"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO

27 de diciembre de 2007

Banderas y escudos de España



Aunque contiene algunas inexactitudes, el powerpoint que, sobre los escudos de España ha colgado El Manifiesto es bastante ilustrativo. A ver si se entera la gente de que no hay escudos anticonstitucionales ni preconstitucionales, pues la Constitución de 1978 no regula ningún escudo. Y sin embargo, sí que hay banderas anticonstitucionales, que son todas aquellas que no respetan el artículo 4 de la Constuiitución es decir "La Bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas."
LFU

22 de diciembre de 2007

Feliz Navidad



En estos días, no hay noticia en el mundo más importante que la de que millones de personas en todo el mundo celebran el nacimiento de Cristo.

Yo, en ésta la primera Navidad de mi bitácora, os quiero desear, a todos cuantos con infinita paciencia me habéis leído durante estos meses atrás y me habéis animado a continuar, una Feliz Nochebuena y una feliz Navidad y que cada uno de vosotros viva ese día como algo nuevo, como si acabara de descubrir a Cristo en su corazón.

Que Dios os bendiga y bendiga a nuestra maltrecha patria, tan necesitada de Su presencia.

LFU

18 de diciembre de 2007

Rajoy no manda

La entrevista de ayer del escudero de Esperanza Aguirre constituye una vuelta de tuerca más en la estrategia de presión al lider popular que, con su silencio, está aventando las más bajas pasiones de sus distintas baronías. Salta a la vista que Rajoy es incapaz de dar un puñetazo en la mesa y poner firmes a unos y otros en sus cuitas personales, que por cierto hacen las delicias de un partido socialista en el que hace tiempo que nadie desafina. Y es que, en política, como en la vida, no se puede decir a cada uno lo que quiere oir.

Aunque no me identifique en modo alguno con el Partido popular, no puedo negar que me preocupa la fragilidad de su lider -a quien no se puede negar honradez y preparación- pues nos coloca a todos ante la terrible perspectiva de una nueva legislatura de Zapatero, que sería letal para España. Y cuando lo que está en juego es España, son muchos los intereses que hay que dejar aparcados. Si el Partido Popular quiere tener alguna oportunidad en las elecciones -el pueblo es voluble cual piuma al vento-, no tiene otra opción que rodearse de sus mejores, de los que concitan más apoyos en forma de votos, ya sean alcaldes, concejales, presidentes, cantantes o empresarios. ¿Acaso se olvidan de que éste es el juego del sufragio universal? En otro caso, el Partido popular, en el que ya se apuntan demasiadas grietas internas, estará definitivamente perdido.

El Sr. González le ha hecho un flaco favor a su partido bailando al son que toca pedrojota. Mientras tanto, la sonrisa de ZP se convierte en carcajada.

LFU

14 de diciembre de 2007

Una sociedad enferma



Vivimos inmersos en una moral pública presidida por el respeto y cuidado del medio ambiente. Son constantes las llamadas que desde el sector público y la sociedad civil se hacen a concienciarnos de que debemos cuidar nuestro hábitat, respetar y conservar la naturaleza, conseguir un desarrollo sostenible que nos garantice un futuro más habitable en el planeta.

La obra pública se pliega a las exigencias medioambientales y no es infrecuente que los trazados de autopistas, carreteras y vías férreas se vean perjudicados por la presencia de colonias de especies protegidas en vías de extinción.

El Código penal ha dado entrada a figuras delictivas como el maltrato a los animales, la gente se lo piensa dos veces antes de salir a la calle con un abrigo de piel y los aficionados a la fiesta nacional tenemos que aguantar la pesadez de un ínfimo número de tontos pulgosos que insisten en su ignorancia en llamarnos asesinos a quienes disfrutamos de una tradición milenaria sin la cual la presencia del toro bravo hubiera quedado reducida a su curiosa exposición en los zoológicos.

En contraste con tanto cuidado ambiental y mimo de la naturaleza, proliferan en nuestra enferma sociedad, con pública anuencia, cientos de abortorios –allí no se sana a nadie de nada- en los que se asesina sin piedad a seres humanos que aún no han visto la luz por el mero hecho de constituir una carga escasamente cómoda para sus progenitores. Son seres humanos, en muchas ocasiones totalmente formados, con sus sentidos totalmente desarrollados, que sufren horrendas mutilaciones dentro del seno materno y cuyo dolor se ahoga en el líquido de una placenta convertida en macabra sala de torturas. No estamos hablando de coleópteros, de linces ibéricos o águilas imperiales. Hablamos de seres humanos, a los que no alcanza ni el más mínimo nivel de protección que se extiende a la más común de las especies irracionales.

