"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
24 de junio de 2009
En la muerte de Luis Teigell
Luis Teigell, otro de los bravos combatientes de aquella heróica división del ejército español que causó admiración y respeto en las estepas de Rusia, monta ya guardia junto a los luceros. Un buen amigo me envía las palabras que pronunció su hijo ante el panteón que rinde homenaje a los caídos de la División y junto al que aparece su padre en la fotografía de cabecera:
Familiares, amigos, camaradas, hijos de camaradas: en nombre de mi familia, os doy las gracias, de corazón por vuestra presencia hoy aquí.
Quiero expresar unas breves palabras de recuerdo, emocionado, a vuestro camarada Luis, mi padre, en esta mañana tan hermosa.
He dicho breves, aunque de él podría pasar horas y horas hablando, de sus vivencias, de sus amigos, de sus anécdotas, de sus proezas, de sus poesías, de su entrega a sus pacientes. Pero todo eso ya lo sabéis los que le conocísteis, y es mejor que quede entre vuestros recuerdos.
¡Tantos años habéis escuchado a mi padre, aquí, frente a este monumento dedicado a una gesta juvenil que no por olvidada deja de ser la más fabulosa empresa, como a mi padre le gustaba decir, del heroísmo español más allá de nuestras fronteras desde los Tercios de Flandes!
Quiero sacaros de un error: os equivocáis los que pensáis que mi padre ya no está aquí; he de corregiros, hoy está entre nosotros, presente, como decimos en ese lenguaje joseantoniano que todos los que me escucháis habláis y comprendéis.
Y además seguirá estando presente: sus restos en este monumento, y su espíritu y su ejemplo en todos nosotros, y espero que en los que nos sucedan.
Y es que también estáis equivocados cuando lloráis y estáis tristes: Camaradas, hoy es un día alegre, mi padre ahora tendrá el privilegio de poder abrazar, por fin, a tantos y tantos camaradas con los que compartió ilusiones y rudezas en la mítica estepa rusa, y también tendrá la ocasión, vedada para nosotros, de montar la guardia en los luceros, en ese paraíso difícil, erecto e implacable que ya comparte con sus ángeles con espadas.
A mi padre, a vuestro camarada hacía tiempo que sus piernas ya le fallaban; seguramente estaban ahora doliéndose de los miles de kilómetros recorridos a pié por los campos de Polonia, por las llanuras y bosques de Rusia; y también se dolían de las largas caminatas por los montes de su querida tierra manchega, que tantas veces recorrió en sus alegres días de caza, en pos de las huidizas perdices; y también se dolían de la dureza de las selvas de la otrora Guinea española que como médico conoció, y que hoy uno de mis hermanos vuelve como médico a recorrer, dando lo mejor de sí a quien más lo necesita; y se dolían también por los tantos y tantos caminos de España que como educador de juventudes holló, con alegría en el corazón y con himnos y canciones en su pecho, campamentos juveniles, montañas nevadas, rutas imperiales, ecos de un tiempo tristemente ya olvidado.
¡Cómo no iban, años después, a flaquear sus piernas!
Ni él mismo, que tanto presumía de su fortaleza, y que seguramente se quedaba corto en ello, os lo puedo asegurar, nunca sospechó que llegaría a andar tantos caminos y llegar tan lejos y tan alto.
Sus piernas le fallaron, sí, pero, camaradas, como hijo suyo, me llena de orgullo comprobar que a mi padre nunca le flaqueó el corazón. La llama que en su pecho inflamó ese joven y prometedor abogado, enamorado del pan y la justicia, que fue José Antonio Primo de Rivera, fue tan intensa y cegadora que continuó ardiendo en su vida, con tal fuerza que, además de quemar y arrastrarnos con ella a más de uno, hicieron falta nada más y nada menos que 88 años para poder apagarla.
