"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

4 de junio de 2009

El acontecimiento planetario



No soy muy partidario de glosar noticias que están en boca de todos, pero consciente de mi responsabilidad ante los lectores de ultramar, no puedo dejar de recoger aquí la inefable alocución de la número dos del Partido Socialista, cuya talla intelectual no tiene nada que envidiar a la del lider galáctico que padecemos.

Recomiendo verlo dos veces, porque sólo a la segunda se le saca el jugo que esconde tan vibrante discurso. Sólo lo siento por Obama, cuya estrella quedará sin duda eclipsada por los destellos fulminantes de la gloria inmarcesible de nuestro "lider planetario."

LFU

2 de junio de 2009

El señuelo y Julián Marías

Hace algunos meses lo barruntábamos. Ahora ya es un clamor y más después de lo que anoche dijo Lopez Aguilar. La estrategia del gobierno con la reforma de la ley del aborto era la de soltar una liebre -la autorización a las mayores de 16 años para abortar- para, una vez cazada, dejar a la oposición sin argumentos, presentándose el gobierno como el campeón del consenso y del talante, cuando el objetivo no era otro que el establecer una ley de plazos.

Como suele suceder, la oposición ha errado los tiros. Se ha empeñado a fondo en el asunto de las menores siguiendo el señuelo del gobierno que una vez más ha sabido llevarlo belmontinamente a su terreno.

Esto es lo que pasa cuando no se tienen claras las ideas. La defensa radical de la vida desde su concepción es una batalla que ganaremos, aunque dentro de mucho y con un coste brutal en vidas humanas. Mientras tanto, merece la pena rescatar aquí el gran artículo de Marías sobre el aborto, para poner un mucho de claridad en medio de tanta penumbra.

LA CUESTIÓN DEL ABORTO.

LA espinosa cuestión del aborto voluntario se puede plantear de maneras muy diversas. Entre los que consideren la inconveniencia o ilicitud del aborto, el planteamiento más frecuente es el religioso. Pero se suele responder que no se puede imponer a una sociedad entera una moral «particular». Hay otro planteamiento que pretende tener validez universal, y es el científico. Las razones biológicas, concretamente genéticas, se consideran demostrables, concluyentes para cualquiera. Pero sus pruebas no son accesibles a la inmensa mayoría de los hombres y mujeres, que las admiten «por fe»; se entiende, por fe en la ciencia.

Creo que hace falta un planteamiento elemental, accesible a cualquiera, independiente de conocimientos científicos o teológicos, que pocos poseen, de una cuestión tan importante, que afecta a millones de personas y a la posibilidad de vida de millones de niños que nacerán o dejarán de nacer.Esta visión ha de fundarse en la distinción entre «cosa» y «persona», tal como aparece en el uso de la lengua. Todo el mundo distingue, sin la menor posibilidad de confusión, entre «qué» y «quién», «algo» y «alguien», «nada» y «nadie». Si se oye un gran ruido extraño, me alarmaré y preguntaré: «qué pasa?» o ¿qué es eso?». Pero si oigo unos nudillos que llaman a la puerta, nunca preguntarés «¿qué es», sino «¿quién es?».

Se preguntará qué tiene esto que ver con el aborto. Lo que aquí me interesa es ver en qué consiste, cuál es su realidad. El nacimiento de un niño es una radical «innovación de la realidad»: la aparición de una realidad «nueva». Se dirá que se deriva o viene de sus padres. Sí, de sus padres, de sus abuelos y de todos sus antepasados; y también del oxígeno, el nitrógeno, el hidrógeno, el carbono, el calcio, el fósforo y todos los demás elementos que intervienen en la composición de su organismo. El cuerpo, lo psíquico, hasta el carácter, viene de ahí y no es rigurosamente nuevo.Diremos que «lo que» el hijo es se deriva de todo eso que he enumerado, es «reductible» a ello. Es una «cosa», ciertamente animada y no inerte, en muchos sentidos «única», pero al fin una cosa. Su destrucción es irreparable, como cuando se rompe una pieza que es ejemplar único.

