"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
Hace unos días, mi buen amigo Manuel me ponía un ejemplo clarificador del escenario que se abre tras el comunicado de la ETA. Imaginaos que un grupo de facinerosos decide ocupar una parte de vuestra casa y se dedica a pegaros, molestaros y amenazaros. Insultan a vuestros padres, pegan a vuestros hijos, matan a vuestros hermanos y asustan a vuestras mujeres...
De repente, cuarenta años más tarde y algo asustados, pues las denuncias y medidas que hemos tomado comienzan a hacer mella en su comodidad, se presentan en vuestra casa y os dicen: estamos dispuestos a discutir (siempre que nos deis la razón) de quién es el trozo de casa ocupado y mientras discutamos no os vamos a matar ni a pegar (pero recordad que tengo las escopetas guardadas) además como prueba de buena voluntad tenéis que retirar las denuncias que tenéis interpuestas.
¿Estaríais contentos? Sin duda que os tranquilizaría el cese de las hostilidades. Pero dudo mucho que os emocionaseis hasta el llanto pensando que por fin los malos han entrado en razón y se avienen a dialogar como buenos amigos.
Pues esta es la sensación que toda persona sensata debería tener. Que la ETA nos perdone a todos la vida después de cuarenta años matando inocentes de forma salvaje -manteniendo su arsenal, por si las moscas- no es como para dar saltos de alegría y mucho menos para derramar lágrimas interesadas de emoción en mítines públicos.
Celebremos que dejen de matarnos, pero no perdamos la cabeza. No podemos darles lo que quieren –una parte de España- y mucho menos rendir el Estado de Derecho haciendo tabla rasa de sus salvajadas. Lo contrario sería traicionar la memoria de las víctimas, pisotear la dignidad de la nación y concederles una victoria que ahora mismo están celebrando frotándose las manos ante la terrible debilidad que –sólo por interés electoral- está demostrando el peor gobierno de la historia de España.
Todo estaba pactado de antemano y nadie se ha salido del guion. Me produjo sonrojo asistir a la ceremonia de las declaraciones preparadas hace días por los gabinetes del PSOE y del PP, como si todos los españoles fuéramos estúpidos.
Zapatero ha querido dar una salida digna a una ETA acorralada legalizando Bildu (ésto es un precio político, Sr. Rajoy), acercando presos no muy arrepentidos y facilitándoles dinero público y poder político a cambio de un balón de oxígeno en las elecciones y una medalla que colgarse para ver si el año próximo le dan por fin el nobel de la paz.
El guión estaba escrito desde hace tiempo y el escenario no podía ser más propicio para ETA con la repugnante "Conferencia de paz" por delante, cuidadosamente preparada por ellos para multiplicar el efecto mediático de una estrategia perfectamente urdida para reforzar el poder de Bildu de cara a las próximas elecciones nacionales y autonómicas.
Con lo único que no contaban, ni ETA ni Zapatero es con que el cadáver de Gadafi -ese que hace tiempo les ayudó- les restase protagonismo mediático internacional. Vaya por Dios, las casualidades de la vida. En cualquier caso, y no dentro de mucho, comenzaremos a ver con más claridad cual es el precio político pagado por Zapatero.
Tal vez los españoles corren hoy menos peligro que ayer. Pero mucho me temo que España está más en peligro que nunca.
TÍTULO: Somewhere AÑO: 2010 DURACIÓN: 98 min. DIRECTOR: Sofia Coppola GUIÓN Sofia Coppola MÚSICA Phoenix FOTOGRAFÍA Harris Savides REPARTO Stephen Dorff, Elle Fanning, Chris Pontius, Michelle Monaghan, Kristina Shannon, Karissa Shannon, Alden Ehrenreich, Lala Sloatman PRODUCTORA Focus Features / Pathé / Medusa Film / Tohokushinsha / American Zoetrope WEB OFICIAL http://www.somewherethemovie.com
PREMIOS 2010: Festival de Venecia: León de Oro - mejor película SINOPSIS Johnny Marco (Stephen Dorff) es un actor de gran éxito cuya vida de excesos y lujo cambia por completo cuando, sin previo aviso, se presenta su hija de once años (Elle Fanning), fruto de un matrimonio fracasado. Johnny es una estrella de cine que vive en un lujoso hotel de Hollywood, conduce un ferrari y sale con bellas mujeres sin comprometerse con ninguna.
Como “peros” que legítimamente se pueden poner a esta película cabe enumerar: el estilo deliberadamente moroso y reiterativo que ayuda poco al desarrollo de la historia; que ésta se parece demasiado a la mejor acabada y con más ritmo “Lost in translation”; que la intención moralizante es tan obvia que acaba empalagando, que el humor de la directora aparece aquí menos sutil, menos punzante que en otras ocasiones. Todas estas objeciones, con ser ciertas, no apagan el fogonazo de belleza que sucede en la película.
