Título: Sumisión
Autor:
Editorial: Anagrama
Año: 2015
El protagonista de la novela ejerce de modesto profesor en la
universidad francesa y es el vehículo para el retrato descarnado de una cierta clase
intelectual y excusa para lanzar un vaticinio sobre el futuro de Francia y en
cierto modo, de gran parte de Europa.
El mensaje nada complaciente de Houllebecq se vale de la
descripción sin velos, ni edulcoraciones de la intrahistoria del profesor cuya
brillantez intelectual parece simétrica a su sórdida condición personal. A este
retrato se anuda un texto implícito en el que se perfila el sexo, más allá de un
contacto de cuerpos, de una mera adicción como un artículo de justificado
consumo, falso calmante y estéril esperanza para el sujeto común.
Sin embargo, nada más lejos que
acusar de esquemática a esta novela, pues el nihilismo presente no está exento
de una pujante y bien descrita tentación de dejarlo atrás, de superarlo con una
mirada hacia el origen profundo de Francia que resulta conmovedora y resuelta de
una manera cruel, pesimista y, sin embargo, perfectamente trabada en la
narración.
No se trata de una novela
distópica más. El autor no amaga con un supuesto tono profético más bien parece
una autopsia anticipada de una sociedad que se dirige a la desaparición, hipótesis
que resulta más verosímil de lo que nadie quiere admitir.
Sin duda este libro pesimista y
perturbador tiene muchas lecturas, pero, indudablemente, una de ellas,
constante en otras obras del autor, es el durísimo y despiadado ajuste de
cuentas personal con la generación del 68, con sus modos de educar, con la
cultura que generó y las consecuencias producidas en las relaciones personales.
Uno se pregunta de dónde procede
la lucidez del juicio de muchas de las opiniones de este autodidacta, del
enorme acierto con el que culmina los tres últimos capítulos y no parece
difícil adivinar que el enorme dolor personal, infligido por sus padres que se
desentendieron de él, puede ser la fuente que alimenta su juicio, el origen de
una sensibilidad extraordinaria para percibir la realidad y sus direcciones,
que explica la visión nada complaciente de sus textos.
En la novela encontramos al mismo tiempo que
una fría distancia con lo verdaderamente humano y un materialismo envolvente,
juicios estéticos afinados, análisis políticos reveladores junto con un
depurado retrato de las tentaciones del alma del hombre contemporáneo. Casi
ningún juicio deja de tener un poso amargo cuando no directamente vitriólico y
a pesar de todo, resulta difícil no tomarlos en consideración. Es una novela
notable pero también una advertencia y, por qué no, un pronóstico.
César Utrera-Molina Gómez
Mayo 2019