Me entero hoy, por La vida
sin filtro que por causa de La Ley de Memoria Histórica se ha borrado de las calles de La Coruña, donde nació, el
nombre del Cabo de Zapadores Antonio Ponte Anido que recibió la Cruz Laureada de San Fernando por un acción heroica en la Batalla de Krasni Bor, .....Y siento náuseas.
«Los españoles replican al fuego y a los gritos.
<<¡Arriba España!>>
La superioridad numérica del adversario es abrumadora y caen
segados por las balas. El cabo Ponte Anido tiene los ojos puestos en el T-34.
Vislumbra el centelleo del cañón abriendo fuego contra la masa de españoles y,
de pronto, el corazón deja de golpearle en el tórax y se siente sumido en una
fría serenidad. Varias ideas cruzan su cerebro como balas trazadoras.
Quizá
deba obedecer la orden de su capitán, alejarse por entre las isbas de la
izquierda e intentar cubrir la distancia que separa del PC del comandante
Alfredo Bellod Gómez, jefe del Grupo de Zapadores de Asalto 250, para decirle:
<> Pero él también está herido, le han alojado hace un rato una bala en el
cuerpo y duda poder escurrirse con la necesaria rapidez por las calles
infestadas de adversarios. Los ve. El cabo de enlaces los ve deambular sus
sombras espectrales por entre las isbas calcinadas. Medita un instante y llega
a la conclusión de que deberá optar por una de ambas soluciones: quedarse donde
está y aguardar a que se despeje la situación, o intentar destruir el T-34, con
lo que acoso logre salvar la vida de algunos de aquellos camaradas en apuros. Y
de los heridos que tal vez continúan alojados en el edificio del hospital,
hacia donde parece querer dirigirse ahora el carro de combate.
Descarta la primera posibilidad, y haciendo acopio de aire
en sus pulmones, se levanta y corre en línea recta. En ese momento el carro se
ha detenido y gira su torreta con indecisión. Las ráfagas de pistola
ametralladora y las granadas de mano que le lanzan los españoles emiten un
sonido de campana al rebotar en las planchas de acero. El enlace se detiene en
plena galopada, se le doblan las rodillas y cae de bruces en la nieve alcanzado
por un rafagazo. < > Oye sus alaridos. Oye
el chirriar del T-34... <> Le escribió
días atrás. <> Tardará en llegarle la carta. <> Luego recibirá el oficio dándole cuenta de la muerte de
su hijo en acto de servicio. Sus compañeros de cuartel del Regimiento de
Zapadores nº 4 de Lugo, le echarán de menos... <>
Crispadas las mandíbulas por el dolor, extrae con manos
ansiosas la min T del macuto, se acoda en la nieve con esfuerzo, se arrodilla,
se incorpora, da unos pasos tambaleantes y se arroja de bruces junto a una de
las cadenas del carro.
Le llegan unos gritos confusos:
-¡Eh, muchacho, lárgate de ahí...!
Le cuesta respirar, se siente débil, pero trata de
sobreponerse. El sudor le resbala por la frente, ancha y despejada, y se le
cristaliza en las mejillas. Sus ojos, grandes y soñadores, atisban desde el
suelo la oruga que gira y chirría a medio metro de distancia de su rostro. Le
anima la idea de que la dotación del carro no pueda verle. La mina magnética le
pesa entre las manos. Inquieto, temeroso de que le flaqueen las fuerzas en el
último instante, deposita la carga entre la oruga y la rueda de tracción,
introduce el detonador en el mango, tira del cordel y retrocede penosamente,
centímetro a centímetro, dejando en la nieve una huella de sangre oscura. Sabe
que solo dispone de cinco segundos para ponerse a salvo, pero no puede moverse
con l velocidad precisa. Comprende que no podrá salvarse. ¿O acaso...?
<<¡Ay, madre ayúdame...!>> DE pronto se alza una llamarada
deslumbrante y sus oídos parecen estallarse al estruendo de la explosión.
-¡Muchacho...!
Alguien corre hacia él.
-Ha muerto...
El cabo de enlaces Antonio Ponte Anido, Toñín, ha muerto a
las tres y cuarto de la tarde.»
(Del libro “ ...y lucharon
en KRASNY BOR” de Fernando Vadillo.)
Sobran las palabras....Así trata España a sus mejores héroes.
LFU