Sucede en la película la aparición de la hija preadolescente del protagonista y la pantalla se llena: de la ternura que sólo las hijas tienen; de la dulzura, ingenuidad e inteligencia que la feminidad infantil atesora en su transición a ser mujer, y su presencia, suave y discreta, silencia, apaga la sordidez de la vida de un padre en disolución, y naturalmente provoca una crisis para su padre treintañero y perpetuo adolescente cuya fibra moral queda resucitada. Todo ello por asistir a la irrupción de la belleza irreversible de tener una hija, de sentirse padre.
ETA ha vuelto a entrar en campaña consiguiendo su objetivo de "internacionalizar" el "conflicto" (espero que al corrupto de Kofi Anan y a sus mariachis le hayan enseñado fotografías como ésta de las batallas de los gudaris) y lo hará de lleno con un inminente comunicado de campanillas con dos objetivos claros: colocar a Bildu de primera fuerza política de Vasconia y evitar en lo posible una mayoría absoluta del Partido popular que pueda fortalecer España. ETA quiere una España débil, pues su objetivo es la independencia y todo esto no es más que el resultado de un pacto con el funesto gobernante.
Ante esto, lo que debería hacer toda la prensa nacional es relegar la noticia a lo mínimo posible en la parte inferior de la página par de la difunta sección de sucesos. Lo contrario es hacerles la campaña a las hienas.
Ni caso. Es lo que más les podría doler. Y esa sería su verdadera derrota.
Los procesos abiertos a diversos gobernantes, entre ellos al ex primer ministro de Islandia por su responsabilidad en la crisis económica del país, debería hacernos reflexionar sobre la necesidad de que la sociedad civil exija judicialmente responsabilidades a Rodríguez Zapatero por su manifiesta negligencia, dolo e imprudencia en la administración del gobierno de la Nación con el ánimo acabar con la tradicional impunidad que acompaña a los políticos en su gestión de la cosa pública.
Me atrevo a decir que es un clamor la exigencia de responsabilidades más allá de las políticas al gobernante más sectario de nuestra historia que, renunciando desde el primer momento a ser presidente de todos los españoles, ha asolado España durante ocho años.
Su hoja de servicios al Estado a escasos 50 años no es merecedora de un largo y cómodo retiro a costa del erario público, después de haber arruinado a la nación y desprestigiado las instituciones. Como la memoria de agravios es débil en las mentes cristianas, conviene recordar aquí alguna de las barbaridades que ha perpetrado al frente del gobierno, en una relación meramente enunciativa y, desde luego, no exhaustiva:
La intencionada ocultación de la crisis económica como ardid para ganar las elecciones de 2008.
La chapuza del Plan E, o cómo crear empleo precario y temporal en obras no productivas.
La conversión de las ruedas de prensa post consejo de ministros en mítines del PSOE
El derroche constante de dinero público para asegurarse el cariño de los sindicatos.
La deliberada crispación social como resultado de la reapertura de las heridas de la guerra civil con la Ley de Memoria Histórica y el derroche de dinero público a favor de asociaciones creadas a instancias del Partido Socialista.
La legalización de Bildu por el Tribunal Constitucional como pago por la tregua de ETA, como último intento de recomponer un “proceso de paz” que nos trajo episodios de traición tan evidentes como el caso Faisán, la calificación de Otegui como hombre de paz o la excarcelación de De Juana Chaos.
La desvergonzada utilización sectaria de instituciones del Estado como la Fiscalía y el Tribunal constitucional.
La voladura controlada de la unidad nacional como consecuencia de la aprobación del Estatuto de Cataluña.
El desastre sin paliativos de la Ley de la Carrera Militar que está causando estragos en el Ejército.
20% de paro y 42% de paro juvenil.
Déficit en la Seguridad social.
El ataque a la libertad Religiosa con el cierre del Valle de los Caídos, privando además a las arcas públicas un millón de euros anuales procedente de la taquilla del Monumento.
Los daños al patrimonio nacional derivados de la inconoclastia causada por la Ley de memoria histórica.
El ataque a la familia con la ley de divorcio express y la ley del aborto.
La conversión del aborto en un derecho con la inicua Ley de plazos.
Sé que me dejo muchos en el tintero y que muchas de las anunciadas jamás podrían ser objeto de enjuiciamiento, pero seguramente a alguno de vosotros tiene la gentileza de completar el pliego de cargos con el que los españoles deberíamos, cuando menos, negarnos a asistir impasibles a la plácida jubilación del peor gobernante que ha conocido la historia de España.
