Hasta los más conspicuos informadores andan a tientas
lanzándose a la piscina del pronóstico político sin saber si hay agua debajo.
En realidad, el único que sabe lo que quiere es Pablo Iglesias y no estoy
seguro de que lo sepa del todo. Él tiene la llave del gobierno o de las
próximas elecciones, pero no creo que confíe demasiado en la cohesión interna de
sus 69 diputados, ni en la de sus grupúsculos de cara a unas nuevas elecciones.
Tampoco Pedro Sánchez. Ni sabe lo que quiere, ni sabe si
puede. No sabe si los suyos le van a dejar y tampoco que, si le dejan, quiera ser
un Presidente monigote en manos de un tahúr bolivariano.
Lo de Mariano es otra cosa. Alguien mece la cuna de su
despedida y cada vez que saca el gaznate le explotan varias portadas con casos
de corrupción o dimisiones envenenadas. Su dilema no es gobernar, sino cuando
irse con un mínimo decoro. Tan sólo un postrero gesto de altruismo puede
salvarle la cara y a su partido de unas elecciones que se presentan demoledoras,
ahuyentando el fantasma bolivariano y posibilitando el entendimiento del centro
izquierda. Tan sólo aquí podría poner alguna condición, pero su futuro político
es, quizás, lo único que se ve con nitidez.
Rivera está jugando bien sus cartas, con un estudiado
silencio-radio a la espera de aparecer como salvador de la patria.
Pero el único que sabe lo que va a pasar es Dios nuestro
Señor, al cual encomiendo mi Patria cada mañana. Lo que suceda es un misterio
que intentaremos descifrar con ayuda de la gracia.
LFU
No hay comentarios:
Publicar un comentario