"Mi sueño es el de la patria, el pan y la justicia para todos los españoles, pero especialmente para los que no pueden congraciarse con la patria, porque carecen de pan y de justicia.". JOSÉ ANTONIO
2 de febrero de 2009
La España insolidaria
No me cuento entre los ingenuos que pensaban que el Tribunal Supremo frenaría las ansias (des)moralizantes del gobierno que padecemos, a través de la inicua asignatura denominada “Educación para la Ciudadanía”. Desde la desdichada Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985 que retorcía ad nauseam el artículo 122.3 de la Constitución, socialistas y populares se han servido de dicho poder del estado a su antojo sin el más mínimo rubor. El fallo del Tribunal Supremo es, por tanto, un reflejo de la lamentable politización de la justicia al servicio de la mayoría parlamentaria.
Pero el problema no es solo la existencia de una ley injusta –que lo es, no ya porque contravenga el derecho de los padres contenido en el artículo 27.3 de la Constitución, sino por que además se contrapone a la ley natural- sino la absoluta falta de solidaridad de una gran parte de la sociedad católica española que ha preferido mirar para otro lado, mientras unos cuantos miles de españoles decidían actuar en consecuencia con sus principios optando por la objeción de conciencia. Me refiero a quienes desde la tranquilidad de tener a sus hijos a buen recaudo en colegios privados y centros concertados de carácter religioso, han seguido la cobarde e insolidaria estrategia de la FERE: Estad tranquilos, que nosotros daremos la asignatura conforme a nuestro ideario. Eso, y a los que tienen la desgracia de tener que llevar a sus hijos a la escuela pública, que les vayan dando.
Este tipo de actitudes son muy propias de esa España que se deja avasallar y absolutamente inimaginable en la España “progresista” que no duda en echar mano de la insumisión, si hace falta, por muchísimo menos. Es difícil entender que en un tema tan grave como el de la educación de nuestros hijos, haya tanta gente que haga dejación de su responsabilidad y decida meter los pies en el brasero mientras contempla indiferente cómo echan a los leones a la mayor parte de los niños de la sociedad en la que sus hijos van a tener que vivir.
!Flaco favor le estamos haciendo a nuestros hijos si aguantamos impasibles que la mayor parte de su generación sea presa del nefasto adoctrinamiento preconizado por el infame!. Al final, como decía ayer Juaristi en un magnífico artículo, no nos quedará otro recurso que la desobediencia civil.
LFU
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