23 de noviembre de 2011
José Antonio, presente, 75 años después.
21 de noviembre de 2011
Después de las elecciones
- Me gustó mucho Rajoy en su intervención de ayer. Demostró saber estar y esto ya es mucho con respecto a su antecesor. Ojalá no pierda la compostura ni la seriedad. No es momento de festejos ni de ocurrencias, sino de certidumbres.
- La aparición de Rubalcaba, patética, con cuatro marujas de telón de fondo que se pegaban codazos y forzaban sonrisas y sin ninguno de los miembros de su equipo, ni del Gobierno, ni de la dirección del Psoe, ni, por supuesto, el infame que entró y salió de tapadillo como si con él no fuera la cosa. Cobardía sin límites en una noche que espero sea muy larga para ellos.
- Urge introducir medidas correctoras en el sistema electoral para evitar las distorsiones que la Ley D'Hont está provocando en la representación popular. No es de recibo que ETA tenga 7 diputados con 300.000 votos, que CIU tenga 16 con poco más de un millón y que UPD tenga 5 con 1,2 millones. El gran beneficiado será Izquierda Unida, pero siempre será mejor que aguantar el chantaje nacionalista.
- Espero que el nuevo Fiscal General del Estado esté a la altura de las circunstancias para tratar de compensar el enorme daño infligido por Zp y sus comparsas del Tribunal Constitucional con la legalizaciónd e Bildu.
- Me alegré de haber prestado mi voto al Pp y contribuido a al debacle del Psoe. Voté -como pidió el Abad del Valle de los Caídos en su magnífica homilía de ayer- pensando sólo en España. A partir de aquí, veremos cuanto tardo en rasgarme las vestiduras....
- Como Rajoy es católico, espero que sea coherente con su fe y que Dios le ilumine.
15 de noviembre de 2011
Ante las elecciones del 20 de noviembre
España está en una hora extremadamente crítica. En lo económico y en lo moral, nuestra patria está sufriendo las terribles consecuencias de ocho años de gobiernos sectarios, irresponsables e incompetentes. Para Zapatero no había más prioridad que su proyecto de ingeniería social dirigida a consolidar la supremacía moral de la izquierda mediante la manipulación de la Historia, el ataque a la familia, el ahogamiento de la libertad y el socavamiento de los valores de la civilización cristiana. Ha supeditado la supervivencia de la Nación y del Estado a su ignorante y sectaria radicalidad, gobernando sólo para la mitad de los españoles, provocando un grave desprestigio de instituciones como la fiscalía y el Tribunal Constitucional, convertidas en peones obedientes al servicio de su política sectaria. Ha retrasado de forma irresponsable la adopción de medidas indispensables para la supervivencia económica de España creando una situación pavorosa de desempleo, de desesperanza y de frustración colectiva como nación.
Ante la dramática situación que vive España, no soy partidario de adoptar posiciones dogmáticas, aunque respeto a quienes así lo hacen. Sé muy bien que el Partido Popular no hará, ni mucho menos, la España con la que sueño. Sé que sus muchos complejos en materia social y cultural nos privarán de un cambio de rumbo necesario para contrarrestar el inmenso daño que se ha hecho en las últimas décadas. Sé que seguirán muriendo asesinados cientos de miles de inocentes en el vientre de su madre…. Pero también sé que si hay algo verdaderamente prioritario en esta hora de España, es desalojar a la izquierda del poder, aplicar políticas económicas con sentido común y detener el deterioro moral e institucional de España. Me considero obligado a tratar de impedir que se vaya agrandando el abismo moral en el que han sumido a nuestra patria y de evitar que la incompetencia de sus políticas erráticas desahucie para siempre el futuro de nuestros hijos. Y, por primera vez en muchos años tenemos la oportunidad de infligir una derrota histórica y ejemplarizante al Partido socialista, que bien merecido lo tiene.
