No creo en las casualidades.
Ayer por la noche decidí ver de nuevo "La última Cima" una película que te toca el corazón como pocas. A través del testimonio ejemplar de la vida de Pablo Dominguez, uno siente el consuelo de saberse amado por Cristo y redescubre el sentido trascendente de la vida en medio de tanta tribulación por las preocupaciones cotidianas.
Cuando se acercaba el final me di cuenta que, precisamente ayer 15 de febrero, se cumplían tres años desde que Dios lo llamase a su lado en la cima del Moncayo. A menudo le he pedido, desde que descubrí su obra y su figura, que ruegue por nosotros, que me ayude en mi enorme pequeñez y parece como si hubiera querido decirme en voz baja que me escucha.
Si uno se pregunta porqué Dios se lo quiso llevar, que busque en el bien que ha hecho Pablo desde el Cielo, en lo insólito de la enorme difusión que ha tenido un austero reportaje sobre su vida. Sin duda, su muerte ha sido semilla de cristanos.
Hoy, que son legión quienes se sienten cansados y agobiados, les recomiendo que se acerquen a Cristo a través del testimonio vital de un sacerdote cuya sonrisa es siempre un anticipo de la primavera.
LFU
4 comentarios:
Muchas gracias tocayo. Pero hace tres, y no dos, años que Pablo se fue a los luceros.
Un abrazo
Gracias, amigo.
No conocía a Pablo, pero lo acabo de escuchar y me ha parecido genial su intervención en aquel momento. Lástima que Dios se lleve tan pronto a personas como él, con una gran sencillez y valía. Quedémonos con su mensaje y ejemplo.
Saludos y un abrazo, LFU.
Muy bueno....
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