14 de febrero de 2011
Esperar lo inesperado
"Heráclito, que era un tipo muy simpático, extraño como pocos, un filósofo de hace veinte siglos, de mote «el Oscuro», se retiró a la montaña para contemplar el «logos», cediendo a su primo sus títulos de nobleza. El filósofo dice en una de sus frases, que a mí me gusta mucho, que «el que no espera lo inesperado, no lo encontrará». De´sgraciadamente, nosotros esperamos ´solo lo que esperamos, esperamos lo esperable.
Eso es lo que nos pasa cuando atravesamos una situación difícil y decimos: «Vamos a rezar». Pero en el fondo no estamos convencidos. ¿Por qué no esperamos lo inesperado? ¿Por qué no aumentan los milagros? Es como cuando alguien le comenta a otro: «¿Sabes?, este ha abandonado a su mujer y se ha ido de casa, vamos a rezar». Y el otro dice: «¡Bah, es imposible...!».
Hay que esperar lo inesperado, porque si no esperamos lo inesperado, no lo encontramos. Y eso pasa entre nosotros, que a veces pactamos con la mediocridad o pensamos que las cosas no puyeden cambiar, porque eso parece totalmente inesperado. Pues eso es lo que hay que esperar: lo inesperado.
Y eso pasa también en nuestra vida interior, porque el que no espera lo inesperado, no lo encuentra."
«Hasta la cumbre»
Pablo Dominguez Prieto (Testamento espiritual)
Ed. San Pablo, 2009
(Transcripción de los Ejercicios espirituales que dirigió el Sacerdote Pablo Dominguez a las monjas cistercienses de Tulebras, Navarra el día antes de morir en el descenso del Moncayo.)
Pensé en hacer una crítica del libro -es una delicia que se lee en dos horas- pero qué mejor que dejaros un aperitivo como éste pasaje, tan actual, tan palpable, tan prodigiosamente humano, en el que uno ve reflejado el tamaño de una fe que ya nos gustaría que fuera del tamaño de un grano de mostaza.
LFU
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