Y nuestro orgullo por mi padre se debe a que, al contrario que tantos otros, que bien pronto cambiaron esa noble y sencilla llama por el calor de cómodas y burguesas estufas eléctricas, que camaleónicamente adaptaron sus colores a los tiempos que corrían, a la par que sus ganancias aumentaban, al contrario de ellos mi padre se mantuvo fiel a sus creencias e ideales, contra todo y frente a todos, heroísmo que sin duda es más difícil de alcanzar (y por ello a menudo menos reconocido) que el de quien ve repentinamente segada su vida en el combate por una bala enemiga.
Mi padre murió como había vivido, de modo humilde y cristiano, rodeado de quienes le querían y rebosando por los cuatro costados de los mismos amores e ilusiones que tan temprano llenaron su vida, como estas cinco rosas, frescas y sin marchitar.
¿Acaso hay mayor ejemplo para un hijo? "
Ricardo Teigell Guerrero-Strachan
Panteón de la División Azul. Cementerio de La Almudena
Y, por último su testimonio. Descanse en paz.
Luis Teigell ¡Presente!
23 de junio de 2009
El Follonero, Otegui, la Sexta y Emilio Aragón
Pensé escribir en su momento sobre el “gracioso” icono progre del periodismo apodado “el follonero” y su entrevista con Otegui, el hombre de paz -¿te acuerdas Zapatero?- en la que el follonero lo fue menos que nunca dando un “ejemplo de coraje” perfectamente descriptible frente al amigo de los cobardes pistoleros nacionalistas del tiro en la nuca, secuestrador y delincuente confeso y convicto. No lo hice entonces y lo hago hoy, con algo mas de perspectiva.
Nada hubiera objetado a la emisión de la entrevista si el entrevistador le hubiera plantado cara al miserable fofo de Arnaldo, si le hubiera puesto contra las cuerdas con sus preguntas y le hubiese preguntado si no se le caía la cara de vergüenza por tantas y tantas cosas. En una palabra, si le hubiera dado el trato que se merece, sin caer en la tentación de la componenda y arriesgando el pellejo.
Pero el follonero demostró su cobardía y brindó gratuitamente al seboso personaje una tribuna de gran audiencia y la oportunidad de presentar una cara desenfadada tras la que se esconde un criminal de la peor ralea.
Lo peor de todo es que la Sexta no hubiera tenido redaños para emitir esta entrevista después del asesinato del inspector Puelles. ¿A que no?
En televisión no vale todo, ni mucho menos. De Roures, el trotskista (¿?) me lo espero todo; va de frente y carece de escrúpulos. Pero de Emilio Aragón, Presidente de la Sexta, podría esperarse algo más de dignidad teniendo en cuenta sus orígenes, pero mucho me temo que tras esa sonrisa infantiloide se esconde una ligereza tan grande como su patrimonio. Lo menos que podían hacer era pedir perdón por lo que han hecho, y Aragón, si le queda un mínimo de decencia, dimitir y vender sus acciones. Pero no lo harán. Porque son todos unos miserables.
LFU
19 de junio de 2009
Obama, no cierres Guantánamo
La ETA -escribir ETA, a secas, es ya compadrear- ha vuelto asesinar a un policía español con una bomba lapa en los bajos de su coche. Otro español, hijo marido y padre, al que han segado la vida estos hijos de puta. Hay demasiado dolor en el ambiente. Me imagino el estupor de su familia, su impotencia. Los gritos ahogados de dolor, de tristeza inconsolable. Y sólo me sale rezar por él y por los que le lloran.
Y rezando se me ha ocurrido que sería una pena desperdiciar las magníficas instalaciones de la prisión de Guantánamo, cuando hay tantos presos de la ETA que la harían reverdecer. Obáma, mándanos los cuatro árabes que nos tocan y a cambio te quedas con todos los cabrones que disfrutan del suave régimen penitenciario español. Así no tendrán que gastarse las Gestoras tanto dinero en desplazamientos. Y a lo mejor se pudren de una vez los miserables que siguen sonriendo cuando tanto dolor ha puesto de luto, otra vez, a toda España.
