"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

27 de octubre de 2009

La Batalla de Caja Madrid. ¿Qui prodest?

Visto lo visto y las reacciones posteriores a las declaraciones del Vice-alcalde de Madrid, parece evidente, en primer lugar, que a Esperanza Aguirre le han metido un gol por la escuadra contraponiendo abiertamente la candidatura de Rato a la de Ignacio González para la presidencia de Caja Madrid, dejándola sola con el apoyo del «provisional» Tomás Gómez en la defensa de su candidato. En segundo lugar, y en vista del resultado -¿qui prodest?- me da a mi la impresión de que, antes de tirar a puerta, Manuel Cobo ha contado con la bendición, no ya de su inmediato jefe y mentor, sino de las más altas instancias del Pp, algo molestas con el pulso que la «lideresa» mantiene con la dirección del partido a cuenta de Caja Madrid para colocar a su escudero, que da la casualidad de que fue excluido por Rajoy de la Ejecutiva Nacional del partido en el Congreso de Valencia, siendo sustituido, para más inri, por Manuel Cobo.

Aunque el espectáculo que se ofrece a la opinión pública sea bochornoso, alguien habrá pensado que falta mucho para las próximas citas electorales y es el momento de darse de tortas; que en política, las noticias como ésta se quedan viejas en quince días, pero los cadáveres no vuelven a levantarse jamás. Y ya puestos, no estaría de más que alguien aprovechase para modificar de una vez la Ley de Cajas limitando el control político de estas instituciones estrictamente a los fines sociales que éstas deben cumplir. Ninguno lo hará porque todos quieren mojar en la salsa, pero es una de las vergüenzas de nuestra partitocracia.

Habrá que estar atentos, por tanto, a la cintura de Rajoy en la resolución del contencioso y a los posibles candidatos tapados que pudieran surgir para calzarse el zapato de Cenicienta. Visto desde fuera, lo que está claro es que el partido de la oposición necesita un timonel al que no le tiemble el pulso o acabará definitivamente a la deriva, lo que, bien mirado, tampoco tendría que ser ninguna desgracia, pues sólo desde la catarsis nace la cordura.

LFU

26 de octubre de 2009

Discurso de un Embajador de España

Me lo enviaron hace días y me gustó, más que nada porque nuestros ojos y nuestros oídos no están acostumbrados a la emoción que llevan las palabras que nacen del corazón. Son las palabras que el Embajador de España en Bosnia Herzegovina, D. Alejandro Alvargonzález San Martín, ha dirigido recientemente a nuestras tropas destacadas en ese país con motivo de la Fiesta Nacional. Es el discurso que merecen nuestros soldados y que raramente escuchan por el estrechísimo corsé que impone la dictadura de lo políticamente correcto.

Mi enhorabuena a tan buen embajador de nuestra patria.

LFU



«Me piden que les dedique unas palabras en el día de hoy, fecha adelantada de la celebración de nuestra fiesta nacional. Lo clásico sería iniciarlo con aquello de "es un honor para mí". Se trata de una frase más o menos protocolaria que en el fondo no quiere decir nada si quien la pronuncia no tiene voluntad de que así sea.

Les adelanto que este no es el caso. Por eso utilizo la fórmula:"Es un honor para mí", realmente lo es, rendirles mi homenaje desde esta tribuna. Es un honor para mí dirigir unas palabras a un grupo de españoles y hoy, en Bosnia y Herzegovina, ante soldados de España. Algunos sin ser de nacionalidad española, pero soldados de España al fin y al cabo, dispuestos a dar su vida por ella, sin grandes alharacas, discretamente, como lo han hecho siempre. Como han hecho a lo largo de toda la historia.

