Hace justo cien años, la prensa
nacional se hacía eco de la iniciativa de un grupo de españoles desde la
ciudad de Barcelona, en agradecimiento a la meritoria labor humanitaria del Rey
Alfonso XIII durante los trágicos años de la Primera Guerra Mundial. El Archivo
General de Palacio conserva el documento completo que en nombre de la ciudad
condal se dirigió a las Cortes españolas, documento que está expuesto al
público en la Exposición “Cartas al Rey: La mediación humanitaria de AlfonsoXIII en la Gran Guerra”
Creo que en momentos de
incertidumbre como los que estamos viviendo en España, estrechar nuestros lazos
con la verdadera memoria de la historia es siempre una fuente de consuelo y
sobre todo la reivindicación de una esperanza. No me resisto a que unas
palabras tan elocuentes del sentir de tantos españoles queden en el olvido o
pasen desapercibidas,
“A las Cortes
Fue siempre norma de todo
corazón noble en España dar muestra de gratitud por los beneficios recibidos y
entendemos que ha sido muy grande el que ha reportado a nuestra nación el alto,
generoso, magnánimo proceder de nuestro amado monarca Don Alfonso XIII,
derrochando tesoros de caridad con miles de gentes desventuradas de todos los
países, durante los terribles años de la guerra que ha desolado al mundo.
Alejada providencialmente
nuestra patria querida de la feroz contienda, no por ello mirábamos
indiferentes las espantosas penalidades que afligían a tantos nobles pueblos, y
ansias generosas reprimieron muchos pechos, que hubieran querido socorrer a
desvalidos hermanos, si al mismo impulso de caridad, en aquellos instantes de
pasión, no se hubieran interpretado con torcido pensamiento.
Afortunadamente, nuestro Rey,
siempre Grande y Caballero, supo recoger tan nobles estímulos de millares de
sus súbditos y, haciéndose intérprete de sus sentimientos, se lanzó a la
empresa de salvar vidas del suplicio, consolar tristezas, llevar consuelo a
almas doloridas, y dejar caer sobre ellas el santo rocío de la caridad, empresa
por Dios mil veces bendita, premiada aquí mismo, en la tierra, por el coro de
alabanzas que ha despertado tan noble conducta, no solo en quien recibió el
beneficio, sino en todo el que fue digno de comprenderlo.
No detallaremos esas nobles
acciones tan conocidas del mundo entero, cual son testimonio tantísimas cartas
publicadas en la prensa europea, en las que brillan desde el tierno sentimiento
del corazón de un niño, hasta la más elevada y culta expresión del alma de un
gran poeta, cartas de madres, de esposas, de viudas, de hijos, de patriotas,
que tejen una corona inmarcesible, más pura y refulgente que la diadema que
ciñe la frente del Rey, que lo fue desde antes de haber nacido.
Nosotros sus súbditos
fieles y leales, de esta grade ciudad de Barcelona, donde tuvo su abolengo y el
valor, su archivo la cortesía y la caridad un trono, queremos ser los primeros
en dar pública voz y testimonio de que sabemos agradecer a nuestro Rey, esa
conducta notabilísima, que si para él ha merecido universal alabanza, ha traído
para nuestra España el respeto y la estima de los mismos pueblos contendientes: que la caridad bendita aplaca los mismos hervores de la
cólera.
P. ejercitando el derecho de
petición que nos concede el art. 15 de la Constitución de la monarquía, nos
dirigimos a las Cortes, que toda la nación representa, en súplica de que se
tribute homenaje público y solemne de admiración y cariño a Su Majestad, en
recompensa de sus altos y extraordinarios merecimientos, y se inicie por el
Gobierno una suscripción pública para regalar al Rey la insignia, donde sobre
oro con brillantes escriba el pueblo español el testimonio de su
reconocimiento”
Barcelona, 23 de Enero 1919”
Reyes Utrera
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