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