Parece olvidar el Sr. Bermejo, que los Tribunales de la Segunda República -régimen democrático donde los hubo y que sirve de inspiración constante al infame-, concretamente el Tribunal de garantías Constitucionales condenó al Sr. Companys, en unión de todo el gobierno de la Generalidad, a la pena de Treinta años de reclusión e inhabilitación absoluta por el delito de rebelión, en sentencia de 6 de junio de 1935. Claro que, haciendo honor a sus "valores democráticos" y su "respeto" por la división de poderes, el gobierno del Frente Popular decidió indultarlo nada más ganar las elecciones de 1936, restituyéndolo en la Presidencia de la Generalidad.
La razón de su condena, harto conocida, fue la declaración unilateral del Estado catalán el 6 de octubre de 1934 iniciando así un proceso revolucionario contra la victoria democrática de la derecha iniciado por la izquierda jacobina que culminó con miles de muertos y un daño inmenso al patrimonio cultural español. El demócrata que ahora va a ser rehabilitado, salió el 6 de octubre al Balcón del Palacio de San Jaime para decir lo siguiente:
«Catalanes: Las fuerzas monarquizantes y fascistas que de un tiempo a esta parte pretenden traicionar la República, han logrado su objetivo y han asaltado el Poder.Los partidos y los hombres que han hecho públicas manifestaciones contra las menguadas libertades de nuestra tierra, los núcleos políticos que predican constantemente el odio y la guerra a Cataluña, constituyen hoy el soporte de las actuales instituciones.
Los hechos que se han producido dan a todos los ciudadanos la clara sensación de que la República, en sus fundamentales postulados democráticos, se encuentra en gravísimo peligro.
La Cataluña liberal, democrática, republicana, no puede estar ausente de la protesta que triunfa por todo el país, ni puede silenciar su voz de solidaridad con sus hermanos que en tierra hispana luchan hasta morir por la libertad y el derecho. Cataluña enarbola su bandera, llama a todos al cumplimiento del deber y a la obediencia debida al Gobierno de la Generalidad, que desde este momento rompe toda relación con las instituciones falseadas.
En esta hora solemne, en nombre del pueblo y del Parlamento, el Gobierno que presido asume todas las facultades del Poder en Cataluña, proclama el Estado Catalán en la República Federal Española, y al establecer y fortificar la relación con los dirigentes de la protesta general contra el fascismo, les invita a establecer en Cataluña el Gobierno provisional de la República, que hallará en nuestro pueblo catalán el más generoso impulso de fraternidad en el común anhelo de edificar una República Federal libre y magnífica."
Es decir, toda una lección de tolerancia democrática merecedora de que el infame le rehabilite como martir de la democracia. Un héroe que entendía que la República sólo era válida si la gobernaba la izquierda; un héroe que no dudó en sublevarse contra la legalidad vigente siendo responsable de miles de muertos; Un héroe que, iniciada la guerra civil dejo hacer a sus anchas a las bandas y comités de milicianos republicanos anarquistas y comunistas que saqueaban y asesinaban libremente por toda Cataluña sin que la autoridad reprimiese, protegiese a las víctimas ni actuase legalmente contra los asesinos y que tampoco evitó los crimenes contra los militantes del POUM y el secuestro, tortura y asesinato de Nin y muchos de los suyos.
A este sujeto, verdadero espejo de lo que jamás puede ser ejemplo de nada, es al que el Gobierno español va a rehabilitar ahora.
Termino con dos citas de dos españoles no sospechosos de "fascistas" sobre la actuación de la izquierda en la revolución de octubre de 1934:
«Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936.»
«Me declaro culpable ante mi conciencia ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en el movimiento revolucionario. Lo declaro como culpa, como pecado; no como gloria. Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel movimiento; pero la tengo plena en su preparación y desarrollo.»
¡Qué verguenza!
LFU