Es el primer pensamiento que se me vino a la cabeza al escuchar las palabras de Su Majestad sobre el infame presidente que padecemos.
Siendo la primera vez que Juan Carlos I se pronuncia sobre un presidente del gobierno en activo, el estreno no ha podido ser más pavoroso. Y si es verdad que después, se fue corriendo a decirle al Presidente "José Luis, que sepas que he estado hablando de tí", la situación se torna aún más indecorosa.
Si el Rey era sincero al calificar a Rodríguez Zapatero como hombre honesto, íntegro y recto, malo. Si no lo era y sólo está pensando en salvar los trastos de la Institución que representa, aún peor.
Majestad: Un hombre íntegro no miente a su pueblo, y mucho menos de forma reiterada; Un hombre honesto (decente, decoroso según el Diccionario de la Real Academia Española) es incapaz de decirle a una víctima del terrorismo que comprende su dolor porque a su abuelo militar -a quien no conoció- murió en una guerra civil; Un hombre recto (Justo, severo e intachable en su conducta, según el Diccionario de la RAE) no es capaz de promulgar una ley que divide a los españoles entre buenos (los suyos) y malos (los míos) y reabre de nuevo las heridas de una contienda civil hacía tiempo superada; no es capaz de manipular la historia de forma maniquea derribando estatuas y placas de quien para él y los suyos, no las merece.
Majestad: Igual que hace tiempo en este humilde blog le aplaudí, hoy, con el mismo rigor de entonces, le manifiesto mi decepción y mi desprecio por unas palabras que considero indignas de un Rey de España y merecedoras del más absoluto de los reproches.
Y al infame le advierto: Igual que dice esto hoy, hace no muchos años, dijo lo siguiente de Francisco Franco: "Es de pueblos grandes y nobles el saber recordar a quienes dedicaron su vida al servicio de un ideal. España nunca podrá olvidar a quien como soldado y estadista ha consagrado toda la existencia a su servicio.". Lo puedes ver en el video, José Luis
LFU
"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
13 de mayo de 2008
8 de mayo de 2008
El F.C. Barcelona también tiene historia
En la ímproba y denodada voluntad de este blog de reivindicar la verdad histórica sin complejos, recurrir al material audiovisual es, a veces, fundamental para explicar a muchos incautos jóvenes víctimas de la LOGSE que en España también había vida antes de 1978.
En esta ocasión, la actualidad manda y tras la "humillación" deportiva del F.C. Barcelona haciendo el pasillo al Real Madrid en el Bernabeu, conviene recordar que el F.C. Bacrelona no ha sido siempre un club antipático fuera de Cataluña, ni tampoco una referencia del independentismo, como desgraciadamente lo es desde que el Sr. Laporta lo preside, empeñado en prostituir tan ilustre club convirtiéndolo en tribuna y trampolín político. Conviene recordar también cómo hubo una época en la que la exaltación de la cultura, de las tradiciones y de la lengua catalana no era incompatible con la conciencia de una unidad nacional.
Gracias a la labor de El Empecinado, podemos hoy demostrar que también para el Barcelona, hubo un pasado mejor.
LFU
En esta ocasión, la actualidad manda y tras la "humillación" deportiva del F.C. Barcelona haciendo el pasillo al Real Madrid en el Bernabeu, conviene recordar que el F.C. Bacrelona no ha sido siempre un club antipático fuera de Cataluña, ni tampoco una referencia del independentismo, como desgraciadamente lo es desde que el Sr. Laporta lo preside, empeñado en prostituir tan ilustre club convirtiéndolo en tribuna y trampolín político. Conviene recordar también cómo hubo una época en la que la exaltación de la cultura, de las tradiciones y de la lengua catalana no era incompatible con la conciencia de una unidad nacional.
Gracias a la labor de El Empecinado, podemos hoy demostrar que también para el Barcelona, hubo un pasado mejor.
LFU
7 de mayo de 2008
Calvo Sotelo no nació en 1978
Por su indudable acierto e interés, reproduzco a continuación un artículo de José Javier Esparza en El Manifiesto sobre la biografía del extinto presidente Calvo-Sotelo que, según las crónicas de su óbito pareciera haber nacido en 1978, pues se ha omitido tan intencionada como absurdamente, toda su biografía anterior al período constitucional. ¿Por qué? Porque en España seguimos padeciendo una manipulación escandalosa de la historia. Para la ESpaña oficial, no puede hablarse bien de nadie que haya tenido algo que ver con el régimen de Franco. ¿Qué pasará cuando muera el Rey?.