Paradójicamente, los que aprueban y fomentan la práctica del aborto suelen coincidir con los que no dudan en clamar vociferantes contra la muerte del toro en la plaza y disfrutan viendo como los más adelantados de entre ellos destrozan abrigos de piel con botes de pintura.

Claro que todos podemos ver al toro en la hora de su muerte y, sin embargo, no es frecuente que se televisen las carnicerías que se practican en los abortorios. Por eso, Intereconomía Televisión prestó anoche un servicio impagable a la sociedad y es justo reconocerlo. Confieso que aún tengo el corazón sobrecogido por las terribles escenas que emitió ayer dicha cadena. No han desaparecido de mis pupilas las imágenes de un pequeño cuerpo descuartizado, sus piernecitas, los brazos, la cabeza. Nunca podré olvidarlo y no podría verlo una segunda vez, pero el mejor servicio que podemos hacerle a esta sociedad es invitar a todos a que contemplen el horror de esas imágenes.

El mundo no se estremeció ante los horrores del holocausto judío hasta que pudo contemplar con sus propios ojos el dantesco espectáculo de los cadáveres amontonados en los campos de concentración. El mundo no se estremeció ante el terrorismo hasta que no pudo contemplar en directo la tragedia de miles de personas en las Torres Gemelas. Y el mundo no se dará cuenta del terrible holocausto que diariamente se está practicando en nuestra cada vez más higiénica y reciclada sociedad hasta que no contemplen, de una vez por todas, y a todo color, la carnicería del aborto y el macabro resultado de tan horrendo crimen.

LFU

11 de diciembre de 2007

España y Cataluña


30 de noviembre de 1934. Se debatía en el Congreso de los Diputados una enmienda de D. Honorio Maura para derogar el Estatuto de Autonomía de Cataluña tras los sucesos de Octubre del mismo año en los que Companys proclamó el Estado Catalán.



Subió a la tribuna de oradores un joven diputado de 31 años, de nombre José Antonio y pronunció un brillante discurso para defender la derogación del Estatuto que hoy, setenta y tres años después, está de plena actualidad y resulta estremecedoramente profético:



(...) Cataluña existe con toda su individualidad, y muchas regiones de España existen con su individualidad, y si queremos conocer cómo es España y si queremos dar una estructura a España, tenemos que arrancar de lo que España, en realidad nos ofrece, y si nos obstinamos en negar que Cataluña y otras regiones tienen características propias es porque tácitamente reconocemos que en esas características se justifica la nacionalidad, y entonces tenemos el pleito perdido si se demuestra, como es evidentemente demostrable, que muchos pueblos de España tienen esas características.



(...) Se ha dicho que la autonomía viene a ser un reconocimiento de la personalidad de una región; que se gana la autonomía precisamente por las regiones más diferenciadas, por las regiones que han alcanzado la mayoría de edad, por las regiones que presentan caracteres más típicos. Yo agradecería -y creo que España nos lo agradecería a todos-, que meditásemos sobre esto; si damos las autonomías como premio a la diferenciación, corremos el riesgo gravísimo de que esa misma autonomía sea estímulo para ahondar la diferenciación. (...) Por eso entiendo que, cuando una región solicita la autonomía, en vez de inquirir si tiene las características propias más o menos marcadas, lo que tenemos que inquirir es hasta qué punto está arraigada en su espíritu la conciencia de la unidad de destino; que si la conciencia de la unidad de destino está bien arraigada en el alma colectiva de una región, apenas ofrece ningún peligro que demos libertades a esa región para que, de un modo o de otro, organice su vida interna.



¿Es éste el caso de Cataluña?. Acaso los que le concedieron el Estatuto pensaron que la conciencia de la unidad de destino estaba tan arraigada en Cataluña, que el Estatuto no iba ser nunuca instrumento de disggregación, y podía ponerse en sus manos sin ningún peligro para la unidad. Ahora bien, aquello que en el mejor caso fue una presunción (...) ha sido evidentemente destruido por la prueba en contrario. Los dos años de experiencia en Cataluña han sido dos años de deshispanización, y si en dos años se avanzó lo que se avanzó en el camino de la deshispanización, con el instrumento puesto en manos de los que ejercieron el gobierno de Cataluña, la presunción se invierte, pensar que si dejamos entregado el Estatuto en manos semejantes, probablemente comprometemos, ponemos en trance de pérdida definitiva, el sentido de la unidad de destino nacional que debemos exigir arraigado en todas las tierras de España. (...)



