Publicado en el ABC de hoy 1 de julio de 2014
"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
1 de julio de 2014
27 de junio de 2014
Pablo Iglesias le abre la puerta grande a Rubalcaba
El cinismo, o tal vez la fragilidad de la memoria, nos
presenta hoy a Alfredo Pérez Rubalcaba como un gran hombre de Estado al que se
despide como a los buenos toreros, con una gran ovación y el olvido de sus
tardes negras.
El mismo Rubalcaba que hizo el trabajo sucio en aquella
terrible jornada de reflexión de marzo de 2014, el que sirvió de escudero al
infame Zapatero durante sus dos legislaturas, el que ha sido capaz de justificar
y defender tripartitos, aborto libre y educación para la ciudadanía, ayer era
despedido por tirios y troyanos –y cómo no, por el cursi pomposo de Posada, como
un gran prócer de la democracia.
Me quedo con el Suum cuique
tribuere de Ulpiano y líbreme Dios de juzgarle, pero sus actos y dichos están
en la hemeroteca. No derramaré una
lágrima por un político que tanto daño a hecho a nuestra nación por mucho que lo
que haya de venir sea peor.
Pero la pura verdad es que Rubalcaba se va, porque Pablo Iglesias le echa. La izquierda se está echando al monte encendida por la mecha del sectarismo que
prendió el infame con su escudero. El
hijo se revuelve contra el padre y lo aparta, porque la semilla del odio acaba
dando sus frutos podridos. Descanse en paz.
LFU
20 de junio de 2014
Mi hermana Reyes
“No hay quinto malo”. Eso decimos los aficionados a los toros para agarrarnos a un clavo
ardiendo cuando la corrida no da para más. En este caso, de ocho morlacos que somos los hermanos Utrera,
la quinta, es sin lugar a dudas, la mejor. Y para no romper la tradición, le
dedico esta página con motivo de su cumpleaños.
Mi hermana Reyes es, simplemente, la personificación de la
bondad. Siempre he admirado en ella su
extraordinaria capacidad para ver y mostrar siempre la luz de los demás,
ignorando las sombras que nos rodean.
Alérgica a la murmuración y a la maledicencia, sabe apartar los
prejuicios para ponerse en lugar del otro y siempre encuentra justificación para
salvar al árbol caído, algo que sólo lo consiguen los que tienen enorme el
corazón.
En algún sitio he leído que no hay mayor signo de
superioridad que la bondad, y es que ésta sólo brota con fuerza en el corazón
de los elegidos por Dios para servir de faro a los que le rodean.
Reyes es la dulzura sin empalagos, la sinceridad piadosa, no
hay persona en el mundo que sepa como ella arrimar el hombro como el Cireneo
para cargar con las cruces que los demás llevamos a cuestas, siempre con una
sonrisa. Y tiene el corazón –como su
casa- abiertos de par en par. Por eso son tantos los que buscamos la paz en su
consejo y por eso también, si alguna vez he sentido, no ya su enojo, sino un
leve reproche en su mirada, nunca he dudado que era yo quien había fallado.
De los ocho hermanos, la única que cambió el Código civil
por el de Hammurabi, volcó su enorme sensibilidad en el cultivo de la historia
y del arte, y es de esas personas que saben que la luz que entra por su balcón
cada mañana viene a iluminar la tarea justa que Dios les ha asignado en la
armonía del mundo.
Sólo los que saben darse alcanzan la verdadera felicidad. Mi
hermana quiere y es querida por todos. Su marido, Alejandro -que compite con
ella en bondad- y sus hijos, Victoria y Alejandro, saben muy bien de lo que
hablo. Por eso sólo puedo imaginarla con una sonrisa.
Que Dios te bendiga siempre, querida Reyes y te conserve
intacta esa mirada luminosa que te hace grande entre los demás.
Tu hermano que te quiere.
Luis Felipe
16 de junio de 2014
¿Proclamación o simulacro?
La monarquía es, sobre todo, tradición y rito. Al margen de
las justificaciones accidentalistas de la institución por su utilidad
contingente, la corona representa el vínculo que nos une a nuestra historia.
Felipe VI será rey en tres días por haber nacido Borbón e hijo de rey y porque
sigue en vigor la Pragmática Sanción de 29 de marzo de 1830 que posterga a la
mujer en el orden sucesorio por detrás del varón independientemente de su edad.
