Hace unos meses, cuando ya se vislumbraba que el proyecto de ley de reforma de la ley del aborto acabaría acumulando polvo en un cajón de presidencia del gobierno y siendo consciente de su soledad, le envié el mensaje de aliento y agradecimiento que había recibido de mi madrina, una mujer que dedicó 30 años de su vida a cuidar del amor de su vida, una niña con Síndrome de Down hasta que Dios quiso llevársela y que ahora cuida de su marido, enfermo del Alzheimer. Todo un ejemplo de amor y defensa de la vida.
Su contestación fue escueta, pero significativa: “Muchas gracias Luis. Esos son los ejemplos que confirman la necesidad de dar esta batalla. No tengas ninguna duda que la llevaré hasta el final, aunque me costase el ministerio. En toda mi vida política es ésta la causa más noble que he defendido.“
Lo que en un principio fue la negativa a habilitar una partida presupuestaria para ayuda a la maternidad –lo que ya dejaba cojo el anteproyecto- pronto comenzó a derivar en obstáculos, objeciones y recortes de todo tipo, que amenazaban con desnaturalizar por completo un anteproyecto que, como hemos comprobado, iba mucho más allá de lo admisible para un amplio espectro de la sociedad, en el que se enmarca la dirección del Partido popular. El final de la historia era previsible: una apelación a un consenso imposible para vestir el muñeco de lo que no es sino una clamorosa claudicación de principios.
Produce honda desazón comprobar cómo la falacia del falso progresismo ha contaminado al principal partido de la derecha (o de lo que sea). El inexplicable complejo de inferioridad frente a la izquierda ha acabado por aniquilar el menor atisbo de defensa de unos principios que habían llevado a muchos a darles su apoyo. Y es que todo el proyecto de ingeniería social de los ocho años de Zapatero (aborto, memoria histórica, etc…) se mantiene incólume en nuestro ordenamiento, ante la pasividad de un gobierno alérgico a los valores tradicionales de sus votantes y empeñado en confiarlo todo a la economía y al miedo que puedan meter los de “podemos”.
Era plenamente consciente de que poniéndole un plazo a la aprobación del proyecto de ley se estaba poniendo un plazo a sí mismo. Acaso era la única forma de que cada uno se retratase y asumiese su responsabilidad. Y él ha acabado asumiendo la suya con enorme dignidad. Con auténtico señorío. Ha tratado de dar una batalla imposible para concienciar a la sociedad de la necesidad de defender la vida frente a la cultura de la muerte y ha fracasado en el intento, o no, porque esto no acabará aquí, ni mucho menos. Y para mí, esa convicción interior que le ha llevado a sacrificar su carrera política por una causa tan noble como la defensa de la vida de los más débiles justifica y redime toda su trayectoria. Empezó en política de la mano de su padre defendiendo la vida frente a la primera ley del aborto y Dios ha querido que sea también esa la causa de su adiós.
Se va con el honor intacto. A otros les toca administrar las consecuencias de una vergonzosa claudicación. A él, recuperar su vida, ese mundo aparte que todos tenemos en un rincón del alma.
Un gran abrazo y gracias por tu ejemplo.
Luis Felipe Utrera-Molina
Muchas gracias Luis Felipe, emotivo artículo.
ResponderEliminarQue absurdo este mundo en el cual los que presumen defender a la mujer niegan habilitar una partida presupuestaria para ayuda a la maternidad...
Y lo más triste es que tienen engañada a la población.
Que este gesto valiente, noble y coherente de tu cuñado sirva de ejemplo.
Siempre está vigente aquel principio incrustado en la DERECHA de este país: EL COMPLEJO DE LA CAVERNA.
ResponderEliminarTambién tiene incrustada el principio "grouchomarxiano":
Estos son mis principios, pero si no gustan tengo otros.
Los últimos días Gallardón hablaba de que lo más importante que se estaba haciendo en su Ministerio , era preparar la respuesta al desafío secesionista.
ResponderEliminarTal vez su dimisión no sea por el aborto sino porque tuviese una idea más contundente en responder al catalanismo, que la que quería Rajoy, y para no alarmarnos y engañarnos se nos dice que se va por lo del aborto.
Si el nuevo ministro de justicia templa gaitas con el secesionismo comprobaremos la verdadera razón de la marcha de Gallardón, que él no lo va a decir para no hundir a su partido.
ResponderEliminarMAS VALE TARDE, QUE NUNCA !!!
Pues no puedo dedicarle otra expresión mas que la de "Olé, Olé y Olé". Ojala muchos tomaran su ejemplo e hicieran prevalecer la dignidad, la ética y el honor por encima de la "política del avestruz" que se viene ejerciendo en los últimos 30 años. La pena es que los buenos siempre son los que se retiran o se marchan, quedándonos los españoles a merced de los mas mediocres.... ¡¡¡Pobre España!!!
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