Cuenta mi padre en sus memorias que en una ocasión,
despachando con el Almirante Carrero en su despacho de Castellana 3, y tras
comentarle a Carrero lo que le llamaba la atención que siempre agotase los
bolígrafos bic hasta dejarlos sin
tinta, remendándolos incluso con celofán en caso de rotura, éste le contestó: “No lo olvide nunca, Utrera: cada duro del
Estado es sagrado”.
Y refiere Manuel
Campo Vidal en su interesante libro sobre el asesinato de Carrero escrito allá por principios
de la década de los 80, cómo el Almirante, hombre metódico en sus hábitos, pedía
todos los días al llegar al despacho, de la cafetería del otro lado de la
Castellana, un café y un paquete de ducados que invariablemente pagaba de su propio bolsillo al camarero que se lo llevaba -lo que nos da una idea de la seguridad del Presidente- y con frecuencia le alargaba el duro de rigor al mendigo que había en la puerta
de la Iglesia de los Jesuitas de Serrano que, por cierto, se quejaba de que Carrero
no le actualizase la propina según el coste de la vida.
Tres pinceladas que nos ponen sobre la pista de un hombre
honesto a carta cabal, austero y escrupuloso cual cabo furriel, en el manejo de
los fondos públicos. Carrero era el epítome del espíritu de servicio que caracterizó
a una clase política que nada tiene que ver con la que padecemos en la
actualidad. Carrero era militar. Como tal, amaba a España por encima de todo y
a su servicio sacrificó su verdadera y apasionada vocación de marino en una
constante y abierta muestra de fidelidad a Francisco Franco. Pero Carrero era
mucho más. Cuando hace unos días escuchaba a un periodista calificarle de “mediocre”
me preguntaba si alguna vez este sujeto habría leído los libros que Carrero
escribía con el seudónimo de Juan de la Cosa o habría leído el brillante informe
de Carrero sobre la situación de las fuerzas contendientes en la Segunda Guerra
Mundial de 11 de noviembre de 1940, que pesó considerablemente en Franco
para evitar la entrada de España en el conflicto.
Hacer cábalas sobre lo que hubiera sido la Historia de España
con Carrero vivo a la muerte de Franco carece de sentido aunque la clave
siempre habría que buscarla en su condición de militar. Los terroristas y sus
cómplices asesinaron a un hombre bueno y honrado por encima de todo. A uno de
los mejores servidores públicos que ha tenido España. Nada más. Y en el
aniversario de su vil asesinato, que tanto celebraron sus adversarios, elevo
una plegaria por su alma al tiempo que lanzo al aire, evocando el viejo ritual castrense
en desuso:
Almirante Luis Carrero Blanco ¡Presente!
LFU
Muy interesante el artículo, rememorando experiencias directas sobre Carrero: Estos recuerdos son un tesoro que debemos cuidar y transmitir a nuestros hijos, cuando no podamos enaltecerlos como se merecen.
ResponderEliminarUn hombre bueno y honrado... Eso es lo que esta en peligro de extinción. Y la formación de militar, en el contexto histórico que han vivido... Es muy difícil que se repitan las circunstancias para lograr otros pro-hombres como aquellos.
Me ha encantado su lectura.
Gracias por el tiempo que dedicas a enriquecernos
!Presente!
ResponderEliminarEl Almirante Don Luis Carrero Blanco fue un hombre excepcional, honesto, sencillo y eficiente. Quiero contaros una anécdota ocurrida aquel jueves 20 de diciembre de 1973. Entonces contaba un servidor con siete años y me encontraba con mi difunta madre comprando en la charcutería de un supermercado en Canarias, en Gran Canaria concretamente, cuando oí en la radio que daban la noticia de una asesinato una y otra vez y con gran profusión. Con mi inocencia infantil le pregunté a mi madre si habían asesinado a Franco. Y rápidamente me contestó que no, que había sido otra persona, el Almirante Carrero Blanco, un gran hombre y un gran militar. Y si me lo permitís, también os comentaré que en mi actual empresa conocí a un trabajador de mantenimiento que, a principios de los setenta trabajaba en los yacimientos de fosfato de Bu Craa, en el antiguo Sáhara Español y que allí, había conocido al Almirante Carrero Blanco, ya que solía visitar el Sáhara y que recordaba que el mismo Don Luis, sin tener ningún prejuicio, se sentaba junto con los trabajadores de la mina y compartía con ellos la comida. Lo que dice mucho de este gran hombre, sencillo, honesto y serio.
ResponderEliminarTras comentar estas anécdotas quiero también añadir mi admiración por este gran hombre vilmente asesinado por ETA. Era el hombre de confianza del Caudillo, en quien había depositado toda su fe para que el Régimen perdurara y siguiera estando atado y bien atado tras su muerte. A ciertos círculos políticos no interesaba que siguiera ejerciendo sus funciones y, desgraciadamente, su muerte aseguró la venida de otro régimen político, del cual estamos viendo que ha resultado desastroso en muchos aspectos.
¡Almirante Carrero Blanco, presente!
¡Arriba España!
Un abrazo, LFU.