"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
9 de diciembre de 2009
Paracuellos y el Obispo Reig
El obispo de Alcalá de Henares, Monseñor Reig Pla ha tenido el «atrevimiento» de celebrar misa en el Camposanto de Paracuellos del Jarama coincidiendo con el aniversario del genocidio allí perpetrado por las milicias social-comunistas en noviembre-diciembre de 1936. Refiriéndose a este camposanto, aseguró que "ésta es la catedral más grande edificada jamás, pues ha sido levantada con la sangre de miles de mártires, de modo que es el santuario más grande del mundo, donde se concentran más mártires por metro cuadrado, muchos de ellos elevados ya a la gloria de los altares".
Don Juan Antonio recordó además que "en un tiempo en el que se quiso cerrar las puertas del cielo, estos hermanos nuestros dieron testimonio de su fe gritando Viva España y Viva Cristo Rey al morir. Miles de sacerdotes, religiosos y fieles ofrendaron sus vidas para que podamos construir una España mejor, una España que es fruto de muchos siglos de fe cristiana que conforman nuestra civilización, la civilización cristiana".
Terminada la misa, visitó una a una las 7 fosas de Paracuellos en las que, entre los miles de asesinados gozan del descanso eterno los restos de muchos mártires ya elevados a los altares por la Iglesia y de 276 menores de edad, cuya esquela reproduzco a continuación.
Cometió la «imperdonable» osadía de decir misa en una capilla en la que existía una bandera nacional con el mismo escudo que aparece en el primer ejemplar de la Constitución Española firmada por el Rey.
Y para colmo de males, accedió a estrechar la mano del nonagenario Blas Piñar, todo un peligro para el actual régimen democrático- cuyo padre fue asesinado, con las manos atadas a la espalda y con tiros en la nuca como otros muchos miles de españoles en aquella tragedia, preludio y ensayo de la matanza soviética en el Bosque de Katin.
Todo ello le ha valido ser vapuleado por la izquierda mediática que no desaprovecha ocasión alguna para lanzar su veneno contra la Iglesia y soporta aún menos que le recuerden su siniestro y sanguinario pasado.
Ante la avalancha de insultos y la relevancia tipográfica de la noticia, el obispo ha pidió disculpas a quien se hubiera sentido ofendido por el hecho de que figurase allí la bandera con el águila de San Juan. Y yo me pregunto: ¿por qué marices tiene que pedir disculpas el Obispo? ¿Acaso no se ha dado cuenta de que no se consigue nada dando gusto a los enemigos de la fe?. ¿Van a empezar a espurgar las Iglesias de cualquier simbología que recuerde al franquismo?
No se dan cuenta de que, a ellos, a los que insultan y braman, les da igual que pida o no disculpas. La bandera es sólo una burda excusa. Lo que no soportan es que alguien les recuerde que hubo un día en el que sembraron el terror y el martirio en las calles de España. Saben que los que aún sienten escalofríos cuando escuchan detenerse una camioneta delante de su casa son ya especie a extinguir y cuentan con poder asesinar la memoria de sus descendientes.
LFU
3 de diciembre de 2009
Lerma-La Aguilera II. Un rayo de luz
Desde la publicación el domingo 1 de noviembre en el diario El País de un largo reportaje en el que se aborda la explosión vocacional que esta teniendo el Convento de la Asunción de Lerma-La Aguilera, de las Hermanas Clarisas, he dejado pasar justo un mes para comentar esta realidad tan próxima y querida para mi.
El reportaje de 4.200 palabras, en el día de mayor venta semanal del periódico, es taimado, hasta ambiguo y poco pugnaz para la fuente de dónde procede, aporta datos reales y ciertos pero, cómo decirlo, resulta una muestra del denominado «periodismo de sospecha» que magníficamente Toní Piqué definió y explicó con ejemplos del propio reportaje. Asignaron el reportaje a un grupo de periodistas que asediaron-literalmente- el Convento y a sus monjas durante una semana hasta poder contar con una declaración de la madre Superiora. Este tratamiento del buque insignia (algo herrumbroso, últimamente) de la izquierda española no es algo casual y creo que merece reflexión y respuesta de aquellos que conocemos Lerma, pues este primer reportaje es sólo una primera toma de contacto y es de ilusos pensar que no llegarán nuevos «tratamientos informativos», una vez fijado el tiro con este reportaje, para esa realidad pujante, alegre y hermosa que es el Monasterio de Lerma-La Aguilera.
