«Despropósito» es el término que define mejor el devenir de la familia real desde hace unos años y que está colocando a la Corona al borde del abismo, precisamente en el momento menos propicio para jugar con una institución vertebradora como ésta para la nación española.
Como defiende el
Juan Carlos quiso no obstante desde el principio de su reinado sacudirse la legitimidad de su reinado en el régimen del 18 de julio y ampliar la base social de la Corona nadando entre dos aguas y tratando de asentar la Corona también en sectores de la izquierda, objetivo que logró temporalmente con su actitud en el 23-F (no digo cual) y su buena sintonía con los gobiernos de Felipe González. Ello le valió además, ganarse el apoyo de los medios que hasta ahora habían condescendido siempre con cualquier desliz del titular de la Corona.
Desafortunadamente, en los últimos años la Corona parece haber perdido el oremus. Los discutibles matrimonios de las infantas son fuente inagotable de erosión para la institución. El enfrentamiento abierto entre el Rey y la Reina – ella parece haberse hartado del descaro de la preferida y él le culpa de su excesiva tolerancia en la elección conyugal de sus hijos- y el escaso tacto de Su Majestad a la hora de manejar sus negocios personales y planificar sus aventuras cinegéticas (menudo 14 de abril), amenazan con socavar los escasos apoyos que sostienen a la institución, colocando al Príncipe Felipe en una peligrosa e incómoda tesitura.
El problema es que con la que está cayendo y conociendo al paisanaje que puebla la piel de toro, sólo nos faltaba el salto a la república para hundirnos en el abismo. Y es que quienes hablan alegremente de ello no han parado a pensar lo que sería tener a un Peces Barba cualquiera de Jefe del Estado. Para eso, sinceramente prefiero al Rey y más después de escuchar a al pobre Tomás Gómez cuyo alegato republicano puede causarle a la causa tricolor aún más daño que el que causó a la pobre Chacón con su postrero apoyo en el último congreso de Sevilla.
Mis simpatías por la figura de Juan Carlos son perfectamente descriptibles. Pero pensando en España y sólo en España, espero que se toque a rebato en la Corona, dejen de una vez de dar tan lamentable espectáculo y se acerquen a la triste realidad de una sociedad a la que la ruina económica ha cogido baja de defensas como consecuencia de una terrible decadencia moral. Aún están a tiempo de enderezar el rumbo. Mientras Garzón, Bardem, Tomás Gómez y Willi Toledo enarbolen banderas republicanas estoy dispuesto a que me nombren gentilhombre de cámara. Pero no nos lo pongan tan difícil.
LFU
Comparto casi al 100% el análisis de LFU, aunque no estoy en la opinión de que sea Juan Carlos el que deba seguir ocupando el trono español. Ha cometido bastantes, llamémoslos, actos de nula responsabilidad, lealtad y compromiso para con el cargo y con la nación, hasta el punto de que personalmente no puedo perdonárselos ni dejarlos pasar.
ResponderEliminarCreo que lo más higiénico para su apellido y lo menos indigno para España sería que abdicara en su hijo, al cual hay que exigirle desde el minuto 0 de su reinado que esté a la altura de los compromisos que adquirió su padre y no ha cumplido. Me refiero a su juramento en las Cortes ante el Caudillo, a quien debe el trono. No sueño con rescatar las Leyes Fundamentales, pero sí exijo como español que, al menos, guarde y haga guardar la Constitución vigente, a la que cambiaría muchas cosas, pero que su lectura y aplicación restrictivas convierten en un mal menor para España. Luego ya se cambiará, pero dar paso a la tercera república equivale hoy a enfrentarnos a la segunda guerra civil.
Como decía un buen amigo mío, «otros vendrán que bueno lo harán». Entre padre e hijo, me quedo con el padre, con todos sus defectos. Además, abrir el melón de la sucesión ahora daría alas a los rojo-republicanos que son los que más ruido hacen
ResponderEliminarToda esa chusma izquierdista y separatista siempre harán ruido y siempre ensuciarán. Son así.
ResponderEliminarSin embargo no creo que nos encontremos una situación como la actual, con mayoría absoluta del PP (ciertamente no se le puede considerar un partido de derecha, ni católico ni españolista, pues ellos mismos se encargan de demostrarlo y significarse en ese sentido. Sus complejos insalvables y/o la cobardía de muchos) que no sabemos lo que va a conservar el poder. Creo más conveniente para los intereses de España que sea el PP (donde aún quedan personas decentes y competentes) quien pilote y controle la sucesión y no arriesgarnos a que sea el PSOE con la ayuda de sus cómplices separatistas quien pueda hacerlo en un futuro cercano.
Es cierto el refrán que cita usted, pero también lo es que la ocasión la pintan calva, con tanta infamia y deshonor en la Casa Real.