3 de marzo de 2017

Torcuato Fernández Miranda, camisa azul o camisa blanca.

Hace unos días, leía en ABC un artículo sobre Torcuato Fernández Miranda en el que uno de sus hijos destacaba el hecho de que Torcuato, siendo Ministro Secretario General del Movimiento optase por vestir la camisa blanca en lugar de la camisa azul, marcando así distancias con el régimen y el movimiento.

Por desgracia, es muy frecuente que los descendientes de algunos protagonistas de la transición pretendan “lavar” la imagen de sus deudos desvinculándolos de todo lo que tuviera que ver con el régimen del 18 de julio, pretendiendo que su participación en el mismo fue instrumental para su liquidación y presentándolos como apóstoles de la democracia. Aunque para ello tengan que inventarse una “post-verdad” y manipular la propia biografía de su causante.

Claro que se corre el riesgo de enfrentarse con la hemeroteca, que sirve para rescatar la verdad y poner a cada cual en su sitio. Afortunadamente me cuento entre los inasequibles al desaliento que atesoran un archivo jugoso como antídoto contra la desmemoria.

Era el mes de junio de 1973 y Torcuato Fernández Miranda quiso inaugurar el nuevo monumento a José Antonio en Guadalajara. La crónica llena de lirismo y exaltación falangista de Fernando Ónega –otro antifranquista de nuevo cuño- comenzaba así: “A José Antonio se le erigen monumentos por suscripción popular. Es el mejor tributo que se puede rendir a una causa política. Es el mejor testimonio de presencia y de entronque con el pueblo. Una doctrina no existe si no tiene estos brotes. Una doctrina muere si no tiene ese arranque de soberanía” .

Pues resulta que D. Torcuato, en un discurso vibrante de fervor falangista y lealtad al Caudillo, acaso adivinando lo que pudieran decir de él en el futuro, se encargó de explicar sus preferencias de color sobre su camisa en párrafos que no tienen desperdicio:  

Hoy visto nuevamente mi entrañable camisa azul, porque rindo homenaje al hombre que configuró mi pensamiento político en los años de juventud y me condujo a una lealtad absoluta, irrevocable y sin fisuras a quien mejor ha representado los ideales firmemente arraigados en mi conciencia y mi corazón: el Caudillo Francisco Franco.”

Vestiré esta camisa azul siempre que la proclamación de mis orígenes políticos y el sentido de milicia que simboliza sean una definición de mis inequívocas lealtades. Pero la norma común para mí será la camisa blanca. La camisa blanca que José Antonio usó siempre que no era necesario proclamar en la calle una militancia de riesgo y amor a España; y que representa una voluntad de integración para todos los españoles, sin dogmatismos excluyentes; una voluntad integradora que nace de la esencial raíz falangista joseantoniana que nutre nuestro movimiento y que aspira a lograr la definitiva unidad entre todos los hombres de España.”

Bastan estas pocas pero significativas palabras, para darse cuenta que por mucho que se empeñen sus hijos y sus nietos, el Torcuato de 1973 estaba lejos de despreciar la camisa azul. Lo que pasó tres años después es otra historia, como también lo es la soledad en la que murió, entre la ingratitud de los que se sirvieron de su rápida mutación y el silencio caballeroso y dolorido de sus viejos camaradas. Quién sabe si en su última morada, la camisa blanca fuera un tributo póstumo y secreto a quien inspiró su juventud y su lealtad.


Azorín 

3 comentarios:

  1. Si hace unas pocas fechas tuve la ocasión de ver un video donde se preguntaba a gente joven ¿sabes quien es Adolfo Suarez? con unas respuestas para morir de risa o de pena pero morir, cuanto menos si la pregunta es por D. Torcuato Fernandez Miranda. resultaría casi imposible dar con alguien con una respuesta acertada. No obstante y en referencia a lo del cambio de indumentaria y de ideas, esto creo haberle oído decir a un político de las antípodas de D. Torcuato, porque hablo de Pablo Iglesias, que en política lo que se dice hoy puede decirse lo contrario al día sigueiente, y esto debió Miranda (se omitia en su circulo lo de Fernandez)astutamente creo que supo utilizarlo, y además la ocasión lo exigió en tiempo y forma, pero todo era una obra teatral. Con respecto a los hijos, creo que les ha cogido ese virus que ataca a la derecha y que los acompleja miserablemente asumiendo el hundimiento del Titanic si es preciso, y no solamente eso sino que traicionar a sus ideales, su cultura y su patria parece darles un nuevo carnet de sumarse a la gente buena, dando por hecho que el que permanece es un retrógrado inadaptado al momento.

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  2. En vez de criticar a los hijos de Torcuato y tratar de explicar desde el prisma ideológico, hágalo desde el de la oportunidad política y su significado. Y hablé con los hijos, que se lo explicarán perfectamente.

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  3. Desde la oportunidad política se entiende perfectamente.

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