Ustedes son la noble herencia de una historia que pocos, desgraciadamente pocos, conocen. Uno lee "la defensa de las Indias", de Julio Albi, y descubre que con un puñado de hombres, que eran ustedes, se defendió - durante varios siglos y con notable éxito - la costa que va de La Florida a la Patagonia, y de ésta hasta California. Uno se va al mayor experto de la historia del Pacífico, el australiano Spate, y descubre que su obra más importante la tituló "el lago español", y lo hizo por ustedes. Uno recorre el Extremo Oriente y descubre la presencia de soldados de España en Camboya y Tailandia ya en el siglo XVI, estudiando mapas de China, tratando con Japón. Eran ustedes. Ustedes fueron en buena medida quienes extendieron el español por el mundo.

Eran ustedes.

Ustedes han protagonizado las casi 60 misiones internacionales que arrancan de los años 80. Recuerdo bien las primeras en Centroamérica, donde yo estaba destinado entonces. Fuí testigo de la mano izquierda para acercarse a cualquier escenario, y de la mano derecha para dar seguridad cuando se demandaba. Vi actuar a médicos de uniforme y a soldados de paisano, y les vi dar un paso al frente siempre. Siempre.

Ustedes son los que caminan las calles de Mostar, de Sarajevo, de Trebinje, de tantos sitios en Bosnia y Herzegovina, donde su uniforme es objeto de respeto, de reconocimiento, sabedores todos de su profesionalidad, de su espíritu de sacrificio. Lugares donde se han ganado el aprecio de sus gentes, donde España - por ustedes - significa algo.

Un día dejarán de ser necesarios en Bosnia y Herzegovina. Se irán. Pero quedarán su recuerdo y la admiración de quienes les conocieron. Quedarán las placas con los nombres de sus compañeros caidos en Mostar, o esa plaza que siendo de España es de ustedes, o ese pinsapo que donaron y seguirá creciendo en algún lugar, o el afecto de esos ancianos a los que surtían de gasolina, de alimentos, de mantas. Y quedarán la prueba de su valor. Así me lo han dicho tantas y tantas veces: "ellos llegaron, y empezamos a sentirnos seguros".

Cuentan que los Tercios de Flandes, cuando volvian a España gustaban de desfilar en la Plaza Mayor de Madrid, y que para esa ocasión recibían la orden de entrar en la plaza "pisando fuerte". Así nació la expresión de "entrar pisando fuerte". Así entraron ustedes, y así deberian salir "pisando fuerte".

Un dia se irán. Se vaciará Camp Butmir, crecerá la hierba entre las grietas del asfalto, se hará el silencio donde estamos, no habrá ni misa de domingo, ni oiré las palmas de un soldado de Cádiz, ni degustaré la paella que uno de ustede se tomó como un ejercicio a todo o nada, ni recibiré noticias de tal o cual desplazamiento. Me alegraré mucho de que no sean ustedes ya necesarios en Bosnia y Herzegovina. Se me llenará la boca cuando diga que España, en su pequeña o gran responsabilidad, cumplió. Pero les aseguro también que cuando despida al último, empezaré a echarles en falta.

Y ustedes, una vez más, habrán cumplido.

Y me refiero a ustedes con legítimo orgullo porque hablar de ustedes es hablar de mi propia familia. De mis primos y tios en Infantería de Marina, a los que admiraba en mi infancia y sigo admirando hoy. De mi padre, jurídico de la Armada, de mi abuelo en el Cuerpo de Ingenieros, de mis bisabuelos haciendo la guerra de Marruecos o de Filipinas. Ellos eran ustedes, si acaso ustedes me lo permiten.

Pero también ustedes son ellos. Quiero decir que también ustedes se verán otros. Los 23 soldados de España fallecidos en Bosnia y Herzegovina son ustedes, porque en ustedes viven. Saben ustedes bien que cuando les miren a ustedes los padres o los hijos de aquellos que fallecieron los verán a ellos, porque ustedes son ellos. Porque tienen ustedes, y solo ustedes, el honor de serlo.

Todo esto era para explicarles por qué es un honor para mí poder dirigirle unas palabras a ustedes.