Hay una razón clara explicitada en el propio reportaje, que explica la atención mediática concedida a estas monjas clarisas. Resultan una incómoda excepción en la Iglesia Católica a la falta de vocaciones a la vida monástica y ya constituyen un acontecimiento para la Iglesia Universal. No hay ningún convento femenino en Europa que tenga la explosión vocacional de Lerma. De forma espontánea pero constante, la comunidad ha ido recibiendo numerosas visitas: no sólo de familiares y amigos de la numerosa comunidad sino que se ha producido una suerte de efecto peregrinación de obispos, sacerdotes, seminaristas, parroquias y grupos cristianos de toda índole que visitan el Monasterio, los ecos han llegado a Roma, de hecho el predicador pontificio, Padre Raniero Cantalamessa les ha dado unos ejercicios espirituales de una semana este verano y les ha sacado en su programa en la Rai, un poco a traición, dicho sea de paso…Con todo, esto no explica el fenómeno Lerma.
La razón principal y no mencionada directamente en el citado reportaje, quizás, sí advertida aunque no en su verdadera dimensión por los redactores del diario El Pais, es otra. Allí tiene lugar desde hace 25 años un vigoroso, fuerte e identificable renacer de la vida monástica femenina y, por tanto, de la Iglesia Católica. Uno más, entre otros, hay que precisar. En el Convento de la Asunción de Lerma, sito en Castilla La Vieja, en el fértil corazón de Burgos, en un paraje hermoso, pero sometido a extremos térmicos mesetarios, vuelve a brotar inexplicablemente para algunos la Iglesia que muchos ya daban por difunta.
Lerma ejemplifica, de nuevo, la eterna paradoja cristiana que produce incredulidad, estupor e incomprensión tanto a cristianos como a los que no lo son. No resulta aceptable que en pleno siglo XXI, un centenar largo de mujeres, la gran mayoría con estudios superiores y experiencia profesional, la generación de mujeres españolas con mejor preparación de la historia –de media de edad inferior a 35 años- abandonen todo para recluirse en el Convento. No se puede permitir que mientras centenares de conventos languidecen lentamente por la falta de vocaciones, éste reviente las costuras de su emplazamiento centenario y haga posible la colonización de un antiguo convento de franciscanos en La Aguilera. No es admisible que existiendo abnegadas y utilísimas vocaciones femeninas en la Iglesia destinadas al auxilio de los necesitados ellas se dediquen a rezar y a trabajar en el obrador. No es aceptable, en definitiva, su expresión inolvidable de alegría y plenitud tras las rejas de acero forjado de la clausura que te hacen salir de allí con el corazón ardiendo, haga el frío que haga y allí, créanme, no hace poco.
Todas las aparentes paradojas mencionadas se explican por la efectiva e indisimulable plenitud que reina entre ellas, signo inconfundible de la presencia de Cristo Resucitado entre ellas. Así de escandaloso suena, de incomprensible para la mentalidad mundana dominante y así lo explican ellas, sin falsos pudores, con la pasión arrebatada de mujeres que escogen ser felices allí, cumpliendo su destino siendo esposas de Cristo. Incredulidad, estupor e incomprensión sufrió Cristo y sufren y sufrirán ellas, pero nadie y digo nadie sin excepción que presencie esta apabullante manifestación de la Victoria de Cristo permanece igual que antes de haberlo presenciado.
César.
2 de diciembre de 2009.
El reportaje de 4.200 palabras, en el día de mayor venta semanal del periódico, es taimado, hasta ambiguo y poco pugnaz para la fuente de dónde procede, aporta datos reales y ciertos pero, cómo decirlo, resulta una muestra del denominado «periodismo de sospecha» que magníficamente Toní Piqué definió y explicó con ejemplos del propio reportaje. Asignaron el reportaje a un grupo de periodistas que asediaron-literalmente- el Convento y a sus monjas durante una semana hasta poder contar con una declaración de la madre Superiora. Este tratamiento del buque insignia (algo herrumbroso, últimamente) de la izquierda española no es algo casual y creo que merece reflexión y respuesta de aquellos que conocemos Lerma, pues este primer reportaje es sólo una primera toma de contacto y es de ilusos pensar que no llegarán nuevos «tratamientos informativos», una vez fijado el tiro con este reportaje, para esa realidad pujante, alegre y hermosa que es el Monasterio de Lerma-La Aguilera.
