


No puedo pedir más. Sevilla, Málaga y después, Nerja. Una Semana Santa redonda.
Feliz Pascua de Resurrección a todos.
LFU
La Ciudad de los Muchachos fue fundada por el famoso Padre Flanagan para recoger a chicos más o menos abandonados, educarlos, instruirlos en oficios o carreras, hacerlos hombres.
El Padre Flanagan tenía por norma no admitir niños con enfermedades que los imposibilitaran para seguir el ritmo de trabajo, estudio, recreo y oración establecido en la Ciudad.
Un día le avisaron que en la sala de visitas preguntaban por él una señora con su hijo de unos trece años. Cuando el Padre entró en la sala vio a la madre y al hijo sentados junto a la ventana. La madre se acercó a saludarlo, pero el niño no se movió. Al Padre Flanagan no le pasó desapercibido el hecho de que el chico no se levantase a saludarlo, pero imaginó que sería por timidez o por nerviosismo ante una persona mayor desconocida...
La entrevista transcurrió con normalidad y la señora convenció al Padre Flanagan para que admitiese a su hijo, pues su marido la había abandonado y ella tenía que ganarse la vida como criada, sin tener casa propia.
- De acuerdo, hijo, te quedas con nosotros. ¿Me has dicho que te llamas Antonio, ¿no?
- Si, Padre.
- Pues espera aquí, Antonio, mientras despido a tu mamá,- y la acompañó hacia la puerta de salida. La señora no hacía nada más que repetir su acción de graciasy que dejaba a su hijo con mucha pena, pero que no tenía otro remedio. Una vez en la calle, se alejó rápidamente hacia un taxi que la estaba esperando. El padre le dijo el último adiós, y volvió a la sala de visitas.
- Vamos, Antonio, te llevaré al pabellón donde has de vivir: un compañero te enseñará el dormitorio, el comedor… También te dirá nuestras costumbres para que sepas lo que tienes que hacer.
Antonio bajó la cabeza y no se movió de la silla.
- Vamos, repitió el Padre Flanagan
El muchacho siguió inmóvil, levantó despacio la cabeza y miró al Padre con ojos de suplica y temor.
- ¡Te pasa algo? -dijo el Padre Flanagan entre cariñoso y perplejo.
- Es que... es que no puedo andar... soy paralítico.
Todo su temple natural y la ayuda sobrenatural que el cielo da a los santos, necesitó el P. Flanagan para disimular su disgusto y tratar de sonreír a aquel pobre inválido que, de una forma tan fraudulenta, le habían asignado. Después de consolar a Antonio y darle confianza para que se sintiese uno más en la Ciudad, el Padre Flanagan llamó a Eduardo, uno de los jóvenes de su plena confianza, para que cargase con Antonio y lo llevase al pabellón. Eduardo cogió al chico en brazos. Cuando el Padre Flanagan advirtió que Eduardo avanzaba un poquito más despacio que al principio, volvió los ojos para mirarle cariñosamente y preguntarle si se cansaba. Entonces Eduardo respondió con una frase que ha quedado como lema de la Ciudad.
- No me canso, Padre: es mi hermano .
(De la página web de Equipo pedagógico Ágora)
«No somos libres ni de matar ni de morir. La muerte no es ninguna libertad sino su negación y a las personas que se encuentran en situaciones desesperadas no hay que asomarlas al abismo sino darles consuelo y esperanza para que hallen la fuerza necesaria para continuar.»
«Gallardón tiene toda la razón del mundo cuando dice que hay un contexto ideológico que trata de presentar el aborto como si fuera ir a hacerse la manicura. Es el fin del trayecto del relativismo: banalizarlo todo hasta banalizar la vida misma. Hay una violencia estructural y asfixiante que el feminismo ejerce contra las mujeres y que rebasados los límites de la vida apela directamente a la muerte. Siempre nos acaban sorprendiendo las inagotables formas del mal.