La monarquía española es, además, de tradición católica. Las
reinas de España gozan por su condición católica del “Privilegio de Blanco” que
ejercen habitualmente vistiendo de blanco en las Audiencias con el Papa.
Todo ello forma parte del rito y de la tradición histórica
de nuestra patria. Por eso, la decisión de la Casa Real de prescindir de la
Misa del Espíritu Santo posterior a la proclamación, del Crucifijo y los Evangelios
no es un signo de modernidad, sino, cuando menos, un desprecio a la tradición
que forma parte de la esencia misma de la Corona y justifica su existencia y
también al sentido cristiano mayoritario del pueblo español.
Todo el rito y ceremonial de la Corona -que con tanto mimo
cuidan y respetan las monarquías sajonas, tan orgullosas de su historia y tradición-
forma parte también de lo que los cursis denominan ahora “marca España”. Y ese
remedo que se inventó Aznar del “Patriotismo constitucional” es una filfa que a
nadie puede emocionar.
Si tan empeñados están en que España nació con la
Constitución –esa especie de big-bang que nos hizo surgir de la nada- no sé qué
narices le van a explicar a los independentistas de Cataluña. España es mucho
más, siglos de historia de la nación más antigua de Europa no pueden
despacharse con un simulacro vergonzante que a nadie contentará. Porque los
nostálgicos del Frente popular no lo agradecerán y los monárquicos de
convicción acusarán el agravio. Al resto de los españoles, ni fu ni fa. Con lo
que le gusta al pueblo presumir de boatos y añejas estirpes, la fría proclamación
constitucional que se anuncia es como
la leche esterilizada, sin microbios, pero también sin vitaminas.
Me vienen a la cabeza los versos de Martínez Mesanza:
Quien no comprende la
razón del rito,
quien no comprende majestad y gesto
nunca reconocerá la humana altura,
su vano dios será la contingencia.
quien no comprende majestad y gesto
nunca reconocerá la humana altura,
su vano dios será la contingencia.
Quien las formas degrada y luego entrega
simulacros neutrales a las gentes,
para ganarse fama de hombre libre,
no tiene dios ni patria ni costumbre.
Mal comienzo, Majestad.
simulacros neutrales a las gentes,
para ganarse fama de hombre libre,
no tiene dios ni patria ni costumbre.
Mal comienzo, Majestad.
LFU
4 de junio de 2014
Ante la Abidicación del rey, "Asumir la Historia" Por José Utrera Molina
(Ante la negativa del Diario ABC a publicarlo, "Arriba" lo hace con orgullo.)
Tras escuchar atentamente a su Majestad
el Rey de España, hacer un resumen de su vida sin hacer la menor mención a
quien fue el verdadero artífice de que la monarquía se instaurara en España, me
he preguntado sobre la oportunidad y acierto de esta omisión, en mi opinión injusta, aunque
políticamente comprensible. Hago mías, aquí, las palabras de Nietzsche citadas
por Ortega, precisamente, en su elogio a la Monarquía británica por mostrar su
afán de continuidad escrito en «La rebelión de las masas», «cuando define al hombre superior como el ser de más larga memoria».
Relatar el presente inmediato mutilando parte de los eslabones que explican la
continuidad con el pasado, no deja de ser una operación cosmética que disimula
pero no puede borrar el pasado. Nadie, nunca, comienza enteramente de nuevo. El
pasado es el patrimonio singular del hombre como especie, su privilegio y
señal. Asumirlo, sin jactancias y olvidos, es propio del hombre seguro de sí.
Ningún historiador riguroso puede negar,
sin incurrir en una clamorosa parcialidad, la tenaz voluntad de Franco para
instaurar en España el régimen monárquico continuando la línea dinástica de
Alfonso XIII, su padrino de boda. Jamás tuvo la menor vacilación en su decisión
cuando no fue una cuestión nada fácil, políticamente hablando, dentro del
Régimen anterior, donde los monárquicos no eran precisamente legión y D. Juan
de Borbón- sin duda mal aconsejado-, no ayudó precisamente con su célebre e
inoportuno Manifiesto de Laussane. Me
encuentro en la obligación de señalar este pequeño detalle de olvido por un
elemental imperativo de justicia. Y es que hubiese bastado una levísima señal
que en modo alguno le comprometiera ante nadie. Asumir la historia en su
integridad es muestra de fortaleza, de superación valiente de añejos rencores.