Pero todavía no es esto lo importante.«Lo que» es el hijo puede reducirse a sus padres y al mundo; pero «el hijo» no es «lo que» es. Es «alguien». No un «qué», sino un «quién», a quien se dice «tú», que dirá en su momento «yo». Y es «irreductible a todo y a todos», desde los elementos químicos hasta sus padres, y a Dios mismo, si pensamos en él. Al decir «yo» se enfrenta con todo el universo. Es un «tercero» absolutamente nuevo, que se añade al padre y a la madre.

Cuando se dice que el feto es «parte» del cuerpo de la madre se dice una insigne falsedad porque no es parte: está «alojado» en ella, implantado en ella (en ella y no meramente en su cuerpo). Una mujer dirá: «estoy embarazada», nunca «mi cuerpo está embarazado». Es un asunto personal por parte de la madre. Una mujer dice: «voy a a tener un niño»; no dice «tengo un tumor».El niño no nacido aún es una realidad «viniente», que llegará si no lo paramos, si no lo matamos en el camino. Y si se dice que el feto no es un quién porque no tiene una vida personal, habría que decir lo mismo del niño ya nacido durante muchos meses (y del hombre durante el sueño profundo, la anestesia, la arteroesclerosis avanzada, la extrema senilidad, el coma).

A veces se usa una expresión de refinada hipocresía para denominar el aborto provocado: se dice que es la «interrupción del embarazo». Los partidarios de la pena de muerte tienen resueltas sus dificultades. La horca o el garrote pueden llamarse «interrupción de la respiración», y con un par de minutos basta. Cuando se provoca el aborto o se ahorca, se mata a alguien. Y es una hipocresía más considerar que hay diferencia según en qué lugar del camino se encuentre el niño que viene, a qué distancia de semanas o meses del nacimiento va a ser sorprendido por la muerte.Con frecuencia se afirma la licitud del aborto cuando se juzga que probablemente el que va a nacer (el que iba a nacer) sería anormal física y psíquicamente. Pero esto implica que el que es anormal «no debe vivir», ya que esa condición no es probable, sino segura. Y habría que extender la misma norma al que llega a ser anormal por accidente, enfermedad o vejez. Y si se tiene esa convicción, hay que mantenerla con todas sus consecuencias; otra cosa es actuar como Hamlet en el drama de Shakespeare, que hiere a Polonio con su espada cuando está oculto detrás de la cortina.

Hay quienes no se atreven a herir al niño más que cuando está oculto -se pensaría que protegido- en el seno materno.Y es curioso cómo se prescinde enteramente del padre. Se atribuye la decisión exclusiva a la madre (más adecuado sería hablar de la «hembra embarazada»), sin que el padre tenga nada que decir sobre si se debe matar o no a su hijo. Esto, por supuesto, no se dice, se pasa por alto. Se habla de la «mujer objeto» y ahora se piensa en el «niño tumor», que se puede extirpar como un crecimiento enojoso. Se trata de destruir el carácter personal de lo humano. Por ello se habla del derecho a disponer del propio cuerpo. Pero, aparte de que el niño no es parte del cuerpo de su madre, sino «alguien corporal implantado en la realidad corporal de su madre», ese supuesto derecho no existe.

A nadie se le permite la mutilación; los demás, y a última hora el poder público, lo impiden. Y si me quiero tirar desde una ventana, acuden la policía y los bomberos y por la fuerza me lo impiden.

El núcleo de la cuestión es la negación del carácter personal del hombre. Por eso se olvida la paternidad y se reduce la maternidad a soportar un crecimiento intruso, que se puede eliminar. Se descarta todo uso del «quién», de los pronombres tú y yo. Tan pronto como aparecen, toda la construcción elevada para justificar el aborto se desploma como una monstruosidad.¿No se tratará de esto precisamente? ¿No estará en curso un proceso de «despersonalización», es decir, de «deshominización» del hombre y de la mujer, las dos formas irreductibles, mutuamente necesarias, en que se realiza la vida humana?