11 de noviembre de 2011
José Antonio, ahora. Por José Utrera Molina
Utilizo esta expresión adverbial porque me consta que late en los corazones de muchos de los que nos sentimos falangistas y que también su urgencia reside en una honesta reflexión de nuestras mentes. En primer término tenemos la obligación de derramar nuestra vista ya cansada por el panorama nacional. Reconocemos que la tecnología ha cambiado sustancialmente muchas cosas, pero ese cambio desprovisto de motivaciones, hondas y profundas, mirando a lo trascendente no se ha producido y así contemplamos unos con pena, otros con indignación, algunos con rabia y muchos con desesperanza, a nuestro solar invadido por una gangrena insoportable. Las nuevas generaciones no pueden estremecerse ante la emoción de la patria porque no la conocen y al no conocerla no la sienten y hay que tener en cuenta que en el principio de la Falange, campeaba siempre el dolor por la insatisfacción que sentíamos al contemplar la desdicha de España. Este recorrido por valles, por regiones, por tierras que antaño tuvieron un lazo apretado de unidad nos provoca no sólo angustia sino también incertidumbre. España es una entidad con una sustantividad unitaria indiscutible. No han sido agregados ocasionales los que se han producido a lo largo de la historia sino un proceso muy profundo de integración que ha resistido cambios y vaivenes. Urge en estos momentos la recuperación de un nuevo sentido del patriotismo. José Antonio seguiría pensando que España no le gustaba y ese patriotismo suyo de perfección, que le llevó a la muerte es la única tabla salvadora que nos puede revivir de esta catástrofe. El orgullo sin jactancia de ser español, la conciencia de nuestro viejo y hermoso destino, la sangre que se derramó en aras de estos ideales no puede quedar esterilizada.
Por eso José Antonio no está tan lejos en el tiempo, esa dimensión trituradora que a veces borra los acentos más importantes de la vida.
José Antonio es ahora la única y yo creo que la más fecunda de las fórmulas políticas que muy pronto tendrán que escogerse para hacer valedero un futuro mejor, un horizonte de mayor dignidad y grandeza comenzando claro está por una activa mutación en los valores hoy imperantes.
Pero José Antonio, al que yo sitúo ahora en el centro de mi esperanza, no sólo vivió para alumbrar unos criterios nuevos, un estilo diferente sino para darnos definitivamente una lección ante la muerte. Muchas veces en mi soledad he reflexionado sobre las horas que precedieron a su fusilamiento y al saber que no hubo temblor en su pulso, ni vacilación en sus convicciones, me invade un optimismo trascendente. La muerte ante José Antonio no apareció enlutada o siniestra sino como un aura de gratificación heroica de todo a lo que había servido con honestidad y también con orgullo legítimo. Nadie ha reparado suficientemente en que un hombre que va a hacer frente a la muerte, que tiene cercano a sus enemigos y que estos bien o mal componen una parte del pueblo español, sea capaz de decir que ojalá no vuelvan a existir discordias civiles mientras hace un elogio de las virtudes de sus gentes. Pudo sentir indignación y pena, pero sintió dolor y en último término solicitó la bendición del Dios en el que creía.
Ahora que todas las referencias trascendentes son sistemáticamente asfixiadas, que el reino de lo espiritual está más situado en la magia que en la verdad de los corazones, ahora que se insulta a todo lo que ha sido la esencialidad política de la nación española con la contemplación de brazos cruzados de aquellos que tenían el deber de proclamar en alta voz lo que significa como patrimonio común, la vida de España, nosotros tenemos la obligación de alzar en nuestro pensamiento la figura de José Antonio. Proclamamos en alta voz que José Antonio no ha muerto, que vive en cada uno de nosotros, que no es una referencia pálida que pueda olvidarse sino un estímulo impetuoso que se resiste a morir en el olvido.
José Antonio ahora, nos es necesario Su pensamiento sigue estando lejos de esa derecha amarillenta de la cual algunos se sienten orgullosos porque fue precisamente esa tropa sin uniforme la que propició su muerte y su calvario y eso no lo vamos a olvidar nunca. José Antonio murió porque la derecha española le había condenado previamente. Esto hizo que quedara desasistido de argumentaciones jurídicas convenientes que pudieran haber paliado la gravedad de su situación personal. Luego, esa misma derecha le aclamó para confundirlo, le ensalzó para mitificarlo, le defendió para hundirlo en un panorama de confusión. Nosotros hoy tenemos que traerlo ahora junto a las brasas de nuestro corazón no resignado y decirle a los españoles y al mundo entero que aquí hubo un hombre que se puede y se debe pronunciar con emocionada unción en el tiempo de hoy.
