"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

25 de febrero de 2013

Revivir la Pasión


El sábado, aprovechando un par de horas de soledad en casa, vi de nuevo La Pasión de Gibson. Me estremecí de nuevo contemplando la crudeza de la pasión y muerte de Jesús, reflexionando sobre su humanidad y la consciencia de su misión salvífica. El continuo diálogo del Hijo con el Padre y el acecho constante del demonio que acaba siendo derrotado por la entrega amorosa de Cristo en la Cruz.

La película, durísima –como lo fue la tortura y muerte de Jesús- te atrapa y envuelve y te invita a la oración. Duele y emociona desde el primer instante  y constituye una inestimable ayuda para vivir la Cuaresma.

Así que  no puedo por menos que recomendarla como práctica cuaresmal, aunque reservada a los mayores de 18 años.

LFU

19 de febrero de 2013

«STOP DESAHUCIOS- DACIÓN EN PAGO YA» Contradictio in terminis est.


Me asombra que los sesudos expertos en agit prop no cayesen en cuenta de lo absurdo del lema escogido para levantar la bandera social de los menesterosos contra los Bancos. Prescindiendo del efecto nocivo que para la seguridad jurídica y la concesión de crédito tendría la institucionalización de la dación en pago como forma de saldar la deuda derivada de un préstamo, lo cierto es que, de establecerse por decreto la dación en pago, el resultado inmediato sería que los desahucios, lejos de paralizarse, se acelerarían, ya que el deudor habría de entregar la posesión de su casa para liberarse de la deuda contraída por el banco. No es imaginable que el Banco haya de renunciar al cobro de lo prestado y no pagado y de los intereses devengados a cambio de quedarse con la casa y que, además, deba tolerar que la posesión de la casa la siga ostentando el prestatario gratis et amore.

Una cosa es exigir de los poderes públicos una solución paliativa de la situación de aquellos que se han visto desahuciados mediante un sistema de alquileres sociales de viviendas de titularidad estatal y otra muy distinta dinamitar la seguridad jurídica y la ya de por sí exigua concesión de créditos con lemas pancarteros disparatados.

LFU

12 de febrero de 2013

Benedicto XVI y las cuatro virtudes cardinales


Quiso el azar que mi hija Paloma me preguntase ayer, pocas horas después del anuncio por parte de Benedicto XVI de su próxima renuncia, por las virtudes morales, su significado y ejemplo.

Y en medio de tanto ruido mediático y de tantas y tan solemnes estupideces cómo hemos podido escuchar de los tertulianos profesionales desde la hora del Ángelus de ayer, sólo se me ocurre pensar en que el Papa ha reunido en su decisión las cuatro virtudes cardinales. Prudencia, pues ha sabido esperar un momento adecuado de relativa tranquilidad en el seno de la Iglesia. Fortaleza, al mostrar firmeza dentro de su debilidad en una decisión durante largo tiempo meditada. Templanza, tal vez acreditada en el equilibrio buscado en su decisión ante la expectativa de un próximo declive de sus facultades mentales y finalmente, Justicia, pues no tengo duda alguna de que Benedicto XVI ha querido dar a Dios y a la Iglesia lo que les es debido.

Resulta infinitamente pueril buscar el origen de su decisión en intrigas palaciegas, cálculos o pronósticos políticos o presiones mediáticas mundanas. El Papa ha meditado su decisión buscando únicamente el bien de la Iglesia de Cristo, con olvido total de su propia conveniencia o comodidad y sin preocuparse de ser objeto de la crítica.  Ha rezado pidiendo a Dios que le ilumine y estoy seguro, tras contemplar su serenidad en el momento en que anunció al mundo, en lenguaje universal, su libre decisión, de que ha sido escuchado y reconfortado.

Una vez más, el mundo se paraliza y asombra ante los tiempos de la Iglesia. En unos pocos días, la silla de Pedro estará vacante y el otrora tan temido “pastor alemán”, el gran teólogo, azote del relativismo, que ha puesto orden en la Curia y que tanto bien ha hecho a la Iglesia, estará retirado para siempre para rezar por todos nosotros y esperar, manso y  humilde de corazón, su encuentro definitivo con Cristo.

Rezo por Benedicto XVI y creo firmemente que el Espíritu Santo nos traerá el Papa que ahora necesita la Iglesia.

LFU

7 de febrero de 2013

El caso Bárcenas


Me he resistido a escribir sobre el asunto, pues desde un principio no lo vi nada claro. España es un país poco serio, en el que un periódico publica unas fotocopias y el sistema se tambalea. Evidentemente, el nerviosismo del Pp ante la “exclusiva” de El País le deja a uno pensativo, pues si a mí me hacen eso no hubiera tardado ni 24 horas en denunciar los hechos ante la fiscalía, ante la dificultad de determinar de momento al destinatario de una posible querella. Así que digo yo que alguna vergüenza debía haber para tanto balbuceo y nerviosismo de primera hora.

