Pensaba escribir sobre el caso de Eluana Englaro. Pero se me ha adelantado Enrique García- Maiquez con su magnífico artículo en el Diario de Sevilla, cuya lectura recomiendo vivamente y que suscribo de la cruz a la fecha. (para los legos en internet, basta con pinchar encima del nombre del autor)
Después, he leido en ABC la carta del padre de una "Eluana" española que confieso me emocionó y quiero transcribir aquí por el extraordinario valor de la misma:
Carta de un padre
«La noticia y la polémica desatada en Italia, con la enfermedad de la joven Eluana Englaro, me ha inducido a escribirle estas líneas. Adelanto que es sólo la opinión de un padre. No pretende polemizar ni menos dogmatizar sobre un tema delicado (quizá de conciencia), y respeto todas las decisiones familiares posibles. Tampoco quiero parangonar el caso de nuestra hija con ningún otro: ni todos los comas son iguales ni siquiera todas las gripes.
El coma de mi hija proviene de una enfermedad eminentemente social, una anorexia, que comenzó a los 15 años (5 años peregrinando por distintas clínicas) y que desembocó en tragedia. Lleva así 17 años; hoy ya tiene 37. No ve, no habla y se mantiene con una sonda nasal. Ha conservado parte de sus sentidos: oye música, la tranquiliza y le gusta. Huele el tomillo y la mejorama, que yo traigo del monte y deshecha los olores fuertes, como la piel de mandarina. Tiene tacto y le gusta que la besemos, que juntemos nuestras caras con la suya y se establezca un flujo de calorcito; que rasquemos con suavidad su cabeza y peinemos su brillante pelo castaño. Le gusta oír nuestras voces a su alrededor, y vuelve sus brillantes ojos negros hacia las mismas. No le gusta sentirse sola. Eso lo sabemos seguro; pero no sabemos más, ni tampoco los neurólogos.
Nuestra economía nos ha permitido hasta ahora cuidarla en casa, sobre todo con la ayuda de su hermana, que la adora. Hace unos meses iniciamos expediente para acogernos a la Ley de Dependencia, hasta ahora sin resultados.
Le hacemos gimnasia, la sentamos en una silla de ruedas, la sacamos para que tome aire cuando el tiempo es bueno. Pero el caso de Eluana Englaro nos ha conmovido.
Nuestra familia jamás le quitaría la sonda a Paula y solo de pensarlo se nos ponen los pelos de punta. No estoy hablando de religión ni de conciencia; estoy hablando de AMOR. Nuestra hija es la reina de la casa; la queremos con delirio, le cantamos villancicos en Navidad y le damos unas gotitas de champán. Este año un puñado de nieve recién recogida, para que sienta el frió en sus manos. Hemos tenido que prescindir de muchas cosas, pero ya no queremos recuperarlas, y menos a costa de nuestra «chiquilla».
Nos ha enseñado a ser felices con menos.
Con mi respeto para todos».
Juan Antonio T. M.
Sólo me queda asegurar que, al igual que el padre que escribe, sería incapaz de retirarle a una hija mía la alimentación que precisa para mantenerse unida a la vida. No estamos hablando de encarnizamientos terapéuticos ni de respiradores artificiales, sino de alimentación. Estamos hablando de un tema mucho más grave en el que los límites comienzan a estar difusos. ¿A partir de cuando y bajo qué circunstancias puede una persona negar su deber de alimentos a otra y dejarla morir con la anuencia de los poderes públicos?. No juzgo a nadie, pero me siento legitimado para alzar mi voz en defensa del verdadero valor de la vida humana que algunos parecen negar a aquellos que sufren graves limitaciones.
Y es que el auge de los "derechos humanos" y del proyecto "gran simio" viene acompañado de un gravísimo relativismo en cuanto al valor de la vida humana propio de las civilizaciones más decadentes.
LFU
Gracias mil por el enlace y, sobre todo, por el apoyo. A día de hoy admiro mucho a Italia porque al menos allí la sociedad se ha dividido. Me temo que entre nosotros no hay fractura social que valga. Y como nos descuidemos lo que nos fracturarán será la cabeza.
ResponderEliminarDespués de mis quejas, qué bonita carta la del padre. Gracias.
El agradecido soy yo por tu valiente artículo que desentona con el relativismo imperante.
ResponderEliminarUn abrazo
Es triste ver como en este mundo de perfecciones y éxitos, de comodidades y facilidades, no tiene cabida la enfermedad, el dolor, el sacrificio, la resignación, la entrega, la generosidad...No juzgo al padre, solo Dios y él pueden saber que pasó por su mente, pero el apoyo generalizado a la retirada de alimento a Eluana a mi, insisto, me entristece. Eluana hería sensibilidades, igual que los ancianos, a los que retiran sus familiares aislándolos en residencias, igual que no caben los niños con síndrome de Down y otras enfermedades, a los que no les dan la oportunidad de nacer. Solo los más listos, guapos, altos, y exitosos, pueden permanecer.
ResponderEliminarCiertamente... seleccionamos a la gente como seleccionamos animales. ¡Y luego criticamos a los nazis! Pero hacemos lo mismo que ellos.
ResponderEliminarYo nunca consentiría en retirar la alimentación a alguien de mi familia en esa situación. Aunque no soy Dios, y espero que Él le perdone, sí le critico. Tomó el camino más fácil. Deshacerse del problema escudado en una falsa piedad. ¡Qué pena por ella y por su familia!
Saludos