Hay una razón clara explicitada en el propio reportaje, que explica la atención mediática concedida a estas monjas clarisas. Resultan una incómoda excepción en la Iglesia Católica a la falta de vocaciones a la vida monástica y ya constituyen un acontecimiento para la Iglesia Universal. No hay ningún convento femenino en Europa que tenga la explosión vocacional de Lerma. De forma espontánea pero constante, la comunidad ha ido recibiendo numerosas visitas: no sólo de familiares y amigos de la numerosa comunidad sino que se ha producido una suerte de efecto peregrinación de obispos, sacerdotes, seminaristas, parroquias y grupos cristianos de toda índole que visitan el Monasterio, los ecos han llegado a Roma, de hecho el predicador pontificio, Padre Raniero Cantalamessa les ha dado unos ejercicios espirituales de una semana este verano y les ha sacado en su programa en la Rai, un poco a traición, dicho sea de paso…Con todo, esto no explica el fenómeno Lerma.
La razón principal y no mencionada directamente en el citado reportaje, quizás, sí advertida aunque no en su verdadera dimensión por los redactores del diario El Pais, es otra. Allí tiene lugar desde hace 25 años un vigoroso, fuerte e identificable renacer de la vida monástica femenina y, por tanto, de la Iglesia Católica. Uno más, entre otros, hay que precisar. En el Convento de la Asunción de Lerma, sito en Castilla La Vieja, en el fértil corazón de Burgos, en un paraje hermoso, pero sometido a extremos térmicos mesetarios, vuelve a brotar inexplicablemente para algunos la Iglesia que muchos ya daban por difunta.
Lerma ejemplifica, de nuevo, la eterna paradoja cristiana que produce incredulidad, estupor e incomprensión tanto a cristianos como a los que no lo son. No resulta aceptable que en pleno siglo XXI, un centenar largo de mujeres, la gran mayoría con estudios superiores y experiencia profesional, la generación de mujeres españolas con mejor preparación de la historia –de media de edad inferior a 35 años- abandonen todo para recluirse en el Convento. No se puede permitir que mientras centenares de conventos languidecen lentamente por la falta de vocaciones, éste reviente las costuras de su emplazamiento centenario y haga posible la colonización de un antiguo convento de franciscanos en La Aguilera. No es admisible que existiendo abnegadas y utilísimas vocaciones femeninas en la Iglesia destinadas al auxilio de los necesitados ellas se dediquen a rezar y a trabajar en el obrador. No es aceptable, en definitiva, su expresión inolvidable de alegría y plenitud tras las rejas de acero forjado de la clausura que te hacen salir de allí con el corazón ardiendo, haga el frío que haga y allí, créanme, no hace poco.
Todas las aparentes paradojas mencionadas se explican por la efectiva e indisimulable plenitud que reina entre ellas, signo inconfundible de la presencia de Cristo Resucitado entre ellas. Así de escandaloso suena, de incomprensible para la mentalidad mundana dominante y así lo explican ellas, sin falsos pudores, con la pasión arrebatada de mujeres que escogen ser felices allí, cumpliendo su destino siendo esposas de Cristo. Incredulidad, estupor e incomprensión sufrió Cristo y sufren y sufrirán ellas, pero nadie y digo nadie sin excepción que presencie esta apabullante manifestación de la Victoria de Cristo permanece igual que antes de haberlo presenciado.
César.
2 de diciembre de 2009.
1 de diciembre de 2009
«Memoria histórica» en el Líbano
No se trata de ningún montaje. Es absolutamente cierto. En la Orden General de la Base Cervantes del Ejército Español en el Líbano correspondiente al 19 de noviembre de 2009, apareció en el espacio destinado a la efemérides del día siguiente, un breve resumen de la vida militar de quien hasta 1975 fuera Jefe del Estado Español y Generalísimo de los Ejércitos, que pueden leer en la siguiente imagen:
Seis días después, advertido su contenido por alguien con suficiente poder y bastante rencor o escaso valor, dicha «efemérides» fue fulminantemente anulada en su totalidad en la Orden General del 25 de noviembre, con el resultado que sigue:
Lo de anular las efemérides no deja de resultar chusco y lamentable, pero la condición humana es así de miserable. Lo de menos es que haya quienes estiren por si acaso la «Ley de Memoria Histórica» hasta el absurdo -debo recordar que lo que ataca tal engendro legal exaltador de la iconoclastia son los «escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura», por lo que nadie podría, por ejemplo, ordenar la retirada de una estatua de Franco o de Mola en pantalón corto y tampoco con uniforme de Comandante.
