Escribí una vez que Salvador Pendón no pasaría a la Historia y tal vez me excedí. Bien mirado, es posible que la Historia de Málaga le reserve un lugar destacado por dos motivos: ser el primer delincuente confeso y convicto que ostenta la Presidencia de la Diputación de Málaga y por ser, además, el autor de una doctrina -que de ahora en adelante merece llevar su nombre-, por la cual "la democracia debe servir para ver que los honores y distinciones otorgados durante un régimen dictatorial no deben seguir siendo válidos ahora".
Ignoro si los méritos del Sr. Pendón anteriores al año 1976 le hicieron acreedor de alguna distinción, título o mención, pero estoy seguro de que ya se habrá apresurado a solicitar su anulación ex tunc por parte de los organismos correspondientes.
Igual suerte deben correr todos los premios nacionales de literatura concedidos antes de 1976 ¿o de 1978?.
Azorín, Baroja, Menéndez Pidal, Zubiri, Morente, Dámaso Alonso, García Gómez, Vicente Aleixandre, Miguel Mihura, José López Rubio, Agustín de Foxá, Dionisio Ridruejo, Gabriel Celaya. Luis Rosales, Leopoldo Panero, José Luis Hidalgo, Carlos Bousoño, Eugenio de Nora, Blas de Otero, Zunzunegui, Camilo José Cela, Ignacio Agustí, Carmen Laforet, Gironella, Miguel Delibes, Ana María Matute, José Luis Sampedro, Gonzalo Torrente Ballester, Buero Vallejo, Pedro Laín Entralgo, Marías, y tantos otros deben ser despojados de todos los premios, menciones y honores recibidos por sus méritos, por haber sido concedidos por una administración que no cumple los requisitos de la Doctrina Pendón.
Y qué decir de los honores y menciones concedidas al actual Jefe del Estado, D. Juan Carlos de Borbón y Borbón, siendo Príncipe de España y sucesor del Generalísimo a título de Rey. También deben ser borradas de la faz de la tierra, por ser contrarios a la Doctrina Pendón.
Y ya puestos, la Diputación de Málaga debería tratar de eliminar, por ejemplo, la residencia Sanitaria Carlos Haya, la Universidad laboral y tantas otras obras realizadas en Málaga durante la ominosa época franquista.
Ay casi se me olvida. Hay un tercer motivo por el que Pendón puede ocupar un sitio en la historia. Es el primer alcalde de la democracia que ha sido depuesto con los votos de la Falange. ¡Cómo estarían las cosas en Ardales para que Izquierda Unida y la Falange se pusiesen de acuerdo para enviar a Pendón a su casa!
En definitiva, como decía un primo mío el otro día, que un organismo como la Diputación de Málaga, presidida por un insolvente como Pendón, te retire los honores concedidos por propios méritos cuando aún residía el honor y la dignidad en esa Institución, es un timbre de honor. Y si además, esto se hace con el público lavatorio de manos del partido de la oposición, incapaz de votar en contra de semejante felonía, mucho mejor.
LFU