Si los documentos son verdaderos y se demuestra que había una contabilidad B, deben rodar cabezas de arriba a abajo. Pero si finalmente se demuestra que los documentos son falsos, será el mayor gol que le hayan metido a Rubalcaba y a Prisa desde tiempo inmemorial y el que lo haya ideado ha dejado corto a Fouché.  Desde luego, si la Fiscalía descubre que los papeles son falsos, el Director de El País debe responder civil y penalmente ante la justicia. Y Rubalcaba debe dimitir de forma inmediata por pedir la dimisión del Presidente del Gobierno en base a una falsedad.

Ya lo están viendo venir y empiezan a mover ficha para alegar que lo grave son los millones de Bárcenas y no los papeles….Si, si, los millones de Bárcenas son como para sospechar que algo no se ha controlado bien y para exigir la culpa in vigilando de quien debía vigilar. Pero poner patas arriba todo una nación en base a una documentación falsa y acusar de defraudadores a tantas personas, sin prueba alguna, no debería salir gratis. Es evidente que los políticos están bajo sospecha, pero la prensa también debe hacérselo mirar, porque ya está bien que en España siempre se invierta la carga de la prueba cuando quien acusa es un medio de comunicación.   

Y por cierto. Qué diferencia la del Fiscal General con respecto al felpudo de Conde Pumpido. En eso, por lo menos, estamos mejor.

Esperemos a ver qué pasa, pero el provenir próximo se presenta turbulento.

LFU

4 de febrero de 2013

Ponte Anido


Me entero hoy, por La vida sin filtro que por causa de La Ley de Memoria Histórica se ha borrado de las calles de La Coruña, donde nació, el nombre del Cabo de Zapadores Antonio Ponte Anido  que recibió la Cruz Laureada de San Fernando por un acción heroica en la Batalla de Krasni Bor, .....Y siento náuseas.

«Los españoles replican al fuego y a los gritos. <<¡Arriba España!>>
La superioridad numérica del adversario es abrumadora y caen segados por las balas. El cabo Ponte Anido tiene los ojos puestos en el T-34. Vislumbra el centelleo del cañón abriendo fuego contra la masa de españoles y, de pronto, el corazón deja de golpearle en el tórax y se siente sumido en una fría serenidad. Varias ideas cruzan su cerebro como balas trazadoras. 

Quizá deba obedecer la orden de su capitán, alejarse por entre las isbas de la izquierda e intentar cubrir la distancia que separa del PC del comandante Alfredo Bellod Gómez, jefe del Grupo de Zapadores de Asalto 250, para decirle: <> Pero él también está herido, le han alojado hace un rato una bala en el cuerpo y duda poder escurrirse con la necesaria rapidez por las calles infestadas de adversarios. Los ve. El cabo de enlaces los ve deambular sus sombras espectrales por entre las isbas calcinadas. Medita un instante y llega a la conclusión de que deberá optar por una de ambas soluciones: quedarse donde está y aguardar a que se despeje la situación, o intentar destruir el T-34, con lo que acoso logre salvar la vida de algunos de aquellos camaradas en apuros. Y de los heridos que tal vez continúan alojados en el edificio del hospital, hacia donde parece querer dirigirse ahora el carro de combate.

Descarta la primera posibilidad, y haciendo acopio de aire en sus pulmones, se levanta y corre en línea recta. En ese momento el carro se ha detenido y gira su torreta con indecisión. Las ráfagas de pistola ametralladora y las granadas de mano que le lanzan los españoles emiten un sonido de campana al rebotar en las planchas de acero. El enlace se detiene en plena galopada, se le doblan las rodillas y cae de bruces en la nieve alcanzado por un rafagazo. <> Oye sus alaridos. Oye el chirriar del T-34... <> Le escribió días atrás. <> Tardará en llegarle la carta. <> Luego recibirá el oficio dándole cuenta de la muerte de su hijo en acto de servicio. Sus compañeros de cuartel del Regimiento de Zapadores nº 4 de Lugo, le echarán de menos... <>

Crispadas las mandíbulas por el dolor, extrae con manos ansiosas la min T del macuto, se acoda en la nieve con esfuerzo, se arrodilla, se incorpora, da unos pasos tambaleantes y se arroja de bruces junto a una de las cadenas del carro.

Le llegan unos gritos confusos:

-¡Eh, muchacho, lárgate de ahí...!

Le cuesta respirar, se siente débil, pero trata de sobreponerse. El sudor le resbala por la frente, ancha y despejada, y se le cristaliza en las mejillas. Sus ojos, grandes y soñadores, atisban desde el suelo la oruga que gira y chirría a medio metro de distancia de su rostro. Le anima la idea de que la dotación del carro no pueda verle. La mina magnética le pesa entre las manos. Inquieto, temeroso de que le flaqueen las fuerzas en el último instante, deposita la carga entre la oruga y la rueda de tracción, introduce el detonador en el mango, tira del cordel y retrocede penosamente, centímetro a centímetro, dejando en la nieve una huella de sangre oscura. Sabe que solo dispone de cinco segundos para ponerse a salvo, pero no puede moverse con l velocidad precisa. Comprende que no podrá salvarse. ¿O acaso...? <<¡Ay, madre ayúdame...!>> DE pronto se alza una llamarada deslumbrante y sus oídos parecen estallarse al estruendo de la explosión.

