He ido aparcando la entrada por falta de tiempo, pero no
quiero dejar pasar más días sin denunciar públicamente la indecencia del
presidente del Partido popular vasco, Antonio Basagoiti al calificar despectivamente
la bandera nacional que ha estado vigente en España desde 1938 a 1981, como “la
bandera del pollo”.
Tenía al Sr. Basagoiti por hombre algo más versado y prudente,
por lo que sus declaraciones –hechas en el marco de la polémica que antecedió a
la pitada nacionalista en la final de la Copa del Rey- me sorprendieron
desagradablemente.
Mucho me temo que la cultura de Basagoiti no le alcanza para
conocer que el Águila de San Juan ha formado parte de la historia heráldica del
escudo de España desde que Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, la
incorporasen al escudo real como símbolo de la catolicidad de la nación
Española a finales del siglo XVI.
Por esa bandera -que usted señor Basagoiti ha despreciado e insultado
con su estúpida gracieta, equiparando a quien le lleva con quienes insultan y vejan nuestro himno y al Jefe del Estado- han entregado su vida muchos españoles. Ese escudo –que, por
cierto, preside el único ejemplar firmado de la Constitución Española- ha cubierto
los féretros de muchos españoles asesinados por ETA. Esa bandera, jurada con unción por tantos
miles de españoles antes de que el señor Basagoiti tuviera uso de razón, merece
un enorme respeto que el presidente del Pp vasco no ha sabido guardar, en un alarde de ingenuo progresismo
que seguramente habrá arrancado la sonrisa sarcástica de los que le quieren a
usted fuera de Vascongadas, con bandera o sin ella.
Me viene a la memoria aquella placa que figuraba en uno los muros del Alcázar toledano, dedicada por la Academia de Infantería Turca y
decía: «Un estandarte no es una
bandera si no se ha derramado sangre por ella. Una tierra no es una patria si
no se ha muerto por ella».
Se ha rebajado usted, señor Basagoiti, para solaz de sus adversarios,
insultando a una bandera que –como muchas otras en nuestra historia- ha sido de
todos, por la que se ha derramado mucha sangre e ingentes dosis de heroísmo,
desde nuestras fronteras a las lejanas estepas de Rusia, en las que cayeron
bajo esa bandera cinco mil jóvenes españoles.
Así que desde aquí le pido y le exijo una decorosa
rectificación y una disculpa pública. Su agravio es doble por lo que usted
representa. Mientras no lo haga, sólo merecerá para quien esto escribe el mayor de
los desprecios como indigno hijo de España.
LFU