14 de julio de 2010
Álvaro del Bosque
En cuantas ocasiones nuestras mejores entradas -como dice EGM- nos las escriben otros....
Aquí tenéis otra. Basta pinchar, pero para los que no sepan, la copio más abajo con mi agradecimiento a Gonzalo por expresar tan bien lo que tantos pensamos.
LFU
«De todas las caras que el mismo domingo se fueron asomando a la pantalla de televisión celebrando el título mundial, una en particular me emocionó. Se trataba de Álvaro del Bosque, el hijo de Don Vicente, exclamando pleno de felicidad que además de alegre por el título estaba radiante de orgullo por ser hijo de su padre.
Hubo gente que se sorprendió, porque desconocían que el seleccionador nacional tuviera un hijo con Síndrome de Down. La verdad es que yo me enteré de ello poco antes del Mundial de Sudáfrica. Luego he ido oyendo y leyendo otras cosas sobre él. Que se fue de safari con las familias de Llorente y Javi Martínez, se lo pasó pipa y luego no paraba de decirle a su padre que tenía que ponerlos de titulares (y por mi cuenta añado que sobre todo en el caso del delantero además hubiera sido de agradecer en algunos momentos), que Don Vicente dice de Álvaro que es “su ángel”, que Álvaro le pedía a su padre conocer a sus ídolos, pero Don Vicente, hombre prudente hasta el extremo, no quería trato de favor por ser su hijo y que le acabó prometiendo que le llevaría en el autobús si ganaban el Mundial… Y llegó la celebración del lunes y ahí estaba el chaval, pletórico y exultante, levantando la copa y pasándoselo en grande.
Y cuando en Moncloa lo vi junto al presidente no pude evitar pensar lo mismo que pienso cada vez que veo una escena similar. ¿Qué pensará Zapatero viendo la sonrisa de Álvaro y la felicidad que en todo momento irradiaba? ¿Se planteará decirle a la cara “mira chaval, tú ya estás aquí pero yo personalmente creo que tu vida no es digna y por tanto hay que poner todos los medios posibles para que hubieras sido exterminado a tiempo”?
Hablo de Zapatero porque lo pensé viendo esa escena, pero me vale igual para cualquier otro político del arco parlamentario, empezando por Rajoy -”soy partidario de la ley del 85″, dijo, que consagra la eugenesia de los afectados por el síndrome de Down o por cualquier otra supuesta dolencia, además de por el capricho “psíquico” de sus ejecutores- y pasando por todos y cada uno de los que sientan y han sentado sus posaderas en la Carrera de San Jerónimo. Y también, por supuesto, por todos aquellos que se ponen tan estupendos poniendo peros al aborto para al final salirte con un “hombre, en casos como ese, si el niño viene mal…”. ¿Viene mal? ¿Como si fuera un tornillo doblado o una camisa mal cosida?
El nacimiento de niños con Síndrome de Down en España -y en el mundo- ha disminuido en un 85%. Y digo “el nacimiento”, porque la incidencia sigue siendo la misma. No hay avance médico que haya solucionado ese trastorno genético. Lo único que hay es técnicas eugenésicas de diagnóstico y eliminación del niño. No son menos casos de Down. Son casos de Down matados “a tiempo” de no ser contabilizados.
Para alcanzar las escalofriantes cifras de exterminio a las que hemos llegado ha hecho falta, es cierto, una legislación que la ampare -bajo la denominación de “derecho” o de “despenalización”, pero amparo en cualquier caso- sostenida y defendida por TODOS los partidos que han pisado el parlamento. Es cierto y por tanto debe darse a los representantes públicos que han diseñado, redactado, aprobado, sostenido, defendido y sancionado las leyes su muy importante parte de responsabilidad. Pero también es cierto que a las cifras que hemos llegado no se llega sólo con acción política sino por aquiescencia de una masa de toda procedencia ideológica, social y cultural.
A todos ellos, a toda esa hez de la Humanidad que ampara, alienta o justifica la exterminación sistemática del diferente y del supuestamente imperfecto, invocando la perfección de la raza -porque es exactamente lo mismo, sean judíos gaseados, negros azotados y desmembrados o “disminuidos” abrasados, descuartizados y aspirados- les pediría que tuvieran un rapto de valor, y mirando la abierta sonrisa y el orgullo filial de Álvaro, o los ojos y la esperanza de Izaskun, o los juegos y la alegría de Raulito, y les digan a la cara, a ellos y a sus padres, familiares, amigos y compañeros que sus vidas no son dignas y que encuentran plenamente justificado, defendible o cuanto menos comprensible que sus cuerpos hubieran sido abrasados, descuartizados, aspirados, triturados y tirados por un desagüe hace unos años.
Otros seguiremos mirando a Álvaro, a Izaskun, a Raulito y a tantos otros por un lado con normalidad, y por otro, con cariño y el reconocimiento que merecen por ser exponentes de que hay esperanzas de detener el exterminio.»
Muy honrado.
ResponderEliminarYa puestos me voy a permitir incluir los enlaces que en el original tenía en los nombres de Izaskun y de Raulito.
Un abrazo.
Muchas gracias a Gonzalo por su precioso y acertado artículo,
ResponderEliminarReyes