“No hay quinto malo”. Eso decimos los aficionados a los toros para agarrarnos a un clavo
ardiendo cuando la corrida no da para más. En este caso, de ocho morlacos que somos los hermanos Utrera,
la quinta, es sin lugar a dudas, la mejor. Y para no romper la tradición, le
dedico esta página con motivo de su cumpleaños.
Mi hermana Reyes es, simplemente, la personificación de la
bondad. Siempre he admirado en ella su
extraordinaria capacidad para ver y mostrar siempre la luz de los demás,
ignorando las sombras que nos rodean.
Alérgica a la murmuración y a la maledicencia, sabe apartar los
prejuicios para ponerse en lugar del otro y siempre encuentra justificación para
salvar al árbol caído, algo que sólo lo consiguen los que tienen enorme el
corazón.
En algún sitio he leído que no hay mayor signo de
superioridad que la bondad, y es que ésta sólo brota con fuerza en el corazón
de los elegidos por Dios para servir de faro a los que le rodean.
Reyes es la dulzura sin empalagos, la sinceridad piadosa, no
hay persona en el mundo que sepa como ella arrimar el hombro como el Cireneo
para cargar con las cruces que los demás llevamos a cuestas, siempre con una
sonrisa. Y tiene el corazón –como su
casa- abiertos de par en par. Por eso son tantos los que buscamos la paz en su
consejo y por eso también, si alguna vez he sentido, no ya su enojo, sino un
leve reproche en su mirada, nunca he dudado que era yo quien había fallado.
De los ocho hermanos, la única que cambió el Código civil
por el de Hammurabi, volcó su enorme sensibilidad en el cultivo de la historia
y del arte, y es de esas personas que saben que la luz que entra por su balcón
cada mañana viene a iluminar la tarea justa que Dios les ha asignado en la
armonía del mundo.
Sólo los que saben darse alcanzan la verdadera felicidad. Mi
hermana quiere y es querida por todos. Su marido, Alejandro -que compite con
ella en bondad- y sus hijos, Victoria y Alejandro, saben muy bien de lo que
hablo. Por eso sólo puedo imaginarla con una sonrisa.
Que Dios te bendiga siempre, querida Reyes y te conserve
intacta esa mirada luminosa que te hace grande entre los demás.
Tu hermano que te quiere.
Luis Felipe
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