El valiente artículo de Salvador Sostres ayer en el Mundo contiene la clave del histerismo desatado en el matrix progre por la incontestable verdad proclamada ayer por Ruiz-Gallardón en el Congreso. Asistimos a un verdadero aquelarre de cinismo por quienes carecen de conciencia o pretenden lavar la mala que tienen.
Todos los que apoyamos activamente a organizaciones de defensa de la maternidad como Red Madre o Fundación Madrina, sabemos de primera mano cómo cada año se salvan cientos y miles de vidas de niños tan sólo con una mano tendida a la esperanza de madres abocadas al abismo del aborto. ¿Acaso es mentira que muchas madres abortan por temor a que se trunque su vida laboral? ¿Acaso es mentira que hay madres que abortan por temor a una reacción hostil de su entorno familiar? ¿Acaso no hay miles de madres que abortan porque ven desesperadas que no pueden mantener a su hijo concebido?.
¡Hipócritas!. O debería decir algo peor de quien esta mañana en la radio, desde el cinismo de su petulante equidistancia acusaba al Ministro de someter a una doble persecución a la mujer por impedirle abortar cuando se ve hostigada por su entorno. Así que para el otrora jefe de prensa de la Guardia de Franco Sr. Ónega, si una mujer es obligada a abortar por un chulo de mierda, en vez de ofrecer ayuda a la mujer para que tenga su hijo hay que dejar que el chulo se salga con la suya porque si no podría ser peor para la mujer, ¿no es así?. ¡Viva la libertad!
El Ministro ha sido valiente atacando directamente el fondo del problema y eso es precisamente lo que provoca la exasperación de las hienas, sobre todo la de las asociaciones de centros que se lucran con el negocio del aborto. Porque mientras no se defienda, proteja y dignifique la maternidad; mientras no se conciencie a la sociedad de la importancia y dignidad de la vida del no nacido, la lucha por la vida no tiene futuro. No se trata de castigar sino de hacer pedagogía. Para luchar por la vida de los más indefensos no hacen falta grilletes sino ecografías. Para luchar por la dignidad de la mujer hay que denunciar alto y claro la presión de un poderoso movimiento feminista que ofrece a las mujeres la falsa libertad de jugar a ser dios con la vida y la muerte de quien no tiene quien le defienda.
Se puede decir más alto pero no más claro. Aunque el precio que tenga que pagar sea muy alto -que lo será-, es una lucha que merece mucho la pena.
Gracias Ministro.
LFU
«Practican por error un aborto en un bebé sano»
Una noticia como ésta no debería dejarnos indiferentes, por cuanto refleja de forma fidedigna lo gravemente enferma que está nuestra sociedad. En primer lugar, porque la noticia no debería ser la del titular, que está incompleta, sino ésta otra «Practican por error un aborto en un bebé sano y luego abortan a su hermano enfermo» o «Madre aborta a dos gemelos aunque sólo quería abortar uno», porque alguien ingenuo como yo, que sólo hubiera leído el titular pudiera pensar que acaso el terrible error hubiera servido para abrir los ojos a esa madre y conseguir el indulto de su bebé enfermo, aunque solo fuera para darle durante unas horas, días o meses el cariño que nunca podría regalar a su hermano asesinado «por error».
Pero no fue así. Por desgracia, la noticia nos desvela el horrendo desenlace de la triste historia. Y es que la madre –o mejor dicho, progenitora- pidió también que abortaran al otro bebé que tenían que haber matado en lugar de su hermano, corriendo ambos gemelitos la misma suerte.
El prosaico final –al menos inmediato- de la historia será la determinación de la indemnización que el médico tendrá que pagar a la madre por haber matado al bebé equivocado. Esa será la última noticia que trascienda del caso. Pero a nadie le importa que hayan matado al bebé con cardiopatía. Total, su pequeño y enfermo corazón no habría aguantado mucho…o a lo mejor sí.
Hay dos ángeles más en el cielo mientras aquí abajo cada día contemporizamos más con el infierno.
LFU