Un año ya del día que te fuiste, de aquella madrugada junto al mar que no ha cambiado y en el que no ha habido uno sólo en el que no estuvieras presente. Pensé en dedicarte un artículo, pero ya te he escrito algunos y otros podrán hacerlo mejor que yo. Pensé entonces que te haría más ilusión que te dedicase un soneto.
Como tú nos decías cuando te pedíamos uno, esto es mucho más difícil de lo que parece.Tejer un soneto es un reto que lleva mucho tiempo, se lleva retales de tu corazón, requiere paz y te da muchísima guerra. Son muchos, cientos, los versos abortados, tercetos enteros que de parecer redondos, han terminado en el cubo de la basura, rimas soñadas que no han visto nunca la luz, noches enteras de insomnio para conseguir una rima digna. Nunca podría haberlo hecho sin tu ayuda y sin tu inspiración y tampoco sin los sabios consejos de mi amigo y admirado Enrique García-Máiquez que ha sabido ser indulgente, pero certero en su crítica.
Espero que, desde el azul intenso de tu lucero, leas con indulgencia estos versos que son tuyos, ésta cárcel de endecasílabos en la que he tratado de desahogar mi corazón, atribulado por tu ausencia y al tiempo consolado con la fe de saber que compartes la gloria con aquellos por los que rezabas cada noche. Esperanzado porque, como nunca te cansaste de repetir, no hay noche sin aurora.
Va por tí, papá.
Mecido
entre recuerdos me he dormido
tratando de alcanzar tus largos pasos,
añorando el calor de tus abrazos,
rescatando mi infancia del olvido.
En sueños nos hablamos todavía.
Tú ya eres luz, yo sigo mi andadura.
Oigo tu voz, que alivia la amargura
de no verte a la luz del nuevo día.
Te acompañó mi alma en tu partida,
luchando contra el miedo de perderte.
tratando de alcanzar tus largos pasos,
añorando el calor de tus abrazos,
rescatando mi infancia del olvido.
En sueños nos hablamos todavía.
Tú ya eres luz, yo sigo mi andadura.
Oigo tu voz, que alivia la amargura
de no verte a la luz del nuevo día.
Te acompañó mi alma en tu partida,
luchando contra el miedo de perderte.
Y
al contemplar ayer tu cuerpo inerte,
le
dije adiós a mi niñez perdida.
Anoche
te lloré por vez primera
esperando
una nueva primavera.
Luis Felipe