Si las relaciones de maternidad y paternidad quedan abolidas, si la relación entre los padres queda reducida a una mera función biológica sin perduración más allá del acto de generación, sin ninguna significación personal entre las tres personas implicadas, ¿qué queda de humano en todo ello? Y si esto se impone y generaliza, si a finales del siglo XX la Humanidad vive de acuerdo con esos principios, ¿no habrá comprometido, quién sabe hasta cuándo, esa misma condición humana? Por esto me parece que la aceptación social del aborto es, sin excepción, lo más grave que ha acontecido en este siglo que se va acercando a su final.

JULIÁN MARÍAS

(se volvió publicar el 21-12-07 en ABC)

29 de mayo de 2009

Mi madre




En enero de este año, me hice eco de una bonita carta del olímpico malagueño Félix Gancedo publicada en el Diario Sur con ocasión de la retirada por la Diputación de Málaga de la medalla de oro de la provincia concedida a mi padre en 1975. Aquella carta era distinta de las demás, pues añadía una referencia a mi madre que todos agradecimos:

“Corría el verano de 1948, fue en Alhaurin de la Torre donde conocí a Pepe Utrera Molina; por un camino de tierra iba paseando de la mano de una joven malagueña cuya belleza exterior solo ha sido superada a través de los años por su belleza interior; tuvieron ocho hijos. Querida Lali desde estas líneas te quiero rendir un sentido homenaje por lo mucho que has debido sufrir por tantas amargas realidades.”

Nada más leerla se la envié a Paloma, mi mujer, y conservo su contestación, a vuelta de correo electrónico: “Es preciosa, Luis Felipe, pero sobre todo por las cosas tan bonitas que dice sobre tu madre, que se merece mucho, mucho en todo esto”.

Pensé entonces en escribir sobre ello, pero quizás por pudor, lo dejé para más adelante.

Hoy, cuando está a punto de cerrarse el mes que los cristianos dedicamos a María, he vuelto a escuchar, en las trémulas voces blancas de unas niñas de cuatro años del colegio de mis hijas, una canción que dice así:

Tengo en casa a mi mamá,
pero mis mamás son dos:
en el cielo está la Virgen
que es también mamá de Dios.

Las dos me quieren a mí,
las dos me entregan su amor.
A las dos las busco y las llamo,
a las dos las quiero yo.

Cuando llamo a mi mamá,
ella viene sin tardar.
Mi mamá del cielo viene
si me acuerdo de rezar.

Cada día mi mamá
me da un beso al despertar,
en el alma llevo el beso
de mi Madre celestial
.

Uno tiene días. Y la edad, que no perdona, ablanda el espíritu y abre los lagrimales que da gusto. Por eso, al terminar el rezo mañanero, pensé que no puede haber mejor broche para este mes de las flores que honrar hoy de nuevo a mi madre, y en ella a todas las madres del mundo.

Porque ella es la piedra, la fortaleza en la que se han refugiado todos nuestros temores y el hombro sobre el que hemos derramado nuestra impotencia. Es el antídoto contra la vejez, el pesimismo y la desesperanza. Su rostro tiene la luz de una fe inquebrantable y contagiosa y el limpio azul de sus ojos refleja la bondad de los que ofrecen su vida vaciándose en los demás. Por eso tiene la casa siempre llena, porque sus puertas se abren siempre hacia afuera.

No hay medallas ni honores en el mundo que puedan hacerle justicia, ni falta que le hacen. Tiene la devoción apasionada de un hombre que nunca hubiera sido lo que es sin su constante apoyo, su callado sacrificio y sus vacunas de realidad contra sueños imposibles. Y el amor incondicional de unos hijos que nunca podrán agradecerle lo bastante el enorme ejemplo recibido de entrega, de amor y de sacrificio.

Todo lo que diga es poco, como en las confesiones, por eso conviene no alargarse. Pero por todo esto y por lo demás, gracias Mamá, de corazón.