Inspector Eduardo Puelles García. !Presente!
LFU
16 de junio de 2009
Muralla contra muralla. La memoria histórica de Sevilla
Me envía mi hermana Rocío una presentación en powerpoint firmada por Julio Domínguez Arjona dando noticia de la última hazaña del consistorio sevillano en materia histórica, a cargo -cómo no- del siniestro concejal comunista Rodrigo Torrijos que, para vergüenza de los sevillanos, rige los destinos de la Ciudad de María Santísima.
Este atrabiliario munícipe, que se ha encargado con saña y odio de eliminar de las calles de Sevilla cualquier rastro de cuarenta años de su historia –perdón, de las calles no, de sus letreros, porque aún no se ha atrevido a demoler el Polígono de San Pablo, ni la Basílica de la Macarena, ni el Hospital Virgen del Rocío, ni el Barrio de los Remedios- ha culminado su tarea lobotomizadora de la sociedad sevillana, plantando una placa cainita en las murallas de la Macarena, en recuerdo de un grupo de mineros socialistas y comunistas fusilados en los primeros días de la guerra. La leyenda no tiene desperdicio: “En memoria de los fusilados en estas murallas por defender la legalidad republicana, la libertad y la justicia”
Como señala Domínguez Arjona: “En ese monolito no se cuenta, cómo un joven, Antonio Rodríguez Camacho, hijo del dueño de la Venta Guía donde la siniestra columna paro a repostar oyó como Cordero Bell hace alarde del objetivo de la columna, que no era otro que volar la Giralda.
En ese monolito no se cuenta como en la mañana del 19 de Julio esos guardias civiles estratégicamente situados pararon a un convoy, muy superior en número, en la Pañoleta en una ensalada de tiros donde volaron los dos camiones de explosivo y se saldó con veinte muertos, setenta y ocho detenidos (que serian los fusilados menos un menor de 16 años, Manuel Rodríguez Méndez, que fue condenado a cadena perpetua). El resto de los luchadores por la libertad entonaron valientemente el "Si nos moverán" , pues les faltó carretera de Huelva para salir por patas por donde habían venido a dinamitar la Giralda .....para defender la República .”
Que conste que no estoy en contra de que se recuerde a los que cayeron, de uno y otro bando, en una guerra que fue de hermanos contra hermanos. Pero resulta intolerable que, después de haber arrancado la Cruz que recordaba los caídos de un bando de las murallas del Alcázar, en un postrero gesto chabacano y vil de venganza extemporánea, se elija otra muralla para recordar a los que cayeron en el otro, con una leyenda que insulta a la inteligencia y vuelve a clavar el puñal por la espalda a los que cayeron por Dios y por España, que también los hubo, a millares, pero cuyo recuerdo ha sido proscrito por una inicua ley hecha a la medida de su promotor.
Vaya por delante que es mentira que aquellos cayeran defendiendo la legalidad republicana, la justicia y la libertad. Mentira. Cayeron por luchar en el bando en el que creían o en el que les tocó. ¿O acaso los que quemaron la Iglesia de San Gil, la de Santa Ana y tantas Iglesias y conventos de España torturando, mutilando y asesinando a ocho mil religiosos y religiosas lo hacían para defender la legalidad republicana, la libertad y la justicia? ¿Acaso la legalidad republicana exigía la voladura de la Giralda?
Han desaprovechado una ocasión única, setenta años después, para tener un gesto de grandeza y unir bajo un solo recuerdo, limpio y generoso, a todos los que cayeron en aquella trágica contienda, pero de la escasa talla de semejante hatajo de gobernantes no se podía esperar más que un acto de miseria histórica como éste, que les define, y supone un agravio más para la historia de Sevilla. Han querido enfrentar a dos murallas milenarias y recordarnos a todos que no todos los muertos eran iguales. Y lo peor de todo es que tal vez no les falte alguna razón.
