3 de octubre de 2012

Mi mejor camarada. Santiago Souvirón in memoriam. Por José Utrera Molina



Hace unos días he perdido a uno de mis más fieles y entrañables camaradas. Rectifico, no lo he podido perder, porque está no solamente en el corazón de mi memoria sino en el mejor de los mundos conquistados con su dignidad y su valor. Todo lo que yo pueda decir de Santiago Souvirón Utrera quedaría dolorosamente sorprendido por la falta de espacio en el que yo podría poner las excepcionales virtudes que le adornaron. 

Muy joven, con 16 años, -eso apenas lo comprenderán los jóvenes de hoy- marchó a la División Azul a combatir en Rusia por los ideales a los que había consagrado su vida. Lo hizo sin alardes, sin proclamaciones, con la sencillez suprema con que los soldados se enfrentan a la vida y después a la muerte. Marchó en el tren con miles de expedicionarios y allí se distinguió en las heladas estepas de Rusia por su valor y su coraje. Ya en Málaga, cuando me fueron concedidas ciertas responsabilidades en el gobierno falangista de Málaga le elegí a él como mi más directo y entrañable colaborador. Santiago tenía la infinita sabiduría de la discreción, el sentido de la humildad que conquistaba con su sensatez y su sencillez a cuantos le conocían. Jamás le vi entristecido por el rencor, nunca supe de su odio al enemigo, caminamos juntos muchas veces para conquistar la confianza de los que todo habían perdido y alzar sobre el pavés de nuestra bandera nuestro instinto de reconciliación y de verdad. 

Todo cuanto escriba de Santiago se quedará corto. No he conocido en Málaga a nadie que pudiera igualarse a él en caballerosidad en hombría de bien. Tenía eso que no todos comprenden pero que constituye un valor sustancial que se llama estilo. El suyo era inimitable, el espacio donde lo ejerció tan infinito como fue su misericordia para los que no pensaban como él. Era alegre y jovial, se entusiasmaba con las cosas bellas que crecían alrededor nuestro, no le daba importancia a su sacrificio personal, a su entrega y al gozo de su lealtad. Su ambición se reducía a poder contemplar alguna vez con sus ojos una patria unida en el amor, en la justicia y en la fe de su destino. Recuerdo que hablaba con él con mucha frecuencia. Siempre tenía la sonrisa a flor del labio. Nunca le vi descontento o malhumorado y mucho menos belicoso y agresivo. Era toda una bondad en ejercicio. Una nobleza realizada en cada acto de su vida. Puedo decir que soñamos juntos en una patria que al final se nos ha caído de las manos, pero él hasta los últimos momentos de su vida no ha perdido la fe. Escuché sus últimas palabras, estaban rotas por su enfermedad, pero su eco trascendía y yo podía darme cuenta del tesoro de su limpieza moral que se encerraba en su infinito corazón.

Málaga constituyó siempre un gran amor para Santiago y también se sintió hasta el final periodista, agudo, reflexivo, abarcaba muchos campos, yo le conocí en sus afanes deportivos, en su inteligencia para narrar acontecimientos en el mundo del deporte en el cual también estuvo generosamente implicado.

Cada día que pasa me encuentro con más nubes de soledad que rayos de sol estimulantes. Llamo y no me contestan, pregunto y no me responden, pero yo sé en el fondo de mi corazón que los que fueron mis amigos, mis camaradas entre los cuales en primacía absoluta destaco a Santiago, recogerán al menos el eco de mi voz dolorida. Tere, su mujer, con la que compartimos amistad y esperanza, sabe hasta qué punto era mi amigo y mi hermano Santiago Souvirón Utrera. También lo sabrán los siete hijos que harán escolta a su ejemplo y a su dignidad. Descanse en Paz el que fue soldado, amigo y claro confidente. Estoy seguro que allá en lo alto habrá un nuevo lucero para él.

JOSÉ UTRERA MOLINA
EX SUBJEFE PROVINCIAL DEL MOVIMIENTO DE MÁLAGA Y EX MINISTRO

1 comentario:

  1. Don José Utrera, siempre un señor y un caballero, Luis Felipe. Es de los pocos que siempre han mantenido una fidelidad y lealtad a Franco, a España y a los principios y valores falangistas. Y destaca su gran ejemplo, con la cabeza bien alta, con orgullo y humildad, que la tiene, sin lugar a dudas. Y le admiro por su tenacidad y constancia con el paso de los años, sin temor a quedarse solo con sus ideas. Pero ha conseguido algo que muchos políticos ahora sería imposible que consiguiesen: CONVENCER con su ejemplo y honestidad y transmitir esos grandes principios y valores que atesora. Dios le guarde a él muchos años y que sigamos viéndolo predicar con su ejemplo.
    Un saludo y un abrazo hacia él de mi parte, Luis Felipe. Y otro tanto para ti, camarada y amigo.
    ¡Arriba España!

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