7 de enero de 2014

Reforma de la Ley del Aborto. Un paso necesario

No soy de los que, en materia de defensa de la vida humana, se ajustan a la doctrina del Tribunal Constitucional, institución cuyo prestigio es inversamente proporcional a su docilidad al poder establecido en cada momento. Para mí la vida humana –y ésta existe de forma indubitada desde el momento de la concepción- es un valor absoluto y su defensa y respeto no admite excepciones, por lo que tan sólo en caso de tener que elegir entre una u otra vida resulta lícito sacrificar una de ellas para salvar a la otra. A partir de ahí, se pueden -y deben- aplicar atenuantes o eximentes en función de las circunstancias concretas en las que se pudiera practicar un aborto, como en la comisión de cualquier delito, pero no soy partidario del establecimiento de supuestos de despenalización que, en la práctica, equivalen al reconocimiento de un quasi derecho al aborto, máxime si dichas intervenciones son financiadas por la sanidad pública. Admitir la posibilidad de eliminar una vida ante la existencia de un conflicto de intereses entre una vida humana y un daño psicológico para otra, implica reconocer que no todas las vidas merecen la misma protección, en claro perjuicio, en este caso, del concebido no nacido.

No puedo, por tanto, hacer mío el anteproyecto de ley presentado por el Ministerio de Justicia, tan contestado desde dentro y desde fuera del Partido popular, lo que no me impide, en absoluto, reconocer el enorme valor que tiene dar en el mundo de hoy un paso contracorriente en defensa del derecho a la vida del concebido no nacido.

Sólo un iluso puede pensar que el legislador español pueda defender, por el momento, mi posición sobre este asunto. La postura que yo represento es aún, por desgracia, considerablemente minoritaria en una sociedad en la que impera  la comodidad y el hedonismo y en la que se niega cualquier valor del sacrificio. Una sociedad hipócrita que protege colonias de mariposas en extinción al tiempo que dedica recursos a eliminar embriones humanos no deseados y a apartar a los mayores.

En los ocho años que estuvo gobernando España el Partido popular presidido por José María Aznar, no se tocó ni una sola coma de la ley coladero de 1985 en base a la cual se podían abortar niños con ocho meses con pasmosa facilidad. En las últimas elecciones, el Partido popular no llevaba en su programa ninguna ley de “aborto cero”, aunque sí prometió derogar la ley de Zapatero por la que el aborto se convertía en un derecho y la vida quedaba sometida a un frío plazo durante el cual resulta lícita su eliminación.

Pues bien, el anteproyecto no se limita a derogar la nefasta ley de 2010 -lo que habría sido  visto con enorme comodidad para muchos votantes y cargos del Partido popular- sino que va mucho más allá y supone una regresión cualitativa en la cultura de la muerte, que se había instalado en nuestra sociedad desde hace décadas. El derecho al aborto desaparece como tal y se limitan a dos los supuestos de despenalización del aborto, eliminándose el aborto eugenésico; se exigen dos informes médicos distintos y ajenos al centro en el que se vaya a practicar el aborto, con lo que se pone coto al coladero de la antigua ley de supuestos y se permite a la administración la posibilidad de controlar el cumplimiento de tales requisitos; se exige al menos el conocimiento de los padres de la embarazada menor y se establece un plazo mínimo de espera de 7 días permitiendo al menos un período de reflexión a la madre embarazada desde el momento en que se le comunica la posibilidad de abortar a su hijo.

No es mi ley del aborto, en absoluto, pero es un paso importante en defensa de la vida, que me propongo apoyar, pues hoy por hoy, es la única ley posible.  Si tenía alguna duda al respecto, las declaraciones de personajillos como Semper, Monago, Cifuentes y etc… y el significativo silencio cómplice de otros populares como Mato, Aguirre, etc… han terminado de convencerme. Es claro que la ofensiva contra esa ley, desde dentro y fuera del PP va a ser enorme. Desde la izquierda, porque no aceptan que se desafíe su supuesta superioridad moral, desde la derecha, por el miedo que tienen muchos a perder votos por la defensa de unos principios que no comparten buena parte de los votantes del Pp, por lo que intentarán descafeinarla todo lo posible.

La apuesta del Ministro, me consta, es decidida para dar un paso al frente en defensa de la vida, que no será sino el comienzo de un cambio de tendencia en la cultura de la muerte. Esta es una guerra que hay que ganar batalla a batalla y que no se va a ganar en un día. Su propuesta de internacionalizar el asunto en el Parlamento Europeo permitirá que se abra un debate internacional sobre el aborto, muy necesario para despertar conciencias adormiladas.

No se conquistó Granada en un día. Hicieron falta ocho siglos para ello. Por eso cada paso que se de en defensa de la vida, por pequeño que sea, merecerá mi apoyo y mi compromiso.


LFU

1 comentario:

  1. La defensa de la vida de los más inocentes, para mi la lucha más importante, por encima de cualquier otra. Hay que apoyar en la medida que cada cual pueda a las organizaciones de defensa de la vida.

    Saludos.-

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