Es muy
infrecuente escuchar en la televisión declaraciones que resuenen más allá de la
inmediatez del asunto, testimonios que producen ecos que no se silencian con
facilidad. Lo cierto es que Manuel Díaz, el Cordobés, en una entrevista emitida
el pasado 18 de noviembre, testimonió con sencillez y claridad, cómo un hombre no
puede renunciar a saber de su origen, a conocer y a tratar a quién es su padre,
siendo esta ausencia algo imposible de aceptar. Resultó especialmente
emocionante cómo explicó que, precisamente, esa ausencia y la confianza y
defensa de la palabra y recuerdo de su madre, fueron el acicate, estímulo y esperanza
para hacerse hombre en la difícil profesión de matador de toros y buscar la
plenitud personal fundando una familia, donde no faltara el padre.
El
momento en que se emitieron esas palabras amplifican su importancia. Manuel
Díaz estaba contando su historia, su verdad, como dijo con énfasis y empeño,
pero es imposible no pensar que la ausencia del padre, no sólo le ha ocurrido a
él. Sucede de continuo a muchos otros hombres como él, les sucede a muchos
inocentes cuyos padres se desentienden y no sólo a ellos. Los sucesos de París
han puesto, de nuevo, de manifiesto que hay un continente entero, una
civilización milenaria que hace siglos que comenzó a dejar de mirar al Padre y
que renuncia vergonzosamente a su origen. Es Occidente que pese a toda su
opulencia y fuerza camina sin rumbo. Un rumbo perdido porque no se puede
caminar sin saber quién se es, sin asumir la historia que nos precede y
aprender de la herencia que se recibe como hijo.
No
sería justo decir que esas palabras surgieron espontáneamente. La amistad y la
confianza de un matrimonio, Bertín y Fabiola, le dieron la oportunidad al
Maestro, Manuel Díaz y éste, con coraje y autenticidad, no la dejó pasar.
Gracias, Maestro, por tu verdad. Gracias, Bertín y Fabiola, por hacerla
posible. Digo una cosa más, tu confesión, que es una verdad y también una
oración implícita, Maestro, no se pierde, Dios no lo quiere.
César
Utrera-Molina Gómez
Abogado, alumno Máster Juan Pablo II de Familia.
Abogado, alumno Máster Juan Pablo II de Familia.