Escribí hace tiempo que para mí, Zapatero era más malo que corto
de luces y la prueba del nueve está en que, en lo esencial, su maléfico proyecto
de ingeniería social sigue vigente.
A casi un año y medio de su adiós, sigue vigente la
aberrante legislación abortista de la “Ley Aido” al amparo de la que se
despedazan cada día embriones a capricho de sus progenitores en el plazo
marcado por la ley.
Sigue vigente –y seguirá
per secula seculorum- la nociva ley del divorcio
express que ha convertido el matrimonio en el mayor contrato basura que
contempla nuestro ordenamiento jurídico. El matrimonio es el único contrato que
en nuestro ordenamiento jurídico puede ser resuelto unilateralmente por una de
las partes sin alegar causa alguna y aunque la otra parte se oponga, a partir
del tercer mes de su suscripción. ¿Qué pensaríamos si se aplicase este régimen
de ruptura unilateral sin causa y en tres meses, a la compraventa, al contrato
de trabajo o al arrendamiento de vivienda, por ejemplo?. La ley protege el derecho a romperlo pero no
protege el derecho a defender su vigencia. Esto no sucede con ningún otro
contrato. Solo hay "acción" (en el sentido procesal del término) para
divorciarse; no existe "acción" legítima para defender el matrimonio
a partir del tercer mes desde la boda. Este es un fenómeno jurídico
absolutamente singular y sin precedentes en nuestro ordenamiento jurídico que
tiene una trascendencia social indudable por cuanto afecta a terceras personas
(los hijos) necesitados de protección.
Y sigue campante, airosa y desafiante, la famosa Ley de
Memoria Histórica, como una herida abierta que no deja de supurar y al amparo
de la cual los guardianes del rencor y del odio y los talibanes iconoclastas
dan rienda suelta a sus bajas pasiones tratando de manipular nuestra historia reciente conforme a su visión sectaria de la misma.
¿En qué hemos cambiado? Resulta indudable que no se cometen los
disparates de antaño en política económica ni en política exterior (exceptuando
el papelón del príncipe de Asturias en el “funeral” del sátrapa venezolano),
aunque la presión fiscal se está haciendo insoportable, unida a la congelación
de inversiones y la ausencia de crédito. No estamos ya en manos de iletrados e
iluminados como Aído, Blanco, etc., pero, desgraciadamente, en lo esencial,
sigue vigente el proyecto de ingeniería social sectario y maléfico del infame
que, aunque apartado de todos, sigue regocijándose al contemplar la incapacidad
de la derecha para proponer un modelo social alternativo que neutralice el daño que a
España causa su obra.
LFU