LFU
15 de junio de 2009
La verdad sobre el Valle de los Caídos
DOM ANSELMO ÁLVAREZ SALE AL PASO TRAS LA MANIPULACIÓN INFORMATIVA DE UN REPORTAJE DE ANTENA 3 SOBRE EL VALLE
«Rezamos todos los días por los muertos de la guerra», dice el abad del Valle de los Caídos
Pocas personas hay en España que sepa más del Valle de los Caídos que el padre Anselmo, abad del mencionado monasterio y monje bendictino desde hace 51 años. Se ha visto obligado a salir del paso, en esta entrevista, de la manipulada visión que hace unos días dió un reportaje de Antena 3 sobre la basílica y todo lo que representa el Valle de los Caídos.
(Juan Mayor de la Torre/Alfa y Omega) El Valle de los Caídos motiva opiniones y discusiones apoyadas en equívocos. Don Anselmo Álvarez Navarrete, monje benedictino que vive allí desde hace 51 años y abad del monasterio desde 2004, desvela detalles poco o nada conocidos: ni murieron mil muertos durante su construcción, como algunos han dicho; ni se obligó a ningún preso a trabajar en ella; ni se concibió el monumento a mayor gloria del bando vencedor y humillación de los vencidos
- Patrimonio Nacional ha hecho público que el Valle es el monumento más visitado de cuantos dependen de ese organismo. Para orar, como visita turística, o simplemente para curiosear y comer en la hospedería. Sin embargo, subsiste el rechazo de algunos. ¿Será únicamente por ser una obra del régimen de Franco?
- Se juzga el monumento con la misma diversidad de ópticas con que se ha considerado el acontecimiento que le dio origen. Pero ahora, como entonces, pesan más las razones ideológicas de unos y otros. Aunque lo cierto es que esas posiciones habían venido atenuando su aspereza hasta tiempos recientes.
- La construcción del Valle corrió a cargo de técnicos y artistas ajenos, o incluso contrarios al régimen que lo erigió...
- La selección de las personas que dieron forma al conjunto del monumento la hicieron en función de la capacidad profesional requerida en cada ocasión, al margen de cualquier otra consideración. Por eso intervinieron arquitectos, ingenieros o artistas en ocasiones de tendencia nacionalista, republicana o socialista declarada. Baste mencionar los casos, ya conocidos, de Julio Beovide, autor del Cristo que preside el altar mayor de la basílica; el ingeniero, persona muy vinculada a la República, retornado del exilio y cuyos cálculos del peso de la cruz y la estructura de sus brazos fue decisiva... O el más conocido, Juan de Ávalos, artífice de las imágenes de los evangelistas o La Piedad, con militancia socialista, al menos durante algún tiempo.
- Recientemente, Antena 3 TV emitió un extenso documental en dos capítulos dedicado íntegramente al Valle.
- Con toda docilidad se mantuvo en lo políticamente correcto sobre lo que debe ser dicho o callado acerca del Valle. Las conversaciones previas parecían alejar esta perspectiva, pero finalmente todo se olvidó para no alterar la cantinela prescrita. Ha sido una tramoya penosa.
- Sin embargo, en ese documental se incluían sendas entrevistas con usted...
- Se me dio una oportunidad porque eso parecía formar parte de lo correcto en esta ocasión. Pero su inclusión en un conjunto en el que los autores de la partitura decidieron que casi todas las demás voces recitaran un contrapunto descalifica, creo, la intención y el resultado.
– Hay quienes sostienen que el Valle fue un campo de trabajos forzados donde nada se redimía.
