17 de febrero de 2009

La vida no hará más que revelar la fotografía

"Si formamos a los niños con sencillez, si los hacemos amar las alegrías profundas y elementales, avanzarán por la vida conservando en sus ojos la luz de la vida interior, equilibrada, sin sobresaltos. pero si deformamos su infancia, si los niños han oído o visto demasiado, si los dejamos arrastrar por el torbellino vital, si los años de una niñez en calma no han fortificado en ellos la frágil dicha de su inocencia, entonces su vida será lo que ha sido su infancia y en vez de irritarse ante el desorden, serán ellos mismos desorden. Como sus gustos, sus sentimientos, sus pensamientos, fueron siempre inestables, estarán para siempre a la merced del vendaval d las turbias alegrías que consumen al alma y se escapan de nuestras manos y crean, a expensas del sufrir de los demás, el propio sufrimiento.

Después ya es tarde para cambiar.

No se endereza el arbol endurecido. Todo lo más que podremos hacer para intentar que sea diferente, es podarle. Cuando era joven, hirviente de savia, se le hubiera podido doblar con un dedo experto, orientarle y ayudarle a desarrollarse.

Cuando los niños parece que están jugando y mirando sin más, al gorrión o a la alondra que pasan, cuando comiezan a hablar y a besar, cuando fotografían en su corazón, en su imaginación, el espectáculo exacto que somos los mayores, esa es la hora de poderlos modelar.

La vida no hará más que revelar la fotografía. Los ácidos de la existencia imprimirán en ellos las imágenes hermosas y pujantes o atormentadas y entristecedoras, que habíamos ofrecido a sus ojitos avidos de curiosidad y a su corazón impoluto, como una hoja de papel.

Todo aquello de que les privamos por nuestro orgullo, por nuestra agitación, o ¡ay! por nuestras pasiones, todo ello tendremos que pagarlo cruelmente más tarde, viéndoles inquietos, insatisfechos, el alma sin aliento o arrasada por nuestra grandísima culpa."

De "Almas ardiendo". L. Degrelle (1954). Traducción y Prólogo de Gregorio Marañón.

.....Y leyendo tan hermosas palabras, me acordé de los sujetos que mataron y arrojaron al río a una niña en lo mejor de su vida. Es probable que la vida no haya hecho más que revelar la fotografía de su infancia.

Requiem aeternam dona ei, Domine; et lux perpetua luceat ei.

LFU

2 comentarios:

  1. Precioso texto de Degrelle y estupenda conexión con el triste caso. Un abrazo

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  2. Muy oportuno el texto de Degrelle Ipe, no tiene desperdicio,

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