LFU
Un hijo de la meritocracia franquista
Lo que nadie ha contado sobre Leopoldo Calvo Sotelo
JOSÉ JAVIER ESPARZA
La muerte de Leopoldo Calvo Sotelo, presidente del Gobierno entre febrero de 1981 y diciembre de 1982, ha llenado las páginas de los medios de comunicación de oraciones fúnebres, algunas sinceras, otras hipócritas. Se ha hablado de él como de un héroe de nuestra democracia. Bueno: así será, si así se desea. Pero en el panegírico se está olvidando deliberadamente el único dato que realmente explica quién era Leopoldo Calvo Sotelo: un hijo de la meritocracia franquista.
Fue presidente del Gobierno de la España democrática, es verdad. Antes había sido vicepresidente económico, ministro para las relaciones con la CEE y ministro de Obras Públicas con Suárez. Aún antes, ministro de Comercio con el gabinete de Arias Navarro, primero de la monarquía reinstaurada. Y antes todavía, procurador en las Cortes de Franco por el tercio sindical como representante de la industria química (1971-1975), consejero delegado de Explosivos Riotinto, presidente de RENFE (1967-1970)… Era ingeniero de Caminos. Se había doctorado en la Politécnica. Había militado en las Juventudes Monárquicas, en los Propagandistas cristianos, en el SEU falangista. Leopoldo Calvo Sotelo era un hijo de franquismo. En el mejor de los sentidos. Porque también en esto hay un sentido “mejor”.
Hubo tres franquismos, por lo menos. El franquismo del Soldado, hijo de la guerra civil; el franquismo del Misionero, nacido del fuerte aliento religioso del régimen, y el franquismo del desarrollista, crecido al calor del despegue económico e industrial. Este último franquismo, el del desarrollista, tuvo un sueño: dotar a España de una elite de hombres severos y justos, caballeros cristianos, de excelente formación técnica y moralidad romana, capaces de dirigir el país con ese criterio entre autoritario y paternalista que caracterizó a los últimos quince años del régimen. Era la España que Fernández de la Mora teorizó bajo la fórmula del “Estado de obras”. Y no se trataba sólo de economía: López Rodó hizo una ley de la Función Pública que garantizó –por primera vez en nuestra historia- la implantación de una burocracia del Estado eficiente, reducida, técnicamente experta y sometida a la ley. Era la España de la meritocracia: el poder del mérito.
A partir de los últimos años cincuenta y primeros sesenta, las grandes personalidades de la vida pública –esa gente que ocupaba ministerios, direcciones generales o la presidencia de empresas públicas- eran opositores con excelente calificación. El tipo humano que se proponía a la sociedad como modelo de jefe era ese señor estudioso y tenaz, con frecuencia antipático, pero fiable, con gafas de pasta y trajes de rigor escurialense. No era, probablemente, el tipo humano adecuado para la España del bikini y el turismo masivo, Massiel y los concursos de la tele; sin embargo, era el tipo humano que había construido precisamente ese mundo. El franquismo había criado a una elite que estaba cambiando el país; en ese país, curiosamente, pronto dejaría de caber esa misma elite.
Hoy está prohibido hablar bien del franquismo, destacar el menor aspecto positivo del antiguo régimen. Hay que acabar con eso, porque es mentira. El franquismo creó un sistema político incapaz de regenerarse, y hoy, seguramente, se nos haría insoportable vivir bajo un sistema igual; pero, en otros terrenos, el régimen de Franco tiene bastantes cosas que enseñarnos. Por ejemplo, no fue un régimen más corrupto que la actual democracia, al revés (veinte años de rigurosa investigación del nuevo régimen sobre los prohombres del régimen anterior no descubrieron el menor indicio de corrupción institucionalizada en la elite del poder). Del mismo modo, fue un sistema menos burocratizado que el actual (compárese el número de viejos funcionarios del Estado con el actual sistema de administraciones central, autonómica y municipal). Y sobre todo, fue un régimen que, con todas las reservas de tipo ideológico, normalmente promovió a los mejores, a los que habían demostrado aptitudes superiores en el estudio o en el trabajo. De esto último andamos hoy particularmente ayunos: no hay más que leer los currículos de los ministros del actual gabinete.
