
Reproduzco a continuación la necrológica que ayer publicaba el Diario Sur de Málaga, firmada por José Utrera Molina:
"Era mi amigo. También fue mi camarada desde mi más tierna edad, aunque nuestras vidas en ocasiones, discurrieran por vericuetos distintos. Nos conocimos en el colegio de Dña. Ángela, los dos teníamos siete años, habíamos nacido los dos en abril y teníamos por tanto la misma edad. Desde entonces, he tenido con él una profunda y entrañable amistad. Era un tipo irrepetible, un portento de imaginación, un hombre atrevido y audaz pero fundamentalmente una persona buena. Podría relatar muchas anécdotas que me vinculan a él pero me voy a referir a lo más importante. Ambos fuimos Jefes de Centuria, yo mandé la denominada Santa María y Cardenal Cisneros. Él, la que se denominaba Juan de la Cosa, muy entrañada en temas marineros y a su frente recorrió las tierras de Andalucía en una singladura inolvidable. Después anduvo por otros terrenos, pero puedo asegurar que su corazón, su noble corazón jamás dejó de ser falangista. Intentó a través de aquella agrupación denominada Reforma Social Española, extraer las raíces de nuestra doctrina y ponerlas al día. Fue un empeño tan audaz como baldío.
Con el tiempo y adscrito ya al Partido Popular fue diputado europeo. Allí me consta que desarrolló una gran labor, pero al final tropezó con el menosprecio injusto del Sr. Fraga que liquidó sus posibilidades de haber desarrollado allí una tarea que no dudo hubiese sido positiva. Me consta que fue para él un golpe mortal del cual no se recuperaría nunca.
Repito que Manuel Cantarero era una personalidad muy singular. Cuando conoció a su mujer, Hortensia, estaba yo próximo a él y recuerdo que se dirigió a ella y le dijo: “Me parece que me voy a enamorar de ti” y así fue. Durante más de 50 años estuvieron amorosamente unidos. Hortensia le ha cuidado heroicamente durante cerca de nueve años, sin un desmayo, sin una claudicación, sin una queja. Yo asistí a sus bodas de oro cuando ya empezaba su mente a estar lamentablemente demenciada.
Cantarero amó a su patria chica con delirio y con apasionamiento. Fue un malagueño integral. Nosotros convivimos en el Instituto de Málaga y él siempre recordaba los claustros de la Calle Gaona que permanecían todavía metidos en su corazón. Amaba el mar y por ello fue consecuente convirtiéndose en marino mercante. Tenía un sentido poético de la vida y era en definitiva un idealista nato. En ocasiones tuvimos alguna divergencia pero siempre nos unía el amor a las cosas esenciales y yo admiré siempre la firmeza de su talante y la dignidad de sus equivocaciones.
Ya no está con nosotros, a muchos su nombre apenas si le dirá nada, a otros nos habla de un tiempo común, de una comunión irrevocable, de unas esperanzas compartidas, de unas ilusiones insatisfechas, de un edén soñado. Estoy seguro que estará gozando de los aires de los valles tranquilos. Allí le habrá acogido Dios con su infinita misericordia y golpeará su hombro, empujándole para que no deserte de lo que fue su ocupación habitual, la contemplación de las estrellas."
JOSE UTRERA MOLINA