O lo que la Iglesia sostiene
No voy a salir en defensa de Don Juan Antonio Reig, obispo de Alcalá de Henares, por haber expresado la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad. Expuso lo que la Iglesia sostiene. Y eso los católicos no lo defendemos. Lo profesamos.
Trinidad Jiménez ha dicho que eso es preconstitucional. Y tiene razón. Preconstitucional de nuestra actual Constitución y hasta de la de Cádiz. La Iglesia no acepta el ejercicio de la homosexualidad. Sostiene que es pecado. No que sea pecado ser homosexual sino practicarlo. También dice lo mismo de la heterosexualidad fuera del matrimonio. También es pecado.
Y la Constitución no es apenas nada para la Iglesia. Ha habido muchísimas. Y ninguna varió su doctrina. La Constitución de la Iglesia es Jesucristo. Y a Él es a quien tiene que obedecer.
El cardenal de Barcelona no se ha desmarcado del obispo de Alcalá ni ha acudido a apagar ningún fuego. Piensa lo mismo y lo dice. Tal vez con menos claridad pero en la misma línea. Hay que respetar a la persona del homosexual. Y a toda persona. Un homosexual puede llegar a santo. Como un heterosexual. Pero no por practicar su tendencia. Como el heterosexual tampoco salvo que la practique en el matrimonio.
Y la Constitución no es apenas nada para la Iglesia. Ha habido muchísimas. Y ninguna varió su doctrina. La Constitución de la Iglesia es Jesucristo. Y a Él es a quien tiene que obedecer.
El cardenal de Barcelona no se ha desmarcado del obispo de Alcalá ni ha acudido a apagar ningún fuego. Piensa lo mismo y lo dice. Tal vez con menos claridad pero en la misma línea. Hay que respetar a la persona del homosexual. Y a toda persona. Un homosexual puede llegar a santo. Como un heterosexual. Pero no por practicar su tendencia. Como el heterosexual tampoco salvo que la practique en el matrimonio.
Pues esa es la doctrina de la Iglesia. La que propone. Monseñor Reig no ha dicho nada nuevo. ¿Ha hablado de infiernos terrestres? Pues los hay. Muchos. En una tendencia y en la otra. El mundo de los chaperos, como el de los puteros, es bien triste. En los que los utilizan y en el de los utilizados. No resiste la menor comparación con el de aquellos que llegan al final de sus días amándose y rodeados del amor de sus hijos y de sus nietos. Claro que el matrimonio no es ninguna panacea. Requiere vivirlo en el amor. Y para ello ayuda mucho la gracia de Dios.
La Iglesia viene enseñando lo mismo desde que Cristo la fundó. Y el obispo de Alcalá no ha hecho más que exponer esa doctrina. ¿Qué a algunos les molesta? Es problema suyo. Por ser homosexual no se deja de ser católico. Practiquen o no practiquen su tendencia. Ahora, si no les gusta lo que la Iglesia manda, y que si no se sigue tampoco excluye de la Iglesia y el problema se resuelve en el confesonario, donde te perdonarán hasta más de setenta veces siete, con comprensiva aceptación de las debilidades humanas, pues fuera tampoco pasa nada. Hasta que llegue el juicio de Dios. Y en él ninguno podemos entrar. Porque nos supera con muchísimo.
F.J.Fernández de la Cigoña
La mejor prueba de que Monseñor Reig Plá ha estado soberbio, valiente y acertado es la muestra de necedad mezclada con ira y de estupidez aderezada con miseria intelectual que han protagonizado las acémilas de la progr-hez, partidos de izquierda, escritores pedantes y demás patulea. Ladran, luego cabalgamos, que dice el refranero español.
ResponderEliminarCualquier persona decente y moral entiende que el aborto, la eutanasia, las drogas, el sexo libre y la homosexualidad son enemigos de la condición humana, pues lejos de ser virtudes que engrandecen a la persona son lacras que la esclavizan y degradan. La prueba está en la decadente sociedad occidental actual, que ha expulsado a Dios de las leyes de los hombres en aras de una tan falsa como dañina libertad individual sin límites claros y definidos.
Las ideologías de izquierda, ateizantes y materialistas, unidas a la estulticia e inacción de quienes debieran defender la religión y la decencia desde la política, han devenido en esta escombrera social en la que chapoteamos hoy, desgraciadamente, con poca esperanza de regeneración por la vía pacífica.
El ejemplo que nos ha dado a todos los católicos Monseñor Reig Plá debiera hacernos sonrojar por tibios y buenistas, errores muy comunes entre los que presumen de tolerantes, cuando, en realidad, no son o somos más que cobardes sin valor para defender con firmeza nuestras convicciones.
Tomemos el testigo que nos ha lanzado desde su homilía y devolvamos a España la moral y la ética cristianas que ha perdido.