Esta generación última del franquismo, los hijos de la meritocracia, quedaron generalmente marginados en el nuevo sistema. Algunos de ellos todavía se sentaron en los consejos de ministros de la UCD; otros, en los bancos de la oposición de la vieja AP (empezando por el propio Fraga). Pero la mayoría fueron dejados de lado en un país que empezó a privilegiar, para la vida pública, al joven, al simpático, al “PNN” (como se decía de los ministros de Suárez) y, después, simplemente al demagogo de partido, al “trepa” de aparato, al profesional del voto. Calvo Sotelo no era el último mohicano, pero sí uno de los últimos representantes de una España en extinción.
Un hijo de la meritocracia franquista
Lo que nadie ha contado sobre Leopoldo Calvo Sotelo
JOSÉ JAVIER ESPARZA
La muerte de Leopoldo Calvo Sotelo, presidente del Gobierno entre febrero de 1981 y diciembre de 1982, ha llenado las páginas de los medios de comunicación de oraciones fúnebres, algunas sinceras, otras hipócritas. Se ha hablado de él como de un héroe de nuestra democracia. Bueno: así será, si así se desea. Pero en el panegírico se está olvidando deliberadamente el único dato que realmente explica quién era Leopoldo Calvo Sotelo: un hijo de la meritocracia franquista.
Fue presidente del Gobierno de la España democrática, es verdad. Antes había sido vicepresidente económico, ministro para las relaciones con la CEE y ministro de Obras Públicas con Suárez. Aún antes, ministro de Comercio con el gabinete de Arias Navarro, primero de la monarquía reinstaurada. Y antes todavía, procurador en las Cortes de Franco por el tercio sindical como representante de la industria química (1971-1975), consejero delegado de Explosivos Riotinto, presidente de RENFE (1967-1970)… Era ingeniero de Caminos. Se había doctorado en la Politécnica. Había militado en las Juventudes Monárquicas, en los Propagandistas cristianos, en el SEU falangista. Leopoldo Calvo Sotelo era un hijo de franquismo. En el mejor de los sentidos. Porque también en esto hay un sentido “mejor”.
Hubo tres franquismos, por lo menos. El franquismo del Soldado, hijo de la guerra civil; el franquismo del Misionero, nacido del fuerte aliento religioso del régimen, y el franquismo del desarrollista, crecido al calor del despegue económico e industrial. Este último franquismo, el del desarrollista, tuvo un sueño: dotar a España de una elite de hombres severos y justos, caballeros cristianos, de excelente formación técnica y moralidad romana, capaces de dirigir el país con ese criterio entre autoritario y paternalista que caracterizó a los últimos quince años del régimen. Era la España que Fernández de la Mora teorizó bajo la fórmula del “Estado de obras”. Y no se trataba sólo de economía: López Rodó hizo una ley de la Función Pública que garantizó –por primera vez en nuestra historia- la implantación de una burocracia del Estado eficiente, reducida, técnicamente experta y sometida a la ley. Era la España de la meritocracia: el poder del mérito.
A partir de los últimos años cincuenta y primeros sesenta, las grandes personalidades de la vida pública –esa gente que ocupaba ministerios, direcciones generales o la presidencia de empresas públicas- eran opositores con excelente calificación. El tipo humano que se proponía a la sociedad como modelo de jefe era ese señor estudioso y tenaz, con frecuencia antipático, pero fiable, con gafas de pasta y trajes de rigor escurialense. No era, probablemente, el tipo humano adecuado para la España del bikini y el turismo masivo, Massiel y los concursos de la tele; sin embargo, era el tipo humano que había construido precisamente ese mundo. El franquismo había criado a una elite que estaba cambiando el país; en ese país, curiosamente, pronto dejaría de caber esa misma elite.
Hoy está prohibido hablar bien del franquismo, destacar el menor aspecto positivo del antiguo régimen. Hay que acabar con eso, porque es mentira. El franquismo creó un sistema político incapaz de regenerarse, y hoy, seguramente, se nos haría insoportable vivir bajo un sistema igual; pero, en otros terrenos, el régimen de Franco tiene bastantes cosas que enseñarnos. Por ejemplo, no fue un régimen más corrupto que la actual democracia, al revés (veinte años de rigurosa investigación del nuevo régimen sobre los prohombres del régimen anterior no descubrieron el menor indicio de corrupción institucionalizada en la elite del poder). Del mismo modo, fue un sistema menos burocratizado que el actual (compárese el número de viejos funcionarios del Estado con el actual sistema de administraciones central, autonómica y municipal). Y sobre todo, fue un régimen que, con todas las reservas de tipo ideológico, normalmente promovió a los mejores, a los que habían demostrado aptitudes superiores en el estudio o en el trabajo. De esto último andamos hoy particularmente ayunos: no hay más que leer los currículos de los ministros del actual gabinete.