Lo peor es que muchos en las Fuerzas Armadas se han olvidado -o han sido obligados a olvidar- aquellas primeras palabras del Rey de España en su primer mensaje a los españoles: 'Una figura excepcional entra en la Historia. El nombre de Francisco Franco será ya un jalón del acontecer español. Es de pueblos grandes y nobles el saber recordar a quienes dedicaron su vida al servicio de un ideal. España no podrá olvidar a quien como soldado y estadista ha consagrado toda la existencia a su servicio".
LFU
Seis días después, advertido su contenido por alguien con suficiente poder y bastante rencor o escaso valor, dicha «efemérides» fue fulminantemente anulada en su totalidad en la Orden General del 25 de noviembre, con el resultado que sigue:
Lo de anular las efemérides no deja de resultar chusco y lamentable, pero la condición humana es así de miserable. Lo de menos es que haya quienes estiren por si acaso la «Ley de Memoria Histórica» hasta el absurdo -debo recordar que lo que ataca tal engendro legal exaltador de la iconoclastia son los «escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura», por lo que nadie podría, por ejemplo, ordenar la retirada de una estatua de Franco o de Mola en pantalón corto y tampoco con uniforme de Comandante.
Lo peor es que muchos en las Fuerzas Armadas se han olvidado -o han sido obligados a olvidar- aquellas primeras palabras del Rey de España en su primer mensaje a los españoles: 'Una figura excepcional entra en la Historia. El nombre de Francisco Franco será ya un jalón del acontecer español. Es de pueblos grandes y nobles el saber recordar a quienes dedicaron su vida al servicio de un ideal. España no podrá olvidar a quien como soldado y estadista ha consagrado toda la existencia a su servicio".
LFU
30 de noviembre de 2009
Otro Secuestro de españoles
El asunto parece preocupante. Vésase el análisis imprescindible pinchando en El Baluarte de la Hispanidad
LFU
LFU
27 de noviembre de 2009
Los proabortistas atacan a Red Madre
Aido, Trini y demás amiguitas están muy contentas por haber superado el primer escollo parlamentario a la nueva Ley del Aborto. Me sorprende tanta sonrisa y celebración cuando no hacen más que repetir que el aborto -perdón, la «interrupción voluntaria del embarazo»- es una verdadera tragedia. Ya, pero sobre todo para el feto indefenso que acaba en la trituradora.
No han tardado mucho las hordas abortistas en celebrar el primer triunfo de su caudilla Aido. Para ello, nada mejor que atacar un centro de la Red Madre fudación que se dedica a dar ayuda y apoyo desinteresado a las mujeres embarazadas que no quieren abortar. Renuncio a transcribir el texto de las pintadas, pero es sumamente revelador de la benéfica intención de los defensores del aborto.
Desde hace unos días, tras recibir la petición de ayuda a través de un buen amigo, ya tenía decidido dar mi apoyo y colaboración a Red Madre, pero ahora todavía más, y me pemito la licencia de pedir también la vuestra. Merece mucho la pena ayudar a los que salvan vidas y encima arriesgan la suya frente a las alimañas.
LFU
26 de noviembre de 2009
Estatuto de Cataluña y Dignidad Nacional
Que el Estatuto de Cataluña es esencialmente incompatible con la Constitución Española es algo meridiano para cualquier jurista mínimamente preparado sin excesivos condicionamientos ideológicos. Y miren que ya es difícil, porque en nuestra Carta magna, fruto del consenso forzado por los partidos nacionalistas, cabe casi todo. Se trata de un texto que agrede frontal y gravemente a la unidad de la Nación española y al principio de solidaridad entre las regiones que la integran, así como a determinados derechos fundamentales de los ciudadanos de dicha Comunidad.
Otra cosa es que el Tribunal Constitucional vaya a ser capaz de declararlo con la rotundidad que cabe esperar del máximo intérprete de la Constitución. Y es que el «más alto» Tribunal no va a emitir una Sentencia fundada en Derecho, sino una verdadera componenda política que ha necesitado más de tres años en fraguarse, por la servidumbre política de la mayor parte de sus magistrados. No olvidemos que, en definitiva y merced a la Ley Orgánica que lo regula, el Tribunal Constitucional no es más que un reflejo de la división existente en el Congreso de los Diputados y su independencia, por tanto es incluso menor que la del Tribunal de Garantías Constitucionales de la Segunda República.
Tengo, por tanto, escasa fe en el engendro jurídico que pueda nacer como resultado de las eternas negociaciones mantenidas entre los magistrados, bajo la presión de los partidos políticos a los que deben su puesto. Pero una cosa es mostrarse escéptico ante la sentencia y otra muy diferente aceptar mansamente las inauditas presiones y gravísimas amenazas que desde la clase política catalana -y dentro de esta incluyo a la prensa apesebrada- se están profiriendo desde hace días para el caso de que la Sentencia que recaiga no sea del gusto de los autores del engendro estatutario, apelando incluso al peligro para la convivencia ciudadana.
