Algunos de mis lectores, con mayor o menor acierto, me han pedido que me pronuncie sobre la crisis del Partido Popular. No tengo inconveniente en hacerlo. No soy partidario -en el sentido literal de la palabra- y contemplo por tanto al Pp desde fuera pero con el lógico interés que me suscita lo que acontece en el único partido que hoy por hoy, puede mover la silla del infame.
Sé muy bien que será muy difícil que alguna vez pueda identificarme con un partido que hace sólo unos días votó en Cádiz a favor de la valentísima propuesta de retirar la medalla de Oro concedida a Francisco Franco a los treinta y tres años de su muerte y que se muestra favorable a mantener la actual legislación despenalizadora del aborto. Pero soy consciente también de la composición sociológica de la sociedad española, de que los problemas que afectan hoy a España no son contingentes sino estructurales y de que, dentro del Partido Popular, hay también gente que merece mucho la pena y que tiene una idea de España asimilable a la mía. Y mentiría si negase que prefiero ver en el gobierno a Mariano Rajoy que al presidente que padecemos.
Por eso espero que, sea quien sea el equipo que salga del Congreso de junio, tenga las ideas muy claras en cuanto al modelo de Estado y defienda sin complejos la unidad de España. No debe olvidarse que el equipo que tome las riendas del Pp tiene por delante, en un cortísimo plazo, tres pruebas decisivas que habrán de marcar sus posibilidades electorales y, por tanto, su permanencia: las elecciones gallegas, las vascas y las europeas. Asimismo tendrá enfrente al tándem mediático Jiménez Losantos-Pedro Jota, empeñados en dirigir las riendas del partido. Si no consigue superar con éxito dichas convocatorias, y la embestida mediática del "fuego amigo" alentado desde dentro, se abrirá necesariamente una segunda crisis, que esta vez espero que no llegue demasiado tarde para España.
Sin embargo, los últimos acontecimientos relacionados con la presidenta del Partidor Popular Vasco -verdadero ejemplo de coraje y valentía en territorio hostil- y el sonoro silencio que guarda la dirección del partido ante la falta de confianza mostrada por ésta en cuanto al mantenimiento por el partido de una postura firme de defensa de la unidad nacional frente a los nacionalismos disgregadores, empiezan a sembrar la zozobra entre propios y ajenos. Es necesario que Mariano Rajoy deje de escurrir el bulto y haga frente a sus sistemáticos descalificadores reafirmando su defensa de la unidad de España y su firmeza frente a las fuerzas centrifugadoras que la amenazan.
No debiera olvidar el Pp que quien pretende agradar a todos siempre, acaba por perder la confianza de todos.
LFU
P.D. (23 de mayo de 2008). Esta mañana, tras mortificarme escuchando a Federico y sus mariachis convocando manifestaciones e insultando de forma procaz a todo el que no baila al son de sus soflamas, me hago la siguiente pregunta: ¿Alguien ha escuchado a Mariano Rajoy alguna declaración de la que se deduzca tan radical cambio de principios? ¿Es posible que Rajoy fuera bueno hace un mes y se haya convertido en un traidor, un tirano, y en algo mucho peor que Cándido Conde Pumpido? ¿Nos estamos perdiendo algo?. La verdad es que uno asiste atónito a la suicida voluntad de la derecha por inmolarse de la mano de extraños compañeros de cama sin acordarse de cual era el color de la ropa interior de algún periodista iluminado.