La estremecedora imagen de los 21
cristianos coptos a punto de alcanzar la palma del martirio a manos de unos
salvajes desalmados, nos debe hacer reflexionar sobre la distinta reacción que
ha provocado en occidente este acto de barbarie comparado con lo sucedido
recientemente en París.
Yo no soy Charlie, ni lo seré
jamás, pues como cristiano no me es dado ofender ni escarnecer a nadie por su
credo o religión. Pero yo sí soy copto. Tan bautizado e hijo de Dios como todos
los mártires de Libia, de Irak, de Siria o de Nigeria, que han sido asesinados
por su condición de tal, sin que mediara insulto o provocación alguna.
Sin embargo siendo infinitamente más numerosos los cristianos que los charlies, no he visto en los medios de comunicación un relieve informativo equiparable al de los sucesos de París. No he visto a los líderes mundiales condenando en alta voz esta barbarie. Ni siquiera a mi presidente del Gobierno, que se dice cristiano, haciendo una declaración institucional. Nadie ha viajado a El Cairo para apoyar a los cristianos coptos o solidarizarse con el pueblo egipcio.
Y sin embargo el repugnante y sangriento vídeo
iba dirigido a todos los cristianos quienes estamos en el punto de mira por el
hecho de nuestra fe.
No imagino reacción semejante
entre el pueblo judío, ni tampoco del pueblo musulmán. Y es que, por desgracia,
son legión los cristianos que se avergüenzan de serlo, los mismos que trataron
de expulsar a Dios de la Constitución europea.
Afortunadamente, la sangre de los mártires es semilla de cristianos. Que los 21 mártires que se unen en el cielo a los miles que les precedieron en el martirio intercedan para que su bienaventurado ejemplo sea semilla de esperanza en una sociedad anestesiada por el relativismo, el materialismo y la ausencia de Dios.
Afortunadamente, la sangre de los mártires es semilla de cristianos. Que los 21 mártires que se unen en el cielo a los miles que les precedieron en el martirio intercedan para que su bienaventurado ejemplo sea semilla de esperanza en una sociedad anestesiada por el relativismo, el materialismo y la ausencia de Dios.
LFU