13 de abril de 2015

Catalá: un ministro al servicio de la mentira

«La presente Ley reconoce el derecho a la maternidad libremente decidida, que implica, entre otras cosas, que las mujeres puedan tomar la decisión inicial sobre su embarazo y que esa decisión, consciente y responsable, sea respetada. El legislador ha considerado razonable, de acuerdo con las indicaciones de las personas expertas y el análisis del derecho comparado, dejar un plazo de 14 semanas en el que se garantiza a las mujeres la posibilidad de tomar una decisión libre e informada sobre la interrupción del embarazo, sin interferencia de terceros (…)» Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo.

Esta mañana, rompiendo mi recién adquirido hábito de no escuchar los programas informativos de la mañana, he tenido el infortunio de escuchar una entrevista al ministro de justicia Catalá quien en un alarde de cinismo y desvergüenza colosales, ha afirmado con total tranquilidad que “la actual regulación del aborto en modo alguno reconoce el derecho al aborto.” (sic). Más miserable aún, si cabe, ha sido el ministro al insistir en la idea de que en este asunto están en juego las creencias religiosas de los católicos, como si la vida del embrión fuera un dogma o una cuestión de fe.

 El Partido popular, bajo la inspiración del inefable Arriola, ha decidido que aquella “barbaridad” (en palabras de Rajoy) de ley aprobada por el gobierno sectario de ZP ha alcanzado hoy un alto grado de “consenso”. Ahora ya no es un “disparate”; lo “sensato” es mantenerla porque al fin y al cabo, cuando vengan “los otros” la van a cambiar (Rajoy dixit). Mientras tanto, en una contradicción esquizofrénica, el Partido popular no ha retirado el recurso contra dicha ley ante el Tribunal Constitucional. Así que para salvar la evidente contradicción, nada más efectivo que recurrir a la mentira. 

Como decía Bismark «Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería».  Pero en este caso, estando en juego la vida de tantos miles de inocentes, la mentira adquiere caracteres de una grosería intolerable.

Son muchas las presiones que están teniendo que soportar un grupo de parlamentarios del partido popular por haber anunciado que no actuarán de comparsas en la miserable reformita que se ha sacado Rajoy de la manga. En mi opinión, debían haber abandonado sus escaños hace muchos meses. 
Pero aún están a tiempo de salvar la dignidad. Espero que perseveren y no se asusten. La mentira tiene un poderoso príncipe, pero somos muchos los que sabemos que su destino no es otro que la derrota definitiva.


LFU

1 comentario:

  1. Al final han conseguido que no esuchemos los informativos (hábito muy saludable) ni sigamos las noticias: Todo es una mentira que responde a oscuros intereses, como avisaba Juan Pablo II al hablar de la cultura de la muerte.

    Pero no perdemos la esperanza, porque sabemos que la Vida ha vencido a la muerte.

    ResponderEliminar