«Imagina que no existe el Cielo (heaven)
es fácil si lo intentas
sin el Infierno debajo nuestro
arriba nuestro, solo el cielo (sky)
Imagina a toda la gente
viviendo el hoy...
Imagina que no hay países
no es difícil de hacer
nadie por quien matar o morir
ni tampoco religión
imagina a toda la gente
viviendo la vida en paz...
Puedes decir que soy un soñador
pero no soy el único
espero que algún día te unas a nosotros
y el mundo vivirá como uno.»
Nunca me había parado a reflexionar sobre la letra de esta canción, que tantas veces he escuchado –y tarareado- con agrado, hasta que sonó de forma inoportuna acompañando los fuegos artificiales de la última cabalgata de Reyes sustituyendo al Aleluya de Haendel de otros años. La emoción que me producía la música de Haendel mezclada con los fuegos y la ilusión de los niños, se tornó en perplejidad al escuchar los primeros compases de una canción pensada y escrita para un escenario bien diferente de aquél, en el que se recordaba precisamente algo que esa canción pedía suprimir.
Hace unos días, una entrada en un blog amigo me hizo recordar el amargo regusto que me dejó, por vez primera, la canción. Y debo confesar que, tras repasar detenidamente la letra, me alegré mucho de que el mundo no sea como lo imaginó John Lennon y confío en que nunca llegue a serlo.
Estoy seguro de que el pobre Lennon nunca se paró a pensar seriamente en el vacío de un mundo sin religión, sin la promesa de la luz eterna, sin amor y sin entrega verdadera. Un mundo vacío y sin esperanza; lleno de vidas que se agotan en sí mismas, encerradas en su propia mismidad.
Dudo mucho que pensara dos veces en un mundo en el que no hubiera nada ni nadie por quien matar o morir. Yo tengo muy claro por qué, por quien o por quienes sería capaz de dar la vida y no encuentro nada más sublime, ni más necesario. No hay amor sin entrega, por lo que el mundo que nos propone Lennon es un mundo sin amor verdadero, un mundo vacío. También tengo claro que estaría dispuesto a matar, si la ocasión lo requiriese, para defender mi vida o la vida de los seres a los que amo y, si fuese necesario, para defender a mi patria, como juré hace ya más de veinte años al besar la bandera. Me horripila pensar en un mundo en el que nadie fuera capaz de matar o morir por nadie y en el que no hubiera nada ni nadie por quien hacerlo.
En su descarga, prefiero tener presente su afición a las drogas y alucinógenos, y la personalidad extravagante de su mujer que sin duda tendrían alguna influencia en el alumbramiento de una letra tan nihilista como estúpida y desalentadora. En cualquier caso, y aunque me seguirá gustando la canción, ya nunca podré disfrutarla tanto como antes.
LFU
es fácil si lo intentas
sin el Infierno debajo nuestro
arriba nuestro, solo el cielo (sky)
Imagina a toda la gente
viviendo el hoy...
Imagina que no hay países
no es difícil de hacer
nadie por quien matar o morir
ni tampoco religión
imagina a toda la gente
viviendo la vida en paz...
Puedes decir que soy un soñador
pero no soy el único
espero que algún día te unas a nosotros
y el mundo vivirá como uno.»
Nunca me había parado a reflexionar sobre la letra de esta canción, que tantas veces he escuchado –y tarareado- con agrado, hasta que sonó de forma inoportuna acompañando los fuegos artificiales de la última cabalgata de Reyes sustituyendo al Aleluya de Haendel de otros años. La emoción que me producía la música de Haendel mezclada con los fuegos y la ilusión de los niños, se tornó en perplejidad al escuchar los primeros compases de una canción pensada y escrita para un escenario bien diferente de aquél, en el que se recordaba precisamente algo que esa canción pedía suprimir.
Hace unos días, una entrada en un blog amigo me hizo recordar el amargo regusto que me dejó, por vez primera, la canción. Y debo confesar que, tras repasar detenidamente la letra, me alegré mucho de que el mundo no sea como lo imaginó John Lennon y confío en que nunca llegue a serlo.
Estoy seguro de que el pobre Lennon nunca se paró a pensar seriamente en el vacío de un mundo sin religión, sin la promesa de la luz eterna, sin amor y sin entrega verdadera. Un mundo vacío y sin esperanza; lleno de vidas que se agotan en sí mismas, encerradas en su propia mismidad.
Dudo mucho que pensara dos veces en un mundo en el que no hubiera nada ni nadie por quien matar o morir. Yo tengo muy claro por qué, por quien o por quienes sería capaz de dar la vida y no encuentro nada más sublime, ni más necesario. No hay amor sin entrega, por lo que el mundo que nos propone Lennon es un mundo sin amor verdadero, un mundo vacío. También tengo claro que estaría dispuesto a matar, si la ocasión lo requiriese, para defender mi vida o la vida de los seres a los que amo y, si fuese necesario, para defender a mi patria, como juré hace ya más de veinte años al besar la bandera. Me horripila pensar en un mundo en el que nadie fuera capaz de matar o morir por nadie y en el que no hubiera nada ni nadie por quien hacerlo.
En su descarga, prefiero tener presente su afición a las drogas y alucinógenos, y la personalidad extravagante de su mujer que sin duda tendrían alguna influencia en el alumbramiento de una letra tan nihilista como estúpida y desalentadora. En cualquier caso, y aunque me seguirá gustando la canción, ya nunca podré disfrutarla tanto como antes.
LFU