LFU

28 de mayo de 2009

Garzón y el Auto del Supremo


Por ahora tan sólo es una admisión a trámite, pero cualquier jurista sabe que no es moco de pavo. Si además nos tomamos la molestia de leer el Auto, dictado por unanimidad de los Magistrados, todo parece indicar que ésta vez va en serio y que Baltasar debe estar algo preocupado. Ahora está por ver que el Tribunal Supremo aguante el tirón y acabe de una vez con la inexplicable –o muy explicable- impunidad de la que ha gozado hasta ahora este nefasto juez que ha deshonrado tan noble profesión pasándose por el arco del triunfo el ordenamiento jurídico, cuando no pasa ni media a cualquier letrado que se acerca a impetrar justicia.

La maquinaria de la izquierda y ultraizquierda no ha tardado mucho en poner en marcha una campaña de descalificación del querellante a quien se acusa del crimen nefando de ser “ultraderechista”, para intentar cazar al cazador, pero lo que se ha de enjuiciar no es al querellante sino a una actuación clamorosamente ilegal de un magistrado cuya soberbia y afán de protagonismo mediático, unida a su incompetencia profesional podrían empezar a pasarle factura.

Por el momento le han amargado la final de la “champions”. Y ya puestos, no dejaría de tener su gracia que al final, Franco, como el Cid en Valencia, ganara esta batalla a los treinta y cinco años de una muerte recientemente certificada.

LFU

27 de mayo de 2009

Puntos programáticos



Pensando en el sentido de mi voto en las próximas elecciones, en el improbable caso de que, superando mi virulenta alergia a la “fiesta de la democracia”, me acerque a las urnas, se me ocurre que debería plasmar ya una serie de puntos fundamentales que determinen, en función de su cercanía a algún programa electoral, mi participación como votante en unos comicios. Se me ocurren a bote pronto algunos con carácter de mínimo (cuya enumeración no obedece a ningún criterio), que convierten en una quimera mi sueño electoral, pero espero de mis amables lectores la aportación de otros que enriquezcan el elenco hasta llegar, si podemos, a 27 (por aquello de molestar a la progresía con evocaciones como las de la foto que ilustra esta entrada).



  1. Reforma de la Ley electoral corrigiendo las distorsiones del sistema proporcional que favorecen a los partidos nacionalistas.

  2. Reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial en cuanto al sistema de elección del Consejo General del Poder Judicial que garantice su independencia respecto de los poderes legislativo y ejecutivo.

  3. Reforma del artículo 159 de la Constitución y del artículo 16 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional que modifique el sistema de nombramiento de sus magistrados, desvinculando dicho órgano del poder legislativo.

  4. Reforma del artículo 149 de la Constitución Española incluyendo la educación como competencia exclusiva del Estado.

  5. Derogación íntegra de la legislación despenalizadora del aborto (aclaro que, dejando a salvo la concurrencia de atenuantes y eximentes de nuestro Código penal en cada caso concreto, a mí me es igual si una mujer va a la cárcel por matar a su marido, a su hijo de tres años o a su hijo de tres semanas)

  6. Medidas de fomento de la natalidad y de ayuda a mujeres embarazadas con problemas económicos o de otra naturaleza para garantizar el derecho a la vida del nasciturus.

  7. Derogación íntegra de la Ley de Memoria Histórica

  8. Garantizar por Ley Orgánica el derecho de todos los españoles a elegir para sus hijos una educación en castellano; el derecho a utilizar el castellano en todas sus actuaciones con cualquiera de las administraciones locales, autonómicas y estatales, prohibiendo cualquier discriminación en cuanto al acceso al trabajo, la concesión de ayudas, becas o subvenciones, oposiciones, etc… por el hecho de no conocer la lengua vernácula de la región correspondiente.

  9. Exigencia de un título universitario de grado medio o superior para acceder a la Condición de Ministro del Gobierno de la Nación.

  10. Supresión del Ministerio de Igualdad.

¿Alguien da más?



LFU

25 de mayo de 2009

¿Yes we can?

Impresionante testimonio de la detención de un sacerdote católico en Indiana por protestar pacíficamente contra el aborto ante la visita de Obama. Una aplicación del "Yes we can".

LFU