Y porque es un honor dirigirme a ustedes, y porque ustedes son Cristo Ancor Cabello, les ruego que me permitan también que este sea un homenaje a él. Fallecido en Afganistán, pero vivo en cada uno de ustedes.

Que sea él quien, a través de ustedes, grite conmigo, con nosotros

¡VIVA EL REY!

¡VIVA ESPAÑA!»

22 de octubre de 2009

Garzón y (III). Se estrecha el cerco.


Recibo la noticia como agua de mayo, aunque en octubre con la falta que hace se agradezca más aún. El Colegio de Abogados de Madrid ha soltado lastre y complejos y ha decidido dar un paso más para pararle los pies a quien ha convertido la ley y la justicia en un enorme chicle cuya elasticidad depende siempre de sus propios intereses, cada vez menos confesables.


Lo que antes eran voces en el desierto hoy es un clamor social contra un magistrado que, arrastrado por su enorme ego, se ha creído que puede hacer mangas y capirotes con las leyes como antaño hacían los señoritos en su cortijos.


Resulta paradójico que Franco, como mío Cid en Valencia, vaya a ser la punta de lanza del declive de una carrera marcada por la soberbia, la prepotencia y el desprecio más absoluto al papel que debe jugar el poder judicial en un Estado de Derecho.


Que se haga justicia.


LFU

19 de octubre de 2009

Sed como niños (II). Una oportunidad para la vida.


Hace unos días, en estas mismas páginas y bajo el título «Sed como niños» hice mía una reflexión del malagueño Jesús Cotta al hilo de la dificultad que encontramos los mayores para explicar a los niños determinados comportamientos de los adultos contrarios al sentido común y a la ley natural.

El sábado, por fin, pudimos explicarle a nuestra hija Paloma -siete años- las razones por las que, en lugar de irnos al parque o al cine, íbamos a asistir a una manifestación. Nuestras explicaciones, suaves pero realistas, debieron causarle un tremendo impacto pues no alcanzaba a comprender que alguien a quien –Jesusito o la cigüeña porque ignoran que la voluntad humana pueda tener algo que ver en ello- le envía un niño, fuese capaz de matarlo. Su respuesta, tras una larga meditación, fue una pregunta: ¿Y porqué no los dejan nacer y luego los envían a un orfanato?. La reflexión, llena de sentido común tiene más calado si tenemos en cuenta que la imagen que tienen para mi hija los orfanatos es la de la película «Annie» o «La Princesita» (esta última muy recomendable) y no son preciosamente lugares de ensueño. Al menos en el orfanato -supongo que pensó- todos esos niños tendrían una oportunidad para la vida.

En contra de la opinión de muchos de los que no asistieron (total, para lo que va a servir…..) creo que la impresionante manifestación del sábado es un aldabonazo más en la conciencia de una sociedad adormecida que ha estado demasiado tiempo mirando para otro lado para no enfrentarse con la cruda de realidad del mayor genocidio silencioso de la historia de la humanidad.


LFU

16 de octubre de 2009

José Serrano Carvajal. Un caballero malagueño. Por José Utrera Molina

El próximo día 23 de octubre, el Profesor Serrano Carvajal -Pepe Serrano para los que le queríamos-tenía que asistir al homenaje que le habían preparado con cariño un grupo de amigos. No llegó a tiempo, pues parece que Dios tenía prisa por reunirlo de nuevo con su mujer, que hacía un año le había dejado repentinamente, y el pasado día 3 lo llamó a su presencia para donde partió, en palabras de José Antonio, «rodeado de caras familiares y respirando un aroma religioso de sacramentos yrecomendaciones del alma, es decir, con todo el rito y la ternura de la muerte tradicional». Uno de sus amigos del alma -mi padre- desde el dolor de su ausencia, le ha dedicado su pequeño homenaje, el artículo publicado el pasado día 6 de octubre en el Diario Sur de Málaga, que he querido hoy traer a estas páginas:


JOSE SERRANO CARVAJAL, UN CABALLERO MALAGUEÑO


Hoy las tierras de Montejaque tienen para mí un triste recuerdo. Allí conviví con José Serrano Carvajal durante los seis meses de preparación de la Milicia Universitaria. Los dos fuimos alféreces y sentimos por igual el orgullo que aquella distinción suponía. Habíamos sido anteriormente compañeros de estudio y siempre amigos.

