21 de enero de 2010

Haiti o la contradicción de los ateos




Llevaba días dandole vueltas al tema, porque se me pusieron los pelos de punta cuando escuché a un comentarista radiofónico de la cáscara amarga, que presume de ateó militante, clamar contra Dios por «permitir» el terremoto de Haití. ¿Y en qué lugar queda Dios ahora? -gritaba convulso y exaltado el susodicho comunicante. Y he aquí que, como en anteriores ocasiones, me topo con la última entrada de Enrique García-Maiquez en Rayos y Truenos con la que me siento absolutamente identificado y que reproduzco a continuación para los no iniciados en el arte del «pinchado virtual»:


"La ateodicea es el último grito


¿Por qué esperan concretamente a los terremotos (recuérdese 1755) para plantearse tantas preguntas, tan pertinentes, por otra parte? Parece como si la sismografía para ellos no existiera, y que el terremoto se debiese directamente a un puñetazo de la mano de Dios sobre la mesa. Qué raros pensamientos en unos ateos. Tendremos que deducir, de paso, que la cantidad y el eco mediático siguen siendo el norte y guía de sus pensamientos, como si el mal de una sola víctima de cáncer o de un accidente de trabajo no clamase al cielo igual, exigiendo una respuesta al misterio del dolor y la muerte. Pero esa rabia y ese enfado con Dios y, de paso, con nosotros son naturales. Lo único que me molestaría es que fuesen retóricos, una manera de ponernos en la tesitura de resultar insensibles con los cientos de miles de víctimas. No creo, ¿no? Las víctimas de Haití no se merecerían eso. Ellas se merecen la ayuda de todos y la oración de los que recen."

Enrique García-Maiquez


Ante tan brillante y certera reflexión, sólo cabe decir Amén y gracias, querido Enrique.


LFU

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