"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
16 de julio de 2009
"Juntos, nada más"
Título: Juntos, nada más
Director: Claude Berri
Actores: Audrey Tautou, Guillaume Berri, Laurent Stocker.
Estreno: Diciembre 2008
(Basada en la novela del mismo título de Anna Gavalda)
Algo está cambiando en Francia y esta película puede que se apunte a esa tendencia que parece encabezar su mediático presidente. Ojalá que así sea.
Uno podría pensar que estamos ante una historia de amor convencional con esos matices que el cine francés incorpora al género (en este caso la extraña pero efectiva presencia de Audrey Tautou, la actriz principal, cuyo papel tiene ecos claros del de Amelie) pero hay suficientes pistas en el film que nos permiten despegar un poco del relato puramente cinematográfico y descubrir un profundo y descarnado retrato social y cultural de la Francia actual que el director inserta en una potente y verdadera historia de amistad y amor.
La apuesta por el realismo con el que el film aborda el entorno de los personajes es una virtud que redunda en la credibilidad de lo contado. Se trata de un realismo iluminador, al servicio de la historia. Me explico, no quiere como docenas de películas fallidas (francesas y españolas) quedarse en la muestra o denuncia de una situación sino que es el punto de partida para contar una historia, para que se entienda la misma y la evolución de sus personajes.
En la apuesta por tratar a los personajes y a su contexto con verosimilitud, nos encontramos con que el director opta por subrayar tres ideas que modulan su discurso. La primera, la prevención ante la gran ciudad (Paris y su inmensidad despersonalizadora) y la alabanza de una cierta ruralidad. La segunda, el deterioro implacable de la institución familiar en Francia y el alto precio personal que se paga por ello. Por último, se denuncia de manera sutil pero eficaz las lacras de una sociedad moderna como los sueldos bajos, horarios laborales incompatibles con la vida personal, la dificultad del acceso a la vivienda.
En el marco anterior nos encontramos con unos personajes que bordean la soledad y el sinsentido, las drogas como forma habitual de ocio, el miedo al compromiso, el sexo desvinculado del amor, las relaciones familiares como cargas o como una herencia pesada e indigesta. Este es discurso que ya conocemos, y la valiente (que no original) forma de resolverlo, revela la novedad de la mirada de esta muestra del cine francés.
La novedad de la resolución del drama planteado entre los personajes está en optar por una conexión real y profunda entre los personajes. La que procede de la amistad y el amor auténtico, el que resulta del compromiso, de la fidelidad y de la búsqueda de un proyecto de vida común y público sin salvedades. No se plantea de un modo ortodoxo o tradicional, pues lo cierto es que personajes como los que habitan en la película están lejos de una tradición que amparaba dicho amor, pero que no ha sabido tener una voz propia y vigorosa en el mundo de hoy.
De alguna manera el entierro del 68 del que se hablaba en Francia cuando la campaña presidencial, se empieza a certificar si el mundo de la cultura, no sé si por virtud o quizá más bien por necesidad, comienza a mirar más allá de los abismos del 68 y reivindica algo que siempre ha estado ahí: el corazón humano.
César U-M
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