Ojalá que el nuevo Rey de España, que
estoy seguro que el pueblo espera y aclamará, mantenga una sabia neutralidad y distancia
en relación con tantos y tantos vuelcos que ha tenido la historia española. Que
sirva con su innegable juventud a España enfrentándose a los riesgos del
futuro. Yo lo espero así porque tiene condiciones suficientes para cumplir su
misión limpiamente. Él no debe nada a nadie sino a su padre y es depositario de
una tradición histórica secular.
Pido a Dios que le asista en su
andadura. No hay en mí el menor reproche a su imagen y a las palabras que hasta
ahora ha pronunciado. Creo en él y pido a Dios que le asista para que España
fuertemente unida alcance los ideales de bienestar y de grandeza que muchos
españoles seguimos soñado.
JOSÉ UTRERA MOLINA
2 de junio de 2014
La Abdicación del rey
Si hay algo que los años le
enseñan a uno es que, en política, casi nada es lo que parece. Estoy seguro de que la abdicación del rey hoy
anunciada, obedece a causas últimas que se nos escapan, aunque podamos
barruntarlas. Qué duda cabe que si su decisión no era la de morir siendo rey,
el momento de abdicar era hoy, que la estabilidad parlamentaria permite la rápida
aprobación de una ley orgánica que asegura una sucesión sin sobresaltos.
En cualquier caso, a pesar de mi
escaso fervor dinástico provocado por la más que cuestionable trayectoria política
y vital del rey Juan Carlos y sus predecesores en el trono, pensando en España y
nada más que en España, creo que lo mejor para esta hora de tribulación en la
que se encuentra nuestra patria es que la Jefatura del Estado permanezca ajena
a los vaivenes de la lucha partidista y a salvo de los desvaríos del sufragio
universal.
La Corona es hoy,
indiscutiblemente, uno de los pocos elementos vertebradores de la nación
española, por representar el lazo de unión con nuestra tradición histórica. Ahora,
cuando la unidad de España está en peligro, la mayor parte de las instituciones
desprestigiadas y la clase política en entredicho por la corrupción y la falta
de ejemplaridad, la Corona tiene ante sí una ocasión histórica única para hacer
valer su papel integrador y evitar que España perezca como nación.
Si así lo hace, justificará para
cien años más su existencia. Si no, se verá arrastrada con toda justicia por el ocaso de una
nación a la que no habrá sabido servir como debía.
Que Dios ilumine al nuevo rey y
bendiga siempre a España.
LFU
21 de mayo de 2014
La muerte no es el final
Pilar, la mujer de mi amigo Federico, me llamó hace unos días para invitarme al funeral de su suegra. Llegué antes de la hora y me acerqué circunspecto a dar el pésame a mi amigo con el consabido y mecánico “Lo siento mucho”. A mitad del abrazo, Federico se apartó y con los ojos muy abiertos me pregunto: «¿Por qué? ¡Pero si lo que tienes que hacer es darme la enhorabuena!. No te imaginas la muerte más bonita que tuvo. Vino la Virgen a llevársela cuando estaba en paz, rodeada de sus siete hijos que rezábamos el rosario junto a su cama. Allí se respiraba alegría –incluso mientras la velaba se me escapaba una sonrisa- porque todos sabíamos cómo había vivido en el amor y lo grande que era la felicidad que le esperaba.»
Aunque una y otra vez leamos el Evangelio, a los cristianos
rara vez se nos nota la alegría que debíamos tener cada mañana. Vivimos como si
no creyésemos de verdad que al otro lado está la Gloria, como si no fuera más
que un consuelo o engañifa con el que mitigar nuestro dolor, como si la muerte fuera de verdad el final. Federico no es
así. Allí por donde pasa se encarga de predicar con su ejemplo la alegría de la
resurrección. Y así fue el impresionante funeral de su madre, que comenzó con
un impresionante Gloria y acabó con un emotivo y vascongado Agur Jesusen ama. Allí
se respiraba alegría, gratitud y mucho amor. Se estaba en la gloria. No había
ninguna duda de que allí mismo estaba Dios.
Enhorabuena Federico y gracias, Pilar por no dejar que me
perdiese una celebración tan feliz y entrañable.
Laus Deo
Laus Deo
LFU
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