11 de abril de 2012
Necesidad de liderazgo
10 de abril de 2012
El obispo de Alcalá y la homosexualidad
O lo que la Iglesia sostiene
No voy a salir en defensa de Don Juan Antonio Reig, obispo de Alcalá de Henares, por haber expresado la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad. Expuso lo que la Iglesia sostiene. Y eso los católicos no lo defendemos. Lo profesamos.
Y la Constitución no es apenas nada para la Iglesia. Ha habido muchísimas. Y ninguna varió su doctrina. La Constitución de la Iglesia es Jesucristo. Y a Él es a quien tiene que obedecer.
El cardenal de Barcelona no se ha desmarcado del obispo de Alcalá ni ha acudido a apagar ningún fuego. Piensa lo mismo y lo dice. Tal vez con menos claridad pero en la misma línea. Hay que respetar a la persona del homosexual. Y a toda persona. Un homosexual puede llegar a santo. Como un heterosexual. Pero no por practicar su tendencia. Como el heterosexual tampoco salvo que la practique en el matrimonio.
Pues esa es la doctrina de la Iglesia. La que propone. Monseñor Reig no ha dicho nada nuevo. ¿Ha hablado de infiernos terrestres? Pues los hay. Muchos. En una tendencia y en la otra. El mundo de los chaperos, como el de los puteros, es bien triste. En los que los utilizan y en el de los utilizados. No resiste la menor comparación con el de aquellos que llegan al final de sus días amándose y rodeados del amor de sus hijos y de sus nietos. Claro que el matrimonio no es ninguna panacea. Requiere vivirlo en el amor. Y para ello ayuda mucho la gracia de Dios.
La Iglesia viene enseñando lo mismo desde que Cristo la fundó. Y el obispo de Alcalá no ha hecho más que exponer esa doctrina. ¿Qué a algunos les molesta? Es problema suyo. Por ser homosexual no se deja de ser católico. Practiquen o no practiquen su tendencia. Ahora, si no les gusta lo que la Iglesia manda, y que si no se sigue tampoco excluye de la Iglesia y el problema se resuelve en el confesonario, donde te perdonarán hasta más de setenta veces siete, con comprensiva aceptación de las debilidades humanas, pues fuera tampoco pasa nada. Hasta que llegue el juicio de Dios. Y en él ninguno podemos entrar. Porque nos supera con muchísimo.
F.J.Fernández de la Cigoña
9 de abril de 2012
Mi Semana Santa
30 de marzo de 2012
Matones y Cobardes
Quien paseara ayer por las calles de las grandes ciudades no puede emplear otro calificativo para quienes ayer se adueñaron del asfalto con aire amenazador contra todo aquél que teniendo trabajo, cometiera la osadía de querer trabajar, es decir, contra la mayor parte del pueblo español que aún disfruta de un puesto de trabajo, que ayer se convirtió de nuevo en fascista por desafiar la “tolerante” llamada a rebato de la izquierda.
Como ya dijo Rubalcaba, el PSOE irá con los Sindicatos como el PP con los curas. La diferencia es que el Pp no había untado previamente a los curas, que éstos no viven de los impuestos de todos, sino de las aportaciones de los católicos y que no se dedican a arruinar el país haciendo de matones de la izquierda.
Porque el PSOE ya ha decidido, a los 100 días de gobierno popular, adueñarse de la calle con la ayuda de sus comparsas Tojo y Méndez, para demostrar que la democracia sólo vale cuando son ellos los que gobiernan. Lo mismo que hicieron en 1934 contra el gobierno de Lerroux, sólo que entonces lo hicieron con las armas y hoy lo hacen tratando de hundir a la economía española que no está para muchos embites.
Preparémonos para una ofensiva en toda regla convenientemente urdida por la izquierda para deslegitimar el gobierno de la derecha. El fín justifica los medios y para ello usted y yo hemos sufragado la actividad de unos sindicatos indecentes que lejos de defender los derechos de los trabajadores se ofrecen como ariete de los enemigos de la libertad y de la democracia.
Hay en España casi 5.000 caraduras llamados liberados sindicales, que cuestan a las empresas españolas –esas que tienen que crear empleo- la nimia cantidad de 250 millones de euros anuales. Los los 13,5 millones de euros que recibieron los Sindicatos en 2004, el PSOE los convirtió en 2010 en 29 millones. Y mientras tanto, el resto de los españoles apretándose el cinturón y cerrando las tiendas por miedo a que vengan los cobardes y matones de los «piquetes «informativos»
El rostro de la mujer de la fotografía lo dice todo. A estas horas, no he escuchado de los dirigentes sindicales ni de Rubalcaba una condena firme y rotunda de los matones a los que han enviado a romper escaparates y amedrentar a los millones de fascistas que habitamos esta España nuestra que cada vez está más cerca de repetir los errores del pasado.