3 de noviembre de 2011
Juan Ramón Jiménez, José Antonio y la «Aristocracia Universal»
«¿Por qué la "Hispanidad" (con mayúscula) no hace libro monumental con toda la obra arquitectónica de España en América desde California al Perú? ¿Qué país colonizador ha hecho cosa semejante? ¡Cien volúmenes son necesarios1 ¡Y vengan arquitectos y fotógrafos de España a hacerlos1 ¿Por qué no se recita y se canta el "Romancero" todos los días en un teatro español nacional?. Y esa obra no la hizo Castilla, la hizo también Andalucía y Extremadura, la hizo España, España aristocrática. No creo en la democracia (Demo: El mal, el peor), creo en la aristocracia universal. ¡Todos aristócratas! (Aristo: el mejor). Aristócratas fueron Larra, Sanz del Río, Giner, Salmerón, Pí y Margall, Azcárate, Costa, Cajal. Y también José Antonio Primo de Rivera. La ideolojía superior española está en ellos, usted lo sabe. Empieza en un suicida, Larra, y acaba con otro, Ganivet, los dos, por asco de españolidad vulgar. La llamada jeneración del 98, por Díaz-Plaja, es una jeneración de diletantes políticos. Grandes escritores todos, menos Maeztu, y todos modernistas, modernistas ideólogos y modernistas líricos. Estamos en pleno modernismo, por fortuna, los teólogos y los poetas.»
24 de octubre de 2011
Perdonavidas
Hace unos días, mi buen amigo Manuel me ponía un ejemplo clarificador del escenario que se abre tras el comunicado de la ETA. Imaginaos que un grupo de facinerosos decide ocupar una parte de vuestra casa y se dedica a pegaros, molestaros y amenazaros. Insultan a vuestros padres, pegan a vuestros hijos, matan a vuestros hermanos y asustan a vuestras mujeres...
De repente, cuarenta años más tarde y algo asustados, pues las denuncias y medidas que hemos tomado comienzan a hacer mella en su comodidad, se presentan en vuestra casa y os dicen: estamos dispuestos a discutir (siempre que nos deis la razón) de quién es el trozo de casa ocupado y mientras discutamos no os vamos a matar ni a pegar (pero recordad que tengo las escopetas guardadas) además como prueba de buena voluntad tenéis que retirar las denuncias que tenéis interpuestas.
¿Estaríais contentos? Sin duda que os tranquilizaría el cese de las hostilidades. Pero dudo mucho que os emocionaseis hasta el llanto pensando que por fin los malos han entrado en razón y se avienen a dialogar como buenos amigos.
Pues esta es la sensación que toda persona sensata debería tener. Que la ETA nos perdone a todos la vida después de cuarenta años matando inocentes de forma salvaje -manteniendo su arsenal, por si las moscas- no es como para dar saltos de alegría y mucho menos para derramar lágrimas interesadas de emoción en mítines públicos.
Celebremos que dejen de matarnos, pero no perdamos la cabeza. No podemos darles lo que quieren –una parte de España- y mucho menos rendir el Estado de Derecho haciendo tabla rasa de sus salvajadas. Lo contrario sería traicionar la memoria de las víctimas, pisotear la dignidad de la nación y concederles una victoria que ahora mismo están celebrando frotándose las manos ante la terrible debilidad que –sólo por interés electoral- está demostrando el peor gobierno de la historia de España.
LFU
21 de octubre de 2011
ETA no contaba con Gadafi
Todo estaba pactado de antemano y nadie se ha salido del guion. Me produjo sonrojo asistir a la ceremonia de las declaraciones preparadas hace días por los gabinetes del PSOE y del PP, como si todos los españoles fuéramos estúpidos.
El guión estaba escrito desde hace tiempo y el escenario no podía ser más propicio para ETA con la repugnante "Conferencia de paz" por delante, cuidadosamente preparada por ellos para multiplicar el efecto mediático de una estrategia perfectamente urdida para reforzar el poder de Bildu de cara a las próximas elecciones nacionales y autonómicas.
Tal vez los españoles corren hoy menos peligro que ayer. Pero mucho me temo que España está más en peligro que nunca.