Uno no sale de su asombro ante la mascarada organizada este fin de semana por los sindicatos UGT y CCOO en Madrid y también sobre el silencio que la oposición ha guardado sobre la misma.
Todos sabemos que el apoyo incondicional de los Sindicatos mayoritarios al Gobierno del infame nos está costando mucho dinero de los presupuestos. Las partidas de este año dedicadas a estos engendros sectarios plagados de parásitos se han incrementado notoriamente, pero esto, o no se dice, o se hace con voz muy bajita.
Esta es una de las grandes mentiras y uno de los grandes cánceres del sistema democrático nacido de la Constitución de 1978. Lo sindicatos no velan por los intereses de los trabajadores, sino por su propia supervivencia y por mantener una posición de poder e influencia en la sociedad. Su marcado carácter ideológico los convierte en un instrumento más de la izquierda que los maneja a su antojo en función de sus necesidades. Y qué decir de la figura de los “liberados sindicales”, cerca de 40.000 señores que cobran íntegro su sueldo, que son totalmente improductivos, absolutamente intocables y que constituyen un agravio comparativo con los más de cuatro millones de españoles que están en el paro.
Ya va siendo hora de que alguien comience a desenmascarar todo este vergonzoso montaje que nos debería llenar de oprobio y de vergüenza. Al principio le tacharán de fascista,- calificativo que empieza a tener cierto glamour, ya que la izquierda lo utiliza normalmente contra quien demuestra un cierto sentido común y ausencia de complejos- pero a la postre habrá prestado un gran servicio a la Nación.
LFU
Todos sabemos que el apoyo incondicional de los Sindicatos mayoritarios al Gobierno del infame nos está costando mucho dinero de los presupuestos. Las partidas de este año dedicadas a estos engendros sectarios plagados de parásitos se han incrementado notoriamente, pero esto, o no se dice, o se hace con voz muy bajita.
Esta es una de las grandes mentiras y uno de los grandes cánceres del sistema democrático nacido de la Constitución de 1978. Lo sindicatos no velan por los intereses de los trabajadores, sino por su propia supervivencia y por mantener una posición de poder e influencia en la sociedad. Su marcado carácter ideológico los convierte en un instrumento más de la izquierda que los maneja a su antojo en función de sus necesidades. Y qué decir de la figura de los “liberados sindicales”, cerca de 40.000 señores que cobran íntegro su sueldo, que son totalmente improductivos, absolutamente intocables y que constituyen un agravio comparativo con los más de cuatro millones de españoles que están en el paro.
Ya va siendo hora de que alguien comience a desenmascarar todo este vergonzoso montaje que nos debería llenar de oprobio y de vergüenza. Al principio le tacharán de fascista,- calificativo que empieza a tener cierto glamour, ya que la izquierda lo utiliza normalmente contra quien demuestra un cierto sentido común y ausencia de complejos- pero a la postre habrá prestado un gran servicio a la Nación.
LFU