Qué asco y qué vergüenza.
LFU
28 de marzo de 2012
Madrid se incorpora a España..
“La verdad real: estamos derrotados por nuestras propias culpas: estamos derrotados nacionalmente por habernos dejado arrastrar a la línea bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos... La reacción contra ese error de la República de dejarse arrastrar a la línea bolchevique la representan genuinamente, sean los que fueran sus defectos, los nacionalistas (es decir, el bando llamado “Nacional”, capitaneado por Franco), que se han batido en su gran cruzada anti-Komitern.”
15 de marzo de 2012
Un pelotón de soldados
14 de marzo de 2012
No me canso. Padre Edward J. Flanagan
Hace unos días conocimos la apertura del proceso de beatificación del Padre Flanagan, el Fundador de la Ciudad de los Muchachos. Con este motivo y gracias a la iniciativa de mi hermana Reyes, he rescatado para verla con las niñas la película protagonizada por Spencer Tracy y Mickey Rooney en 1938 ganadora de dos Oscars, que no tiene desperdicio. Este tipo de películas, con un mensaje altruista y positivo para la infancia y la juventud, son un apoyo fundamental en la educación de nuestros hijos. Mientras tanto, y buceando algo más en la vida del sacerdote Irlandés he encontrado este bonito pasaje que no me resisto a postear.
NO ME CANSO
En la Ciudad de los Muchachos
La Ciudad de los Muchachos fue fundada por el famoso Padre Flanagan para recoger a chicos más o menos abandonados, educarlos, instruirlos en oficios o carreras, hacerlos hombres.
El Padre Flanagan tenía por norma no admitir niños con enfermedades que los imposibilitaran para seguir el ritmo de trabajo, estudio, recreo y oración establecido en la Ciudad.
Un día le avisaron que en la sala de visitas preguntaban por él una señora con su hijo de unos trece años. Cuando el Padre entró en la sala vio a la madre y al hijo sentados junto a la ventana. La madre se acercó a saludarlo, pero el niño no se movió. Al Padre Flanagan no le pasó desapercibido el hecho de que el chico no se levantase a saludarlo, pero imaginó que sería por timidez o por nerviosismo ante una persona mayor desconocida...
La entrevista transcurrió con normalidad y la señora convenció al Padre Flanagan para que admitiese a su hijo, pues su marido la había abandonado y ella tenía que ganarse la vida como criada, sin tener casa propia.
- De acuerdo, hijo, te quedas con nosotros. ¿Me has dicho que te llamas Antonio, ¿no?
- Si, Padre.
- Pues espera aquí, Antonio, mientras despido a tu mamá,- y la acompañó hacia la puerta de salida. La señora no hacía nada más que repetir su acción de graciasy que dejaba a su hijo con mucha pena, pero que no tenía otro remedio. Una vez en la calle, se alejó rápidamente hacia un taxi que la estaba esperando. El padre le dijo el último adiós, y volvió a la sala de visitas.
- Vamos, Antonio, te llevaré al pabellón donde has de vivir: un compañero te enseñará el dormitorio, el comedor… También te dirá nuestras costumbres para que sepas lo que tienes que hacer.
Antonio bajó la cabeza y no se movió de la silla.
- Vamos, repitió el Padre Flanagan
El muchacho siguió inmóvil, levantó despacio la cabeza y miró al Padre con ojos de suplica y temor.
- ¡Te pasa algo? -dijo el Padre Flanagan entre cariñoso y perplejo.
- Es que... es que no puedo andar... soy paralítico.
Todo su temple natural y la ayuda sobrenatural que el cielo da a los santos, necesitó el P. Flanagan para disimular su disgusto y tratar de sonreír a aquel pobre inválido que, de una forma tan fraudulenta, le habían asignado. Después de consolar a Antonio y darle confianza para que se sintiese uno más en la Ciudad, el Padre Flanagan llamó a Eduardo, uno de los jóvenes de su plena confianza, para que cargase con Antonio y lo llevase al pabellón. Eduardo cogió al chico en brazos. Cuando el Padre Flanagan advirtió que Eduardo avanzaba un poquito más despacio que al principio, volvió los ojos para mirarle cariñosamente y preguntarle si se cansaba. Entonces Eduardo respondió con una frase que ha quedado como lema de la Ciudad.
- No me canso, Padre: es mi hermano .
(De la página web de Equipo pedagógico Ágora)