Lo que está en juego en este caso es la dignidad nacional de España. El problema es que quien tiene el encargo y la obligación de defenderla es, precisamente, el principal impulsor de ese Estatuto ignominioso. Así que otra vez tenemos el zorro al cuidado de las gallinas. Que Dios se apiade de España.
LFU
25 de noviembre de 2009
«Afrentosos Crucifijos»
Juan Manuel de Prada, "Afrentosos crucifijos", ABC, 9.XI.09
Por paradojas del azar, la conmemoración de la caída del murito de Berlín ha coincidido con una sentencia del sarcásticamente llamado Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo que ordena la retirada de los crucifijos de las aulas. La caída del murito de Berlín supuso, según nos martillea la propaganda, la «victoria de la libertad»; y las consecuencias de esa libertad victoriosa las contemplamos por doquier. La retirada de los crucifijos quizá sea la más aparente, por lo que tiene de simbólica; pero detrás de esa retirada está el suicidio de Occidente, que ha decidido, como los alacranes asediados, inyectarse el veneno de su propio aguijón. Y, en su arrebato de autodestrucción, disfrazado con los bellos ropajes de la libertad, reniega de los logros que han fundado su identidad.
Eso que la propaganda denomina «victoria de la libertad» no ha sido sino victoria de la más feroz de las tiranías, que no es otra que aquélla que despoja a los seres humanos de su capacidad de discernimiento moral. Las tiranías clásicas, ataviadas con los ropajes hoscos de la represión, al ejercer sobre las conciencias una violencia coactiva, aún permitían a sus oprimidos cierto grado de resistencia: pues todo expolio de lo que es constitutivamente humano genera en quien lo padece una reacción instintiva de defensa. La nueva tiranía no actúa reprimiendo la conciencia moral, sino desembridándola, de tal modo que sus sometidos dejan de regir su conducta por la capacidad de discernimiento, dejan de ser propiamente humanos, para guiarse únicamente por la satisfacción de sus intereses y caprichos. Y la nueva tiranía, ataviada con los bellos ropajes de la libertad, otorga a esos intereses el estatuto jurídico de «derechos», sin importarle que sean intereses egoístas o criminales; porque en la protección de tales intereses la nueva tiranía ha encontrado el modo de mantener a sus sometidos satisfechos. Ya no son hombres, sino bestias satisfechas, porque han extraviado la capacidad para discernir lo que es justo y lo que es injusto; pero las bestias satisfechas en sus intereses y caprichos egoístas o criminales, además de adorarse a sí mismas, adoran a quien les permite vivir sin conciencia, pues si alguien les devolviera la capacidad de discernimiento la vida -su vida infrahumana- se les tornaría insoportable.
Y ésa es la razón por la que la nueva tiranía ordena la retirada de los crucifijos: constituyen un recordatorio lacerante de que hemos dejado de ser propiamente humanos. Nos recuerdan que nuestra naturaleza caída fue abrazada, acogida, redimida, perdonada por aquel Cristo que murió colgado de un madero. Pero la noción de redención, como la de perdón, exigen una previa capacidad de discernimiento moral; exigen un juicio sobre la naturaleza de nuestros actos. Y cuando alguien se niega a juzgar sus actos, por considerar que están respaldados por una libertad omnímoda, la presencia de un crucifijo se torna lesiva, agónica y culpabilizadora. Y lo que la nueva tiranía nos promete es que podemos vivir sin ser redimidos ni perdonados, que podemos vivir sin culpa ni agonía; esto es, sin lucha con nuestra propia conciencia, por la sencilla razón de que hemos sido exonerados de tan gravosa carga. La nueva tiranía nos promete que todo lo que nuestra naturaleza caída apetezca o ansíe será de inmediato garantizado, protegido, consagrado jurídicamente; lo mismo da que sean meros caprichos de chiquilín emberrinchado que crímenes infrahumanos como el aborto. Frente a esta promesa de libertad omnímoda, el crucifijo aparece entonces a los ojos de esos hombres convertidos en bestias como una oprobiosa cadena: les recuerda que han renunciado a su verdadera naturaleza; les recuerda que esa naturaleza a la que han renunciado era su posesión más preciosa; les recuerda que Dios mismo entregó su vida por abrazarla. ¡Afrentoso recordatorio!
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