– Todos los datos documentales e irrebatibles desmienten esa afirmación. La presencia de penados en las obras se debió a la iniciativa de las empresas constructoras, con autorización del Gobierno y en aplicación de la Ley de redención de penas por el trabajo, para los reclusos que quisieran acogerse a ella. Se trataba, por tanto, de una opción completamente libre en todos los casos, con la posibilidad de redención de varios días de la condena por cada día trabajado. Su aplicación en el Valle -entre 1943 a 1949- superó los beneficios de esta Ley, que preveía tres días de redención de pena por cada uno trabajado. Ya en el segundo año, fueron cinco. Y seis a partir del tercero, manteniéndose esta proporción hasta el final. Ello permitía que las penas más altas quedaran reducidas o anuladas en tiempo relativamente breve, y muchos, ya libres, solicitaron seguir trabajando en las obras, en las que no pocos permanecieron hasta el final y prestaron normalmente sus servicios a la comunidad. Entre varios otros, el practicante, el maestro del poblado y el médico doctor Lausín.
– En el documental aludido se añadía como signo inhumano que los penados percibían 50 céntimos por día. ¿Es cierto?
– El régimen de trabajo los equiparaba a los de cualquier empresa y en total igualdad con los trabajadores libres del Valle, la mayoría de los pueblos vecinos y siempre mucho más numerosos. Horario laboral, seguros y derechos sociales, fueron idénticos. El salario era el correspondiente a su categoría laboral, según las bases en vigor en toda la zona del Valle, incrementado con las horas extraordinarias, optativas y tan sólo a ellos autorizadas, y por diversas gratificaciones. Del total, el 25% se entregaba al recluso y el resto se ingresaba en una libreta de ahorro de la que podía beneficiarse su familia, y cuyo líquido cobraba el interesado al recobrar su libertad. Se calculó que la cantidad total percibida se equiparaba o superaba a la de los maestros de la época. Gozaban igualmente de todos los seguros sociales como los de vejez, accidentes de trabajo, invalidez y paro. Al término de su trabajo tenían acceso a viviendas protegidas.
– Uno de los intervinientes en aquel programa dijo textualmente: «La cruz del Valle levanta ampollas entre los familiares de uno y otro bando». ¿Qué piensa de esto?
– Me parece que la generalidad de la apreciación la hace bastante gratuita, y desde luego resulta rigurosamente minoritaria en el conjunto de las que se han escuchado en estos cincuentas años. Más que la cruz del Valle, lo que hoy levanta ampollas y fobias en algunos es la Cruz de Cristo.
– En ocasiones se reivindica la aproximación de sus familiares a determinados presos. ¿Se pensó ya en esto entonces, ante un régimen de reclusión tan especial?
- Disfrutaban de un amplio régimen de libertad, que les permitía relacionarse con todos los residentes del valle de Cuelgamuros, desplazarse libremente por el interior del recinto o a los pueblos de los alrededores los domingos y festivos, así como, en no pocos casos, vivir temporal o establemente con sus familias en el interior del Valle, en casas construidas con ayuda de las empresas y los compañeros. El poblado contaba con una escuela para los hijos de las familias residentes en el Valle, tanto de los empleados y trabajadores libres como de los reclusos que convivieron con sus familias. El maestro, don Gonzalo de Córdoba, que había sido un recluso más, continuó esa función hasta su jubilación.
– También se ha dicho que en las obras del Valle murieron más de mil trabajadores. ¿Es ésa la cifra?
– La reiteración de cifras como ésas tiene poco que ver con la Historia y con la documentación. Al término de las obras, el médico, que casi desde el principio atendió a los obreros del Valle -él mismo recluso-, dio la cifra de 14 muertos durante todo el tiempo de las obras. Recientemente, la investigación ha permitido localizar tres fuentes oficiales, cada una de las cuales recoge fehacientemente y sin lugar a duda esta misma cifra con inclusión de nombres, fechas y motivo de fallecimiento. Las causas fueron siempre accidentes laborales debidos principalmente a variantes de silicosis por el polvo originado en la excavación de la basílica. No es de excluir que, tras la baja laboral por afecciones de esta naturaleza, luego se pudiera producir alguna defunción aislada de la que no existe constancia. No se produjo, en cambio, baja alguna en la construcción de la cruz, como tantas veces han afirmado algunos, porque, cuando ésta se inició en 1950, ya no quedaba ningún recluso en el Valle.