Esta generación última del franquismo, los hijos de la meritocracia, quedaron generalmente marginados en el nuevo sistema. Algunos de ellos todavía se sentaron en los consejos de ministros de la UCD; otros, en los bancos de la oposición de la vieja AP (empezando por el propio Fraga). Pero la mayoría fueron dejados de lado en un país que empezó a privilegiar, para la vida pública, al joven, al simpático, al “PNN” (como se decía de los ministros de Suárez) y, después, simplemente al demagogo de partido, al “trepa” de aparato, al profesional del voto. Calvo Sotelo no era el último mohicano, pero sí uno de los últimos representantes de una España en extinción.
6 de mayo de 2008
¿Donde está la oposición?
Mientras en el Partido Popular hacen su particular "debate de ideas", gran parte de los españoles nos empezamos a preguntar donde se ha metido el principal partido de la oposición. Porque mientras se dilucida qué es lo que va a pasar con el Pp, el gobierno del infame se frota las manos ante la ausencia de crítica a su gestión.
Veamos: el gobierno ha pagado un rescate de 1,2 millones de dólares a unos piratas somalíes. Ha enviado a la zona a una fragata que se ha limitado a vigilar el pago del rescate y a escoltar a nuestro pesquero hasta el puerto una vez verificado el pago. Ha salvado las vidas de los marineros, como era su obligación, pero nada más. A diferencia del gobierno francés que, tras verificar el pago, se ocupó de recuperar el dinero y poner a buen recaudo a los piratas -en uso del legítimo uso de la fuerza que le corresponde-, España se ha limitado a ceder a la extorsión contribuyendo sin duda a la proliferación de piratas y a que éstos, dada la experiencia,den prioridad a los objetivos españoles, pues el mensaje está claro: España paga y se va. ¿Alguien ha oido a la oposición?
El gobierno, a través del impresentable Ministro de Sanidad que padecemos ha causado un daño enorme al sector del aceite de girasol y ha contribuido a la inflación originando una subida importante del aceite de oliva, al decretar un día la alerta por toxicidad del aceite de girasol, para dos días después que sólo era un poquito tóxico . ¿Alguien ha oido a la oposición? ¿Alguien ha pedido el cese del ministro?
Veamos: el gobierno ha pagado un rescate de 1,2 millones de dólares a unos piratas somalíes. Ha enviado a la zona a una fragata que se ha limitado a vigilar el pago del rescate y a escoltar a nuestro pesquero hasta el puerto una vez verificado el pago. Ha salvado las vidas de los marineros, como era su obligación, pero nada más. A diferencia del gobierno francés que, tras verificar el pago, se ocupó de recuperar el dinero y poner a buen recaudo a los piratas -en uso del legítimo uso de la fuerza que le corresponde-, España se ha limitado a ceder a la extorsión contribuyendo sin duda a la proliferación de piratas y a que éstos, dada la experiencia,den prioridad a los objetivos españoles, pues el mensaje está claro: España paga y se va. ¿Alguien ha oido a la oposición?
El gobierno, a través del impresentable Ministro de Sanidad que padecemos ha causado un daño enorme al sector del aceite de girasol y ha contribuido a la inflación originando una subida importante del aceite de oliva, al decretar un día la alerta por toxicidad del aceite de girasol, para dos días después que sólo era un poquito tóxico . ¿Alguien ha oido a la oposición? ¿Alguien ha pedido el cese del ministro?
Se ha averiguado que el chivatazo que recibió la ETA durante la tregua para evitar unas detenciones, partió de un alto funcionario del Ministerio del Interior. De Garzón, por supuesto, no espero nada de nada, pero, ¿ha dicho algo la oposición? ¿Es posible que tan grave noticia quede en nada?
La fiscalía ha afirmado tener pruebas de que la alcaldesa de Mondragón, Inocencia Galparsoro es activista de ETA desde hace más de ocho años. ¿Y resulta que la misma fiscalía no puso peros a que esta señora se presentase a las elecciones municipales hace un año?
Rajoy se está equivocando.El partido puede estar dos meses o tres en espera, pero España no se para y cada minuto que pierde en dejar de hacer oposición es oxígeno que recibe el gobierno del infame.
Mientras tanto, se respira un turbia atmósfera de resignación.
