Reproduzco a continuación mi comentario de
hace un año, pues los argumentos sobre los abucheos los sigo manteniendo de la cruz a la fecha. Únicamente un matiz. El hecho de que se produjeran abucheos durante el toque de oración es intolerable, pero la culpa no fue de los abucheadores -que por su lejanía respecto al escenario del acto no tenían idea de lo que estaba sucediendo en ese momento y sólo respondieron a la mención del Presidente del Gobierno por la megafonía, y además, con efecto "ola"- sino al inmenso perímetro de seguridad que estableció Defensa para alejar lo más posible al pueblo de las tribunas de autoridades. Hubieran bastado un par de pantallas de tv para evitar tan desafortunado incidente en un momento tan solemne, pero el Gobierno ha buscado excusas para echar la culpa a la extrema derecha organizada, lo cual no deja de ser un contrasentido pues como bien dice DAL, no hay nada más ajeno a la organización que la ultraderecha.
Yo este año preferí irme a la playa a descansar. Pero hubiera hecho oir mi voz para pedir la dimisión del Presidente -pitar es que no sé- antes y después. Lo del "protocolo" de la Chacón para "blindar" la fiesta nacional es ya de aurora boreal....
LFU
"Es natural que Rodríguez Zapatero quiera restar importancia a los abucheos que año tras año –desde que accedió a la presidencia- acompañan su llegada y partida de los actos del desfile de la Fiesta nacional del 12 de octubre, relegándolos a la categoría de ritual.
El Presidente –el único, por cierto, en los últimos treinta años que ha sido sonoramente abucheado en tales ocasiones- nunca ha querido serlo de todos los españoles. La tónica de su mandato ha sido la de dividir a los españoles en buenos y malos, reservando la última calificación a los que se resisten a comulgar con las ruedas de molino de sus iniciativas estrella de la memoria histórica, del aborto y de la educación para la ciudadanía.
El público que asiste a los desfiles no es precisamente el adicto a la ideología de género o a la memoria histórica; carece de dudas sobre el concepto de nación en lo tocante a España y quiere y respeta a su ejército y a su historia. No es, por tanto, el perfil del votante del socialismo representado por Zp. Y ese mismo público, que grita Viva España al paso de las unidades militares, y se comporta con dignidad al paso de las banderas de las naciones aliadas, se siente profundamente herido por la insolvencia de un gobernante que ha jugado peligrosa y ligeramente con la unidad de España, que ha socavado los cimientos del estado de derecho cuando le ha convenido, ha tirado por los suelos el prestigio internacional de nuestra patria y ha querido convertir en «criminales fascistas» a la mitad de los españoles que lucharon en nuestra guerra fraticida. Por eso, precisamente, a Rodríguez le dan absolutamente igual, porque sabe que no es más que la manifestación del mismo desprecio que él siente por los que le abuchean.
Ningún otro gobernante ha crispado más a los españoles; ninguno ha reabierto tantas heridas; ninguno ha despreciado tanto a la mitad de España y ninguno ha recibido semejantes abucheos.
Los abucheos, por tanto, son tan comprensibles como merecidos. Pero, ¿es ese el lugar adecuado?. Sin ningún género de dudas, la respuesta es sí. En primer lugar, porque los abucheos se produjeron en la vía pública antes y después del acto en sí -que comienza con la llegada de la Bandera Nacional y la revista a las Fuerzas por parte del Jefe del Estado- y en ningún momento durante su celebración, durante la cual los asistentes mantuvieron una actitud de respeto ejemplar. Si aún así se entendiese que los prolegómenos o momentos posteriores del acto en sí deben tener la consideración de “acto de Estado”, no lo es menos que los desfiles se hacen en la vía pública para solaz y orgullo de la gente y no en un recinto cerrado para consumo de las autoridades. Jamás admitiría ni disculparía un abucheo en un funeral de Estado o en un acto solemne en el que el Presidente esté representando a nuestra Nación. Pero no era el caso. En el desfile de la Fiesta nacional, España estaba representada, primero, por el Jefe del Estado y después, por los representantes de los tres poderes del Estado, pero también por el pueblo para el que se organiza el despliegue de tropas. Y si lo que se quiere es que la gente acuda y aguante dos horas de espera en la calle con mordaza, lo mejor es eliminar los desfiles, pero no se puede pretender invitar a todo un pueblo a celebrar los actos de la fiesta de todos y pedirle que antes y después del acto muestren respeto a quien no sólo no se lo ha ganado, sino que no ha sabido respetar a la gran Nación que representa."
LFU