No exagero si confirmo en estas líneas que he sufrido con la muerte de Pepe Serrano un tremendo dolor. Hablaba con él casi todos los días y la amistad que sostenía con él no ha tenido interrupción alguna. Desde la época ya ciertamente lejana en que le propuse para ser Gobernador y Jefe Provincial del Movimiento de Zamora hasta hoy, había permanecido su ánimo, su generoso ánimo en el estado de gracia de la lealtad. Pepe Serrano era un caballero a la antigua, es decir, un hombre que tenía como honor el patrimonio de su dignidad y la señal inequívoca de su coraje. Nunca abdicó de sus convicciones esenciales, es más, las pregonó siempre, sin insolencia, sin la jactancia del orgullo, pero sí con la fuerza irrenunciable de su convicción. Amó la fiesta nacional hasta extremos que admiten muy poca comparación porque era consciente de la cultura que encerraba su significado y de lo importante que era llevar sus luces y sus imágenes nada más y nada menos que al templo sagrado de la universidad. Pepe Serrano amaba en el toreo la belleza, la estética que lleva encerrada la fiesta de los toros, era entendida por él de manera original y vibrante.

Ayer fui a los toros en la Plaza de las Ventas. Se produjo un minuto de silencio en su memoria. Creo que es la primera vez en la larga historia de las corridas de toros, que alguien que no ha sido profesional se le rinda un homenaje semejante. Yo que había compartido con él localidad y afanes, puntos de vista e ideas parecidas, llené con una oración el vacío que muchas veces suponen los minutos de silencio. He afirmado alguna vez que hay personas que se mueren y otras que se nos mueren. Pepe Serrano es de los últimos, su recuerdo permanecerá siempre vivo en mí junto a la gratitud a su lealtad, a la limpia idea de la amistad que siempre me demostró sin interrupción alguna. Era un malagueño tradicional, jamás abjuró de su tierra, la amaba entrañablemente. En su corazón estaban sus tradiciones, sus costumbres, sus glorias y sus penas. En su memoria tantas cosas como habría sentido al contemplar los amaneceres sobre el mar y las luces claras sobre las montañas. Pepe Serrano ha bordado con su vida la mejor y más templada verónica, lenta, solemne, pausada, con las manos bajas y el corazón en alto. Concretamente hace cuatro días estuve con él. Ya tenía en el rostro la señal de la muerte, pero su ánimo tenía una singular entereza. Yo le animé y me despedí de él con la conciencia de que era difícil que volviera a verlo vivo. Cuatro días después de nuestro ultimo encuentro, me dieron la noticia de su fallecimiento. Nunca he sentido una amargura tan lacerante, una ausencia tan dolorida. Desde mi amistad, le brindo mi recuerdo y afirmo que es de las pocas personas de las que me he sentido orgulloso de ser amigo. Dios, en el que él creía, le habrá acogido con su misericordia mientras que sus amigos, le recordaremos con amor.


JOSÉ UTRERA MOLINA

15 de octubre de 2009

Fantoches con antorcha

De pequeñito me decía mi madre aquello de "el que juega con fuego....". Ya hace un año dediqué una entrada a la pantomima de la noche de las antorchas en homenaje al delincuente golpista Companys a raíz de un comentario del, a Dios gracias ex ministro, Fernández-Bermejo solicitando la rehabilitación pública del mencionado delincuente.