– Terminada la basílica, ¿se contempló para su entierro en su necrópolis la filiación política o credo religioso de los caídos?
– Es sabido que en el cementerio de la basílica reposan caídos de ambos lados. Fue una de las finalidades que presidieron desde muy pronto la realización del monumento. Tampoco se exigió ni se indagó la confesión católica de los enterrados, a pesar del carácter sagrado del lugar. Frente a algunos pronunciamientos del momento en contra, la misma Nunciatura manifestó entonces que dicha exigencia no era indispensable en aquella circunstancia.
– Además de estos datos, ¿existen testimonios de carácter popular que pueda consultar cualquiera sobre estos y otros aspectos del Valle?
– La fuente de información más completa y objetiva sigue siendo la obra del arquitecto Diego Méndez El valle de los Caídos. Idea. Proyecto. Construcción, del que acaba de publicarse la segunda edición. Alfredo Amestoy ha llevado recientemente a Internet unas páginas tituladas La verdadera historia del Valle de los Caídos, réplica de tantas otras obras apócrifas. Y hay que subrayar el libro de Miguel Rodríguez Gutiérrez El último preso del Valle de los Caídos, cuya descripción de su propia experiencia como trabajador penado del Valle echa por tierra tantas historias fantásticas sobre los reclusos que intervinieron en las obras de Cuelgamuros.
«Rezamos todos los días por los muertos en la guerra»
– ¿Qué representan los benedictinos en el Valle?
– Fuimos llamados aquí en nuestra condición de monjes y en ella permanecemos. Cualquiera que se acerque a nosotros observará que esta abadía se diferencia muy poco de cualquier otra, en cualquier otro país europeo, que el estilo de vida es el mismo. Aquí continuamos al servicio de Dios y de la sociedad, manteniendo viva la tradición de espiritualidad, de cultura y de humanismo con que los monasterios han configurado Europa. Esa Europa que ahora parece querer olvidar su esencia cristiana como repetidamente lamenta el Papa. En realidad, lo que el paso del tiempo ha ido perfilando como peculiaridad más definida del Valle es su carácter de abadía benedictina. Aunque no olvidamos la naturaleza de este lugar: un monumento levantado en honor de Dios en nombre de España. Por eso forma parte de nuestro quehacer diario la oración por todos los muertos de la guerra, sepultados o no en la basílica, pero también por las grandes intenciones de nuestro pueblo: la paz, la reconciliación, la prosperidad, el mantenimiento de la fe.
Por lo demás, la presencia de los monjes ha contribuido a facilitar la continuidad del Valle al margen de los vaivenes políticos, y a transmitirlo como patrimonio común de la sociedad española. Los monjes no tenemos compromisos más que con Dios, lo cual nos hace fuertes para transitar por las vicisitudes del tiempo y las alternancias de las ideas y de los hombres. Ello representa nuestra máxima libertad.
N. del Blogger: Yo tuve que dejar de ver el reportaje de marras a los pocos minutos de comenzar porque la manipulación era escandalosamente grosera. Y es que la verdad, sin tapujos, no vende en España.
LFU
12 de junio de 2009
Las voces del ayer
Con extraordinaria humildad, sin que sirva de precedente y solicitando la indulgencia de mis lectores, me atrevo a traer unos versos nacidos de un sueño inacabado, como todos.
Las voces del ayer siempre aparecen
vestidas del color de la añoranza,
y entre brumas de sueño, la esperanza
se rinde ante los rayos que amanecen.
LFU
8 de junio de 2009
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