Once días después, el 11 de diciembre de 1934, el Congreso rechazó la enmienda y el joven Primo de Rivera subió de nuevo a la tribuna a explicar su voto negativo:



El pueblo catalán presenta una faz de melancolía de vencido que no promete, ni mucho menos, una adhesión a la unidad hispana
. El pueblo catalán se siente dolorido en lo suyo y no crea el Sr. Presidente que el pueblo catalán va a cambiar de representantes cuando de nuevo los elija.



(...) cuando se compruebe de nuevo que en Cataluña no está suficientemente afianzada la unidad de destino, será una repetición, ya sin discvulpa, de todos los riesgos, de todas las traiciones, de todas las crueldades que han estado a punto de deshacer de nuevo la Unidad de España. Ya es tarde para que os diga esto. ya habéis votado desechando la petición de que el Estatuto se derogase. ¡Bien! Os habéis retorcido el corazón una vez más; pero habrá un día en que España, defraudada y exasperada, entre en este salón a retorcernos a todos el pescuezo."



Lástima que los Constituyentes de 1978 no tuvieran en cuenta tan medidas y profundas reflexiones. Ya no son dos, sino treinta los años en los que se ha caminado indefectiblemente hacia la deshispanización de Cataluña con el beneplácito de los gobiernos de España preocupados sólo de asegurarse los votos de unas minorías. La marcha atrás parece ya una quimera y alguien tendrá que poner el pescuezo para que España se lo retuerza.



LFU

4 de diciembre de 2007

Miserables

Quiero reproducir una carta que he leído en el blog de unos amigos http://elbaluartedeoccidente.blogspot.com/. Pero, a modo de prólogo, diré dos cosas:

Miserable el Ministro del Interior del Gobierno Español insistiendo una y otra vez en el carácter fortuito del asesinato, en un repugnante intento de rebajar el nivel de culpabilidad de ETA y dar a entender a la sociedad que "está todo controlado".

Miserables todos los partidos del arco parlamentario -con excepción en este caso del Partido Popular- que se han pasado la legislatura dando alas a los terroristas con el repugnante proceso de paz y ahora se ponen a la cabeza de la manifestación para lavar sus culpas al olor de las urnas.
No voy a asistir a esa pantomima unitaria, porque confieso que a mí si me produce asco ir de la mano de Llamazares -que cogobierna en el País Vasco con el PNV y financia a los familiares de los presos de ETA-, de Carod Rovira -que le pidió a ETA que no matase en Cataluña-, de Pepiño Blanco y compañía. Espero que les llamen todo lo que se merecen. ¡Miserables!
LFU

MISERABLES

Una vez más, la banda terrorista ETA ha actuado. En esta ocasión, no ha sido como ya nos tenía acostumbrados, jugando al ratón y al gato, sino que ha actuado de verdad, a la vieja y macabra usanza: el cobarde tiro en la nuca que asegure su indemnidad. Tal vez porque esta vez querían asegurar el resultado y, desde luego, con total conocimiento de sus objetivos, que no deja de resultar significativo, a estas alturas. Lo que no ha cambiado es la condición de sus víctimas: una vez más, se trata de ejemplares cumplidores del deber, Raúl Centeno, fallecido, y Fernando Trapero, herido muy grave, que se jugaban la vida para librarnos de la lacra terrorista.

Soy hija, nieta, hermana, tía y sobrina de Guardias civiles, y fue un austero cuartel de este benemérito Cuerpo lo primero que vieron mis ojos al nacer, en aquella mi querida tierra vasca. Por ello se agolpan en mi mente y en mi alma tantos sentimientos de orgullo y de dolor contenido, pero también de repulsa -que no odio- hacia tanto miserable que nos rodea. Porque malditos y miserables son todos los asesinos terroristas que continúan golpeando nuestra patria. Pero, por desgracia, no son los únicos.