Curioso y alegre vídeo con sorpresa final para los españoles (a partir del minuto 5, para los impacientes), el que me envía mi amigo Guillermo. Y agridulce la sensación que se le queda a uno al pensar que lo que puede suceder en Maastrich con alborozo y normalidad sería hoy imposible en una ciudad tan bonita y española como Barcelona.
Hace dos días se cumplió el 75 aniversario de la liberación del Alcázar de Toledo, uno de los episodios de heroísmo más notables de la historia de España, mundialmente conocido y que, por supuesto, la España oficial ha ocultado en el baúl donde duerme el sueño de los justos cualquier gesta que nos enorgullezca como Nación. A diferencia de la noble actitud que tuvieron con el heróico Capitán Cortés los soldados republicanos vencedores en el asedio del Santuario de Santa María de la Cabeza, el gobierno de Rodríguez Zapatero ha condenado al olvido la epopeya del Alcázar, tras la tramoya modernista de un museo del ejército cruelmente jibarizado. Pero hoy prefiero ceder mi espacio a mi buen amigo Kiko Méndez-Monasterio, cuya pluma siempre alerta, nos ha dejado en el Semanario Alba, unas líneas llenas de justicia y verdad:
LFU
"Sólo los idiotas pueden pensar que el homenaje que la historia le debe al Alcazár de Toledo tiene algo que ver con la política. Existen en todos los siglos y en todas las naciones episodios dignos de ser recordados y ensalzados, como muestras de que el hombre no es necesariamente esa criatura despreciable que encontramos retratada en los periódicos, y que nuestra naturaleza también es capaz de lo sublime, incluso en mitad del horror colectivo.
Este septiembre se cumplen 75 años de la entrada de los legionarios en Toledo, consumando la ansiada liberación de los sitiados. Tres cuartos de siglo de aquella frase con vocación de bronce: “Sin novedad en el Alcázar, mi general”, que es como saludó Moscardó a Varela. No fueron las únicas palabras para el micrófono de la historia, que también se recuerda la conversación de teléfono que tuvo con las tropas sitiadoras, y con su propio hijo.
Era julio de 1936. El coronel Moscardó se había unido al alzamiento militar, atrincherándose con poco más de un millar de combatientes en la fortaleza toledana. El gobierno de la república ordena acabar de inmediato con ese núcleo rebelde, y se envían varias columnas desde Madrid. Fracasados los intentos de tomar la plaza al asalto, el Jefe de Milicias llama por teléfono a Moscardó: “Le doy un plazo de diez minutos para que rinda el Alcázar, y de no hacerlo fusilaré a su hijo Luis que lo tengo aquí a mi lado. Para que vea que es verdad, ahora se pone al aparato”. Llegó entonces la voz de Luis Moscardó: “Nada, que dicen que me van a fusilar si no te rindes, pero no te preocupes por mí”. “Si es cierto -contesta el padre- encomienda tu alma a Dios, da un viva a España y serás un héroe que muere por ella.” Y después se dirige al jefe de milicias. “Puede ahorrarse el plazo que me ha dado y fusilar a mi hijo, el Alcázar no se rendirá jamás.”
La conversación resulta tan incómoda que la han censurado en el nuevo museo, porque hoy el heroísmo se contempla como hace cincuenta años se veía el desnudo: como una falta de pudor.
En los setenta días que duró el asedio, la artillería republicana disparó sobre el edificio más de 3.500 proyectiles de gran calibre, a los que hay que añadir las bombas que lanzaba la aviación, que visitaba a los sitiados prácticamente a diario. Como toda esa lluvia de plomo y fuego no terminaba de rendir a los sitiados, los soldados de Largo Caballero empezaron a escarbar la tierra, construyendo dos minas con las que pretendían que saltara por los aires toda la fortaleza. Casi lo consiguen. La explosión de la primera derribó gran parte de la construcción, y la polvareda tardó veinte minutos en disiparse. Los milicianos avanzaron entonces convencidos de la victoria, pero entre el humo y los cascotes, cubiertos de sangre y yeso, surgieron una especie de cadáveres vivientes que no tardaron en recuperar el terreno perdido. Estos son sólo algunos detalles del asedio, reuniendo todos sería difícil hacer una película y que no quedase exagerada, porque si en los combates se registraron setenta días de heroísmo militar, en el interior de la Academia se escribía toda una novela de robinsones, imaginación e ingenio al servicio de la supervivencia: se comieron hasta los caballos, construyeron un molino con una motocicleta, y con cuatro médicos que había allí, ninguno cirujano, montaron un hospital en los sótanos, donde se operaba con la luz de candiles alimentados con grasa de caballo. Si hasta editaron un periódico.
Toda una epopeya, en fin, que se comenta todavía con la boca pequeña, porque la Memoria dirigida parece haber prohibido detenerse en el Alcázar de Toledo y maravillarse con una gesta que maravilló al mundo, y por la que aquí todavía estamos pidiendo perdón.