Junto o separado, no hay calificativo más leve para definir la actitud del gobierno de España en relación con la crisis del atunero “Alakrana”.
Vergüenza de que este no haya sido más que una secuela del secuestro del “Playa de Bakio”, pues los piratas saben de sobra que España es débil. Paga y paga bien, y luego molesta lo justo, es decir, nada.
Vergüenza del papelón que se ha hecho jugar a la Armada Española con dos buques de guerra de adorno y, por si fuera poco, filtrando la humillante noticia –que no me creo- de que los piratas fueron ametrallados tras abandonar el barco, con escaso éxito pues sólo le dieron a algunos atunes que pasaban por allí desapercibidos. Vamos, como si los buques y helicópteros de nuestra Armada fueran equipados con escopetas de feria.
Vergüenza por el silencio dócilmente aceptado de los medios de comunicación, que en su gran mayoría han mirado para otro lado respecto de la desastrosa gestión de la crisis, en la que los Ministros de Justicia y de Defensa, en “perfecta coordinación” se han lucido de verdad.
Y vergüenza ilimitada al contemplar al Presidente del Gobierno salir en rueda de prensa para decir, encantado de haberse conocido, que todo se había resuelto bien, y que estaban todos sanos y salvos cuando se acababan de pagar cuatro millones de dólares a unos terroristas para que sigan con lo suyo. Esto es ya de aurora boreal. Suponía yo, en mi ingenuidad que el gobierno sería, al menos, discreto en la resolución del tema y adoptaría un perfil bajo teniendo en cuenta que estaba cantado que iba a ceder al chantaje de los piratas.
Sólo me alegro de que los marineros hayan salido indemnes. No faltaba más. Pero la cosa no es como para sacar pecho, sino todo lo contrario, pues el prestigio de España en el mundo ha quedado, una vez más, por los suelos y sólo es cuestión de tiempo que vuelvan a apresar un pesquero español para seguir haciendo caja a costa de todos nosotros.
LFU
Vergüenza de que este no haya sido más que una secuela del secuestro del “Playa de Bakio”, pues los piratas saben de sobra que España es débil. Paga y paga bien, y luego molesta lo justo, es decir, nada.
Vergüenza del papelón que se ha hecho jugar a la Armada Española con dos buques de guerra de adorno y, por si fuera poco, filtrando la humillante noticia –que no me creo- de que los piratas fueron ametrallados tras abandonar el barco, con escaso éxito pues sólo le dieron a algunos atunes que pasaban por allí desapercibidos. Vamos, como si los buques y helicópteros de nuestra Armada fueran equipados con escopetas de feria.
Vergüenza por el silencio dócilmente aceptado de los medios de comunicación, que en su gran mayoría han mirado para otro lado respecto de la desastrosa gestión de la crisis, en la que los Ministros de Justicia y de Defensa, en “perfecta coordinación” se han lucido de verdad.
Y vergüenza ilimitada al contemplar al Presidente del Gobierno salir en rueda de prensa para decir, encantado de haberse conocido, que todo se había resuelto bien, y que estaban todos sanos y salvos cuando se acababan de pagar cuatro millones de dólares a unos terroristas para que sigan con lo suyo. Esto es ya de aurora boreal. Suponía yo, en mi ingenuidad que el gobierno sería, al menos, discreto en la resolución del tema y adoptaría un perfil bajo teniendo en cuenta que estaba cantado que iba a ceder al chantaje de los piratas.
Sólo me alegro de que los marineros hayan salido indemnes. No faltaba más. Pero la cosa no es como para sacar pecho, sino todo lo contrario, pues el prestigio de España en el mundo ha quedado, una vez más, por los suelos y sólo es cuestión de tiempo que vuelvan a apresar un pesquero español para seguir haciendo caja a costa de todos nosotros.
LFU