Aunque no soy asiduo al género chamuscado de las tertulias,
resulta difícil husmear entre los canales y las redes sociales sin que alguien
esté hablando de Pablo Iglesias. Y cuando el que habla pertenece al Partido
socialista, suele apostillar su referencia distinguiendo al líder de “Podemos”
de su fundador, al que le ha caído el apelativo de Pablo Iglesias, “el bueno”, quizás para destacar la
radicalidad del omnipresente y flamante eurodiputado.
Pero de “bueno” o de moderado tenía poco el linotipista. Según recoge Luis
Gómez Llorente en su libro "Aproximación
a la historia del socialismo español hasta 1921",( Cuadernos para el
Dialogo, Madrid, 1972, página 169-) el 12 de noviembre de 1921, en su discurso
pronunciado ante el VI Congreso del PSOE en Gijón, Pablo Iglesias, “el bueno” pronunciaría éstas palabras
pletóricas de talante: "Queremos la
muerte de la Iglesia… para ello educamos a los hombres, y así les quitamos la
conciencia… No combatimos a los frailes para ensalzar a los curas. Nada de
medias tintas. Queremos que desaparezcan los unos y los otros".
Pues bien, no sé cuál de los dos Pablos es peor, aunque seguramente
ambos habrán renegado por igual de su apellido. Del contemporáneo, debo señalar
su fuerte dogmatismo, su carácter sectario y la extraordinaria habilidad que
demuestra ante las cámaras. No hay duda de que la cámara “le quiere” y lo más
sorprendente –o no- es que todos los medios hayan decidido promocionarle de
forma gratuita. Me barrunto que algo tendrá que ver la cocina de Arriola en
todo esto, pero la estrategia no es nueva y es peligrosa. Ya lo intentó
Miterrand con el Frente Nacional y ahora es la primera fuerza política de
Francia.
Lo peor es que a Pablo Iglesias se las ponen con a Fernando
VII. No es que el muchacho sea tonto, ni mucho menos, pero si le ponen de
sparring a tertulianos de profesión a sueldo de los partidos, intelectualmente
menesterosos y sin otros principios que los de Groucho Marx, la victoria la
tiene asegurada. Vean si no el repaso que Fernando Paz le dio a Pablemos a cuenta del franquismo, esgrimiendo
con valentía la verdad frente el rancio argumentario de la historiografía marxista.
Ya sé que al Partido popular le interesa sacar el espantajo
de este revolucionario con coleta para alentar el voto del miedo, pero mucho
cuidado con estos experimentos. La campaña se la están haciendo gratis y esto
se acaba pagando.
LFU