-¡Muchacho...!

Alguien corre hacia él.

-Ha muerto...

El cabo de enlaces Antonio Ponte Anido, Toñín, ha muerto a las tres y cuarto de la tarde.»

(Del libro “ ...y lucharon en KRASNY BOR” de Fernando Vadillo.) 

Sobran las palabras....Así trata España a sus mejores héroes.

LFU

31 de enero de 2013

Con el alma maltrecha y dolorida. Por José Utrera Molina


(Artículo publicado hoy en ABC)

«Desde la contemplación de mis muchos años le pido a Dios que ayude a Cataluña, que no está representada por sus actuales dirigentes sino por la voz de la historia, que reclamará algún día el precio de la fractura que se pretende consumar»


HACE unos días leí en las páginas de ABC, diario que asiduamente leo, un gran artículo de Jaime González titulado «El claudicante». Hace una oportuna referencia a las palabras que escribió en su día el poeta Neruda que decían lo siguiente: «Mirad mi casa muerta, mirad España rota…». Estas frases traen a mi memoria el recuerdo de algo que el tiempo no ha podido borrar de mi corazón. Tenía yo ocho años y contemplé a mi abuelo que era un hombre alto, fuerte y con un vigor extraordinario, doblado ante un aparato Telefunken que transmitían las noticas del recién proclamado estado catalán. Mi abuelo lloraba. Le pregunté sorprendido qué ocurría para que él manifestara en sus sollozos su desazón y su dolor. Me contestó: «Tú no lo comprendes, pero España se está rompiendo y yo estoy muy triste».

Cito estas palabras y esta anécdota porque fueron el inicio de mi sentimiento patriótico. Me preguntaba entonces, cómo un hombre tan recio podía llorar y comprendí que su llanto debía estar motivado por una causa grande.

Quién nos iba a decir a tantos españoles que íbamos a contemplar de nuevo una circunstancia tan desastrosa en el orden histórico y tan perversa en el orden moral; que transcurridos nada menos que setenta y nueve años, España iba a volver a sufrir con tanta alevosía, con tanta desvergüenza, con tanto rencor y con tanta malicia un atentado contra su ser esencial y su unidad irrevocable.

No voy a entrar a referir aquí todo lo que Cataluña ha sido para España. Las épocas más gloriosas de nuestro acontecer histórico han estado llenas de la entusiasta y a veces incluso delirante colaboración de Cataluña. Yo he vivido muchos de sus latidos y he entonado muchas de sus canciones y, sobre todo, he conocido y respirado en su aire la atmósfera distinta y maravillosa que representaba el más sólido pilar de la Nación española. Me duele ahora, después de tantos años, la criminal actitud de los actuales gobernantes catalanes, que posiblemente no podrán recordar a tantas gentes como yo personalmente conocí, que con sus raíces catalanas habían defendido hasta la muerte el sentido de España, habían nutrido con numerosos efectivos la gloriosa División Azul y habían mantenido un clamor de lealtad cuando existían por entonces algunos silencios precursores de una dolorosa negación.

Hoy es para mí un día de luto, un día triste, sobre todo al no escuchar la palabra justa que defina una actitud firme de gobierno frente a este dislate separatista. Me duele, me sobresalta este silencio gubernamental que no llego a comprender y que me produce sorpresa, indignación y estupor. A mi juicio es el gobierno de la nación el que tiene una irrevocable obligación de salir al paso de tanta inadmisible bravuconería, que tiene justicia y resortes suficientes para mantener la energía intocable de la independencia nacional.

Día tras día verbalmente se atacan los cimientos de nuestra Constitución, se provoca el ánimo no solo de los catalanes sino con sentido contrario el de muchísimos españoles. Se juega a una increíble división, se alistan en la tribu de los que desconocen por completo el valor histórico y español de los catalanes. ¿Cuánto va a durar esta situación? ¿Cuánto tiempo va a soportar el Gobierno tan sucesivas agresiones? Yo creo que la mayoría de los españoles somos contrarios a ese disparate promovido por la ambición y el descaro personalista de unos profesionales de la política que carecen de valor y de dignidad.

Desde la contemplación de mis muchos años le pido a Dios que ayude a Cataluña, que no está representada por sus actuales dirigentes sino por la voz de la historia, que reclamará algún día el precio de la fractura que se pretende consumar. Escribo esto sin rencor y sin furia, pero declaro que me gustaría agotar mi senectud ya avanzada con mis ojos cerrados para siempre sin contemplar el espectáculo vergonzoso de una clamorosa traición. España debe permanecer unida y en paz, y debe librar su futuro de falsos encantamientos, de miserables oportunismos y de equivocaciones tan solemnes como históricamente impropias.

JOSÉ UTRERA MOLINA