Soy de los que opina que personas como el tal Gafo no deben
ocupar puestos de responsabilidad pública pues el ser tan rápido e irreflexivo de
pluma –o de tecla- se compadece bien poco con la necesaria prudencia y ecuanimidad
que debe esperarse de un servidor público que lo es de todos y no del que le
haya nombrado. El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras y
mucho más si se maneja en el proceloso mundo de las redes sociales, con su
imparable y caprichoso efecto multiplicador.
Dicho esto, tengo pocas dudas de que lo que Gafo quería
decir no era “Catalanes de mierda”
sino “Nacionalistas de mierda” y en
su desdichada irreflexión cometió una imperdonable metonimia que le ha dejado los lunes al sol, por méritos propios, en pleno mes de julio.
Aclarado el affaire Gafo, uno se pregunta hasta cuando los
españoles –catalanes incluidos- tendremos que seguir soportando pacientemente
que los nacionalistas celebren impunemente sus aquelarres independentistas insultando
gratuitamente a nuestra patria –que también es la suya- y a nuestros símbolos. Reza el artículo 543 del Código penal que “Las ofensas o ultrajes de palabra, por
escrito o de hecho a España, a sus Comunidades Autónomas o a sus símbolos o
emblemas, efectuados con publicidad, se castigarán con la pena de multa de
siete a doce meses.”. Leve pena para
tan grave ofensa sobre todo cuando casi nunca se aplica por ese inexplicable
complejo de inferioridad que padece la inmensa mayoría del arco parlamentario
frente a la chulería del nacionalismo aldeano y trasnochado.
Resulta sumamente irritante el silencio del Gobierno ante la
chulería del hortera de Más que se va creciendo poco a poco ante la estrategia arriolista de Rajoy de mirar para otro
lado mientras España desaparece de forma vertiginosa de la realidad de
Cataluña. Las memeces románticas que Josép Plá denunciaba años atrás como caldo
de cultivo del independentismo totalitario han ganado terreno frente al
silencio acomplejado de un gobierno de España que hace dejación de sus
prerrogativas.
¡Ya está bien de mirar para otro lado y esconder la cabeza
mientras insultan y escupen a la patria!. Los miles de catalanes que sienten en
sus venas la sangre de España no merecen ser abandonados a su suerte en manos
de una panda de chulos, horteras de camisa negra y alpargata, discípulos aventajados
de Goebbels en el uso propagandista de la mentira.
Si un padre no se hace respetar por sus hijos no puede
exigir que éstos le respeten. Si el gobierno de España no reacciona a tiempo, aplica la ley sin complejos frente a los nacionalistas de mierda que se dedican
al insulto y a la ofensa gratuita y establece penas ejemplarizantes como las
del Código de circulación, veremos en unos años con enorme dolor cómo nuestra
bandera es arriada para siempre de nuestra querida tierra catalana ante el
estupor extemporáneo y cobarde de aquellos que han renunciado a defenderla.
LFU