LFU
29 de abril de 2008
Educación para la ciudadanía
Esto no es una broma, ni una exageración. La presentación que podréis ver más abajo ha sido elaborada por maestros de primaria y secundaria -una de las cuales me lo ha hecho llegar- sobre la base de libros de texto oficiales de la asignatura estrella del zapaterismo.
No podemos dejar que la comodidad y la pereza nos lleven a pasar por alto lo que este Gobierno pretende conseguir: una sociedad a su imagen y semejanza, en la que la ausencia de cualquier clase de valores y principios de paso al imperio del relativismo y la encumbración de chiquilicuatris por doquier.
Sigamos pues el ejemplo de las miles de familias que no están dispuestas a arriar sus banderas co tanta facilidad. Por lo menos, que nuestros hijos no puedan reprocharnos que no hicimos nada por evitarlo.
LFU
No podemos dejar que la comodidad y la pereza nos lleven a pasar por alto lo que este Gobierno pretende conseguir: una sociedad a su imagen y semejanza, en la que la ausencia de cualquier clase de valores y principios de paso al imperio del relativismo y la encumbración de chiquilicuatris por doquier.
Sigamos pues el ejemplo de las miles de familias que no están dispuestas a arriar sus banderas co tanta facilidad. Por lo menos, que nuestros hijos no puedan reprocharnos que no hicimos nada por evitarlo.
LFU
23 de abril de 2008
José Antonio
Hace 105 años, el 24 de abril de 1903 nació José Antonio Primo de Rivera. Su verbo, su estilo, su valentía, fue una brisa de aire fresco y limpio que removió las conciencias adormecidas de una nación inmersa en una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa.
Fueron muchos sus enemigos, y entre ellos, todos los que eran incapaces de mirar a España de frente, incapaces de superar la miopía de su partidismo.
Su sangre joven, derramada por el odio, fue semilla fecunda de esperanza y de valor entre una juventud que ofreció su vida por una España unida, grande y libre.
Su memoria permanece viva entre quienes seguimos soñando con la patria el pan y la justicia para todos, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.
José Antonio, ¡Maestro!...¿En qué lucero,
en qué sol, en qué estrella peregrina
montas la guardia? Cuando a la divina
Bóveda miro, tu respuesta espero.
Toda belleza fue tu vida clara.
Sublime entendimiento, ánimo fuerte,
y en pleno ardor triunfal temprana muerte
porque la juventud no te faltara.
Háblanos tú... De tu perfecta gloria
hoy nos enturbia la lección el llanto;
mas ya el sagrado nimbo te acompaña
y en la portada de su nueva historia
la Patria inscribe ya tu nombre santo...
¡José Antonio! ¡Presente! ¡Arriba España!
MANUEL MACHADO
noviembre de 1936
17 de abril de 2008
Humillante
No puede definirse de otra manera. La arrogancia del infame presidente que padecemos no tiene límite y es capaz de cualquier cosa con tal de transgredir. Y no lo digo porque haya nombrado a una mujer como Ministro de Defensa, pues hay muchas mujeres en el ejército que son todo un ejemplo de entrega, servicio y sacrificio. Lo digo porque ha nombrado a alguien -no importa el sexo- que carece del más mínimo apego a la milicia y a los valores que impregnan a la familia militar y que no parece sentirse honrada de haber asumido tan alta responsabilidad.
Aunque sea una anécdota, el entusiasmo y energía con el que ordenó al Capitán que mandaba la compañía de honores y dio los gritos de rigor evoca la llamada de atención del cliente molesto a un camarero que te ha traido un plato con una mosca en la comida. Estoy convencido de que la Sra. Chacón está capacitada para gritar con más energía que la que demostró dando los Vivas a España y al Rey. Y si no, que se lo pregunten a su marido, que a buen seguro habrá sufrido alguna vez algún rapapolvo y habrá sido destinatario de mejores muestras de efusión.
No se le pide un espíritu prusiano, ni que evite perder el paso tras saludar a la bandera, pero, al menos, debería poner algo más de energía y entusiasmo, que es, por cierto, el que se les exige cada día a la tropa que tenía delante y a todos los soldados de España. Y si no, que prueben los soldados a contestar a los vivas con el mismo fervor de la ministra, a ver cuantos días de arresto les supone la broma. Ser Ministro no es una prebenda sino una enorme responsabilidad y un gran honor y en cualquier Ministerio se debe exigir a su titular, cuando menos, ejemplaridad. Justo lo que brilló por su ausencia en la toma de posesión de la nueva Ministra de Defensa, como podréis comprobar a continuación.
LFU
Suscribirse a:
Entradas (Atom)