Regreso de mi retiro nerjeño –durante el cual he evitado
tanto la prensa como la televisión- y compruebo que pocas cosas han cambiado.
La situación de bloqueo político no es sino el reflejo purulento
de la infección del bipartidismo, que seguramente saldrá reforzado tras un año
de parálisis que no ha sido óbice para que sus señorías reciban pingües emolumentos
e incluso generosísimas indemnizaciones por “despido”.
Me llegan noticias de que el Ayuntamiento pro-etarra de
Pamplona pretende profanar los sepulcros de los generales Mola y Sanjurjo, pero
con la ley en la mano y la oposición de las familias, tengo mis dudas –con reservas-
de que finalmente puedan llevar a efecto tamaña vileza. Como es habitual, los
malos suelen hacer las cosas mal y a veces no sirven ni para serlo, pero en
esta España que vivimos toda barbaridad es verosímil.
Por otro lado, la ofensiva del lobby gay contra la libertad
de pensamiento de los católicos no ha hecho más que empezar. Cuenta con la
inestimable ayuda de la infumable e inconstitucional ley de la tatuada hortera Cristina
Cifuentes y el silencio de algunas jerarquías eclesiásticas que parecen
avergonzarse de la doctrina de la Iglesia y del derecho natural.
Otro curso comienza y promete ser intenso. Habrá que estar
atento y no dejar de rezar. Sobre todo esto último. Encomendémonos a Santa
Teresa de Calcuta que el próximo domingo llegará por fin a los altares.
Un abrazo a todos
LFU
Genial resumen. Un servidor tampoco ha seguido mucho los medios de manipulación y coincide completamente en tu claro, breve y acertado comentario de la realidad.
ResponderEliminarBipartidismo podrido rezumando, pro etarras y comunistas intentando ganar la guerra del odio, la mentira y el anti clericalismo que ellos mismos provocaron, y las estructuras de pecado -como bien definía San Juan Pablo II- inyectando en los colegios las mentiras de la ideología de género que degeneran al ser humano.
Y el broche de oro, la Esperanza católica: La victoria está de nuestra mano, por muy mal que pinte el panorama, encomendándonos a Santa Teresa de Calcuta y perseverando en la conversión personal no tenemos nada que temer.
Un abrazo fuerte y muchas gracias por tu clarividencia tan elegante y sucintamente redactada.