Ahora le toca el turno al impresentable de Laporta, cuya talla política está sin duda a la altura de Companys, Carod y demás alhajas. Estos nazionalistas de ERC no saben lo que hacer para que salga la foto anual de tan siniestra celebración, que recuerda en sus rituales a lo más rancio del nacional socialismo.
Pero lo importante es que Bermejo pió y al poco tiempo dimitió. Ojalá la sombra de Companys acompañe también al tonto de Laporta y el año que viene podamos celebrar su desaparición de la vida pública. En tal caso, tendrán que plantearse que lo de la fantochada de las antorchas está definitivamente gafado.

LFU

13 de octubre de 2009

Zapatero: Las razones de un abucheo



Es natural que Rodríguez Zapatero quiera restar importancia a los abucheos que año tras año –desde que accedió a la presidencia- acompañan su llegada y partida de los actos del desfile de la Fiesta nacional del 12 de octubre, relegándolos a la categoría de ritual.

El Presidente –el único, por cierto, en los últimos treinta años que ha sido sonoramente abucheado en tales ocasiones- nunca ha querido serlo de todos los españoles. La tónica de su mandato ha sido la de dividir a los españoles en buenos y malos, reservando la última calificación a los que se resisten a comulgar con las ruedas de molino de sus iniciativas estrella de la memoria histórica, del aborto y de la educación para la ciudadanía.

El público que asiste a los desfiles no es precisamente el adicto a la ideología de género o a la memoria histórica; carece de dudas sobre el concepto de nación en lo tocante a España y quiere y respeta a su ejército y a su historia. No es, por tanto, el perfil del votante del socialismo representado por Zp. Y ese mismo público, que grita Viva España al paso de las unidades militares, y se comporta con dignidad al paso de las banderas de las naciones aliadas, se siente profundamente herido por la insolvencia de un gobernante que ha jugado peligrosa y ligeramente con la unidad de España, que ha socavado los cimientos del estado de derecho cuando le ha convenido, ha tirado por los suelos el prestigio internacional de nuestra patria y ha querido convertir en «criminales fascistas» a la mitad de los españoles que lucharon en nuestra guerra fraticida. Por eso, precisamente, a Rodríguez le dan absolutamente igual, porque sabe que no es más que la manifestación del mismo desprecio que él siente por los que le abuchean.

Ningún otro gobernante ha crispado más a los españoles; ninguno ha reabierto tantas heridas; ninguno ha despreciado tanto a la mitad de España y ninguno ha recibido semejantes abucheos.

Los abucheos, por tanto, son tan comprensibles como merecidos. Pero, ¿es ese el lugar adecuado?. Sin ningún género de dudas, la respuesta es sí. En primer lugar, porque los abucheos se produjeron en la vía pública antes y después del acto en sí -que comienza con la llegada de la Bandera Nacional y la revista a las Fuerzas por parte del Jefe del Estado- y en ningún momento durante su celebración, durante la cual los asistentes mantuvieron una actitud de respeto ejemplar. Si aún así se entendiese que los prolegómenos o momentos posteriores del acto en sí deben tener la consideración de “acto de Estado”, no lo es menos que los desfiles se hacen en la vía pública para solaz y orgullo de la gente y no en un recinto cerrado para consumo de las autoridades. Jamás admitiría ni disculparía un abucheo en un funeral de Estado o en un acto solemne en el que el Presidente esté representando a nuestra Nación. Pero no era el caso. En el desfile de la Fiesta nacional, España estaba representada, primero, por el Jefe del Estado y después, por los representantes de los tres poderes del Estado, pero también por el pueblo para el que se organiza el despliegue de tropas. Y si lo que se quiere es que la gente acuda y aguante dos horas de espera en la calle con mordaza, lo mejor es eliminar los desfiles, pero no se puede pretender invitar a todo un pueblo a celebrar los actos de la fiesta de todos y pedirle que antes y después del acto muestren respeto a quien no sólo no se lo ha ganado, sino que no ha sabido respetar a la gran Nación que representa.

LFU