Miserables son todos aquellos grupos vascos de siglas cambiantes y esquivas que sostienen política y socialmente a la banda terrorista ETA. Quienes contribuyen con su apoyo, sus algaradas o sus recursos económicos al sostenimiento del entramado terrorista. Los que, con fondos públicos, mantienen o sustentan colectivos del entorno de ETA y alientan y fomentan el odio entre los niños y jóvenes vascos.

Miserables todos aquellos -y créanme que son muchos- que hoy se dan golpes de pecho por el atentado contra estos dos Guardias civiles pero durante largo tiempo sonrieron furtivamente o, cuando menos, se encogieron de hombros ante el asesinato de tantos Guardias civiles, ni mejores ni peores que los de ahora, que un día subieron al altar de los héroes.

Miserables, en fin, los que han obtenido, pretenden obtener ahora o buscarán en un futuro alcanzar algún tipo de rédito político con la sangre de un Guardia civil. Y en cambio, todos han merecido, como españoles, el derramamiento de hasta la última gota de la sangre de tantos servidores públicos que fueron fieles a lo que un día juraron. Me consuela saber que su generosidad será recompensada en lo Alto, donde un nuevo tricornio negro luce desde hoy.

30 de noviembre de 2007

La trituradora


Dolor, rabia, indignación, tristeza. Cada uno de estos sentimientos se me anudan en el estómago de forma persistente desde que hace unos días tuve noticia de la carnicería que vienen protagonizando con el beneplácito y silencio de las autoridades, un grupo de salvajes alimañas con bata blanca y manos manchadas de la sangre inocente de cientos de miles de niños, a los que diariamente se enviaba a la trituradora, para borrar sus rastros. Sí, a la trituradora. Sí, a niños de ocho meses, los mismos que tenía mi hija Paloma cuando la vi nacer emocionado. Claro que previamente se habían encargado de acabar con sus pequeñas vidas, bien hundiéndoles el cráneo, bien inyectándoles una letal sustancia en sus pequeños corazones. Dicen que, en sus conversaciones, los hijos de puta comentaban jocosamente el número de “rompe-cocos” que había hecho cada uno. Y estoy seguro de que estos canallas habrán llorado alguna vez viendo La Lista de Schilnder, El Pianista o La Vida es bella. Claro que las víctimas de los Hitler y las de Stalin ya tenían carné de identidad y estos niños nunca podrán obtenerlo.

¿Qué sociedad es ésta que hemos creado? ¿Alguien ha escuchado a alguno de nuestros políticos rasgarse las vestiduras por la masacre cotidiana que miles de niños están padeciendo en Barcelona, en Madrid y en toda España? Unos, los de la izquierda, callan porque no les importa; no hay contradicción con su código moral, pues el aborto es una “conquista social”. Otros, los de la derecha, miran para otro lado para no molestar demasiado, y de tanto adoptar acomplejados perfiles bajos, están arrastrando por el suelo su propia dignidad y el humanismo cristiano que dicen defender.

Digámoslo claro: El aborto, como cualquier crimen, no es un ningún derecho de la mujer. En cambio, los embriones, los fetos, los niños, sí tienen derecho a vivir. El mismo que tiene un niño de dos años a seguir viviendo. Me repugna la indiferencia con la que la mayor parte de nuestra sociedad mira para otro lado ante el fenómeno del aborto, por el simple hecho de que el feto no ha salido del vientre materno. ¿Acaso un recién nacido es menos dependiente que un embrión de 4, 5 y 6 meses?. Triturar a un feto de ocho meses, o de dos, o de seis, o de unos cuantos días, es lo mismo que hacerlo con un niño recién nacido, cerrando la puerta para que nadie lo vea.

Vivimos en una sociedad hipócrita, que se escandaliza con las imágenes de los cadáveres amontonados en los campos de concentración de hace sesenta años, y asiste impasible e indiferente al holocausto diario de cientos de miles de inocentes criaturas, cuyo destino no es ya el horno crematorio, sino una fría e implacable trituradora, en la que se termina su dolor, se ahoga su llanto y se borra para siempre cualquier rastro de su existencia.

Estoy seguro de que algún día, no muy lejano, las generaciones venideras contemplarán con verdadero horror el estéril sacrificio de millones de vidas en nombre del egoísmo y de la sinrazón. Y yo le pido a Dios la